LA HORA DE LOS BOLCHEVIQUES

Publicado el 28 de noviembre de 2021, 19:02

Pasé la tarde con los Doheny en su suite. El Sr. Doheny dijo: Si usted cree en la democracia, no puede creer en el socialismo. El socialismo es el veneno que destruye la democracia. La democracia significa oportunidad para todos. El socialismo alimenta la esperanza de que un hombre puede dejar de trabajar y pasarla mejor. El bolcheviquismo es un auténtico fruto del socialismo y si usted lee el interesante testimonio ante el Comité del Senado de aproximadamente mediados de Enero que desenmascaró a todos esos pacifistas y campeones de la paz como simpatizantes de Alemania, socialistas y bolcheviques, verá usted que una mayoría de los profesores universitarios en los Estados Unidos están enseñando socialismo y bolcheviquismo y que cincuenta y dos profesores universitarios han estado en los autodenominados comités por la paz en 1914. El presidente Elliot de Harvard está enseñando bolcheviquismo. Los peores bolcheviques en los Estados Unidos no son solamente profesores universitarios, siendo el presidente Wilson uno de ellos, sino capitalistas y esposas de capitalistas y ninguno de ellos parece saber de qué está hablando. William Boyce Thompson está enseñando bolcheviquismo y hasta puede convertir a Lamont de J.P.Morgan y Cía. Vanderlip es un bolchevique, como lo es también Charles R. Crane. Muchas mujeres se están uniendo al movimiento y ni ellas, ni sus maridos, saben en qué consiste ni a qué conduce. Henry Ford es otro de ellos y del mismo modo lo son esos cien historiadores que Wilson se llevó con él con la estúpida idea de que la Historia le puede enseñar a la juventud las demarcaciones geográficas adecuadas de razas, pueblos y naciones. {[3]}

En resumen, este libro es una historia de la Revolución Bolchevique y sus postrimerías, pero es una historia que se aparta del enfoque que utiliza la usual camisa de fuerza conceptual de capitalistas versus comunistas. Nuestra historia postula una relación societaria entre el capitalismo monopólico internacional y el socialismo revolucionario internacional para mutuo beneficio de ambos. El costo humano final de esta alianza ha caído sobre los hombros del ruso individual y del norteamericano individual. El empresariado ha visto destruido su prestigio y el mundo ha sido impulsado hacia la ineficiente planificación socialista como resultado de estas maniobras monopólicas en el ámbito de la política y la revolución.

Esta es también la historia de la traición a la Revolución Rusa. Los zares y su sistema político corrupto fueron expulsados sólo para ser reemplazados por los nuevos operadores políticos de otro sistema político corrupto. Allí dónde los Estados Unidos hubieran podido ejercer su dominante influencia para lograr una Rusia libre, se doblegaron ante las ambiciones de un puñado de financistas de Wall Street quienes, para sus propios propósitos, podían aceptar una Rusia zarista centralizada o una Rusia marxista centralizada pero no una Rusia libre descentralizada. Y las razones para estas afirmaciones se irán desplegando a medida en que desarrollemos la historia subyacente, y hasta ahora no relatada, de la Revolución Rusa y sus secuelas. {[4]}

 

[3] )- Arthur Pound and Samuel Taylor Moore, They Told Barron (New York: Harper & Brothers, 1930), pp. 13-14.

[4] )- Existe un paralelo y una historia también desconocida respecto del movimiento Makhanovita que combatió tanto a los “Blancos” como a los “Rojos” en la Guerra Civil de 1919/20 (véase Voline, The Unknown Revolution - New York: Libertarian Book Club, 1953). También existió el movimiento “Verde” que también combatió tanto a blancos como a rojos. Este autor no ha visto jamás ni siquiera una mención aislada de los Verdes en ninguna Historia de la Revolución Bolchevique. Y eso a pesar de que el Ejército Verde ¡tenía por lo menos 700.000 efectivos!

 

 

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