LOS SERVICIOS VASCOS

Publicado el 24 de noviembre de 2021, 22:03

Y continúa el histórico dirigente nacionalista:

El PNV espiaba. La cosa empezó en el período de la guerra de Franco. Se organizó una muy buena comunicación entre la cárcel y el exterior, hasta París. Había que hacer saber al público lo que sucedía en las cárceles: malos tratos, condenas, fusilamientos, etc. Siguió durante la Segunda Guerra Mundial: información sobre el régimen de Franco y el Eje, sobre todo los nazis, especialmente en la Francia ocupada y en Sudamérica. La tercera fase fue lo que quedó funcionando en el marco de la Guerra Fría. Información a los americanos frente a la Unión Soviética.

Arzalluz habla del «anticomunismo primario de la gente vinculada a los Servicios y su empeño en vigilar a los comunistas para tener informada a la CIA». Antón Irala, delegado de los servicios en Nueva York y secretario personal de Aguirre, es un antiizquierdista llamado a hacer el papel de McCarthy entre los vascos.

¿De dónde partía ese fanatismo pronorteamericano? Pese a algún hecho anecdótico, como el telegrama de Sabino Arana a McKinley por su victoria sobre España en 1898, el ala más liberal del PNV siempre ha mirado hacia Londres. Y durante la Guerra Civil, en todo momento busca una mediación británica. Pero al final, Aguirre se afinca en Estados Unidos. Allí se distancia, desde su llegada, de los republicanos españoles y estrecha lazos con el Departamento de Estado. No obstante, al principio continúa cultivando su querencia por los británicos y no deja de tener contactos con los agentes del MI-6. Pero, por fin, son los servicios norteamericanos los que captan la red de espionaje del PNV para sus propios intereses. Aguirre comienza a despachar con Allen Dulles, representante de la OSS y futuro primer director de la CIA, a partir de 1947. Su hermano, Foster Dulles, será secretario de Estado.

«Los servicios tenían una red organizada desde París por el Gobierno Vasco y dirigida, muy bien, por cierto, por Pepe Mitxelena», explica Arzalluz. 11

Era una red importante, que empezó a forjarse ya antes de la Segunda Guerra Mundial, en las cárceles y los campos de prisioneros. Luego la red fue creciendo, volcada en la lucha contra los nazis, sobre todo en Sudamérica.

Los barcos que viajaban a Sudamérica aseguraban el contacto con la gente de allí. En los barcos españoles, el puente, la oficialidad, era fascista, pero en las máquinas había muchos vascos y, por tanto, contábamos con bastante gente para llevar y traer informes y mensajes. José Antonio Aguirre se apoyó en la eficacia de esa red clandestina de contactos en América Latina para hacerse valer ante las autoridades norteamericanas y conseguir su apoyo.

Los alemanes tenían también redes importantes de espionaje en Argentina, Chile, Colombia, que rivalizaban con la que había organizado el PNV y financiaban los Estados Unidos.

Mientras, el embajador británico en España, el conservador sir Samuel Hoare, siente simpatía por el PNV pone en marcha la Operación Azor, la creación de una organización secreta que cierre los pasos fronterizos en caso de invasión nazi. Durante el verano de 1942, los servicios vascos organizan redes clandestinas de paso a través de los Pirineos y vigilan las navieras Trasatlántica y Aznar, que en sus viajes desde América hacen contrabando de materiales estratégicos y trasladan información a agentes nazis. También en Bilbao comienzan a actuar los norteamericanos, a través de Earl Fuller. La OSS se instala en España bajo la tapadera de la American Oil Mision, y su sede está en la calle de Alcalá Galiano, en Madrid. Fuller es su responsable en Bilbao. 12

 

11 Ibid
12 Mikel Rodríguez, Los espías vascos.

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