El MCRC es un movimiento que nace de la lealtad, la lealtad como cualidad del ciudadano que le permite existir en sociedad. Una lealtad humanista por encima de genes egoístas que busca la libertad política de todos los españoles. Porque vosotros, españoles, de todos los pueblos de la Península Ibérica, habéis sido condenados a la servidumbre voluntaria, aunque os creáis que elegís a vuestros representantes, aunque creáis que los poderes del Estado están separados y son independientes. Porque en realidad no sois más que meros sujetos legitimadores del Estado de Partidos. Un Estado de Partidos que en verdad no os necesita y no es responsable ante vosotros ya que identifica vuestra voluntad con la suya, y es la suya la que creéis que es vuestra. Porque pensadlo por un momento, ¿cuántas veces os habéis sentido como si estuvierais viendo una representación teatral de la cual sois espectadores a los que se les esconde los fragmentos mas importantes de la obra y pasados unos actos se os empuja a participar en la misma como por urgencia, sin saber muy bien por qué y para qué, como si fuerais marionetas movidas por los hilos de un interés siniestro y desconocido? Quizás pensaréis que en realidad el interés no es siniestro, sino que vosotros no estáis obligados a conocer lo que la democracia representativa os permite eludir. ¡Ojalá fuera así! Ojalá la democracia fuera la culpable de tan desagradable sentimiento. Ojalá vuestros representantes lo fueran lealmente y os permitieran gozar de vuestras familias, de vuestras amistades y de la naturaleza. Pero desgraciadamente no es la democracia la causante de tal sensación, sino el Estado de partidos, un régimen de escuadrones al servicio del Estado que ocultan sus ambiciones creando nuevas memorias episódicas mediante el consenso expresado en los medios de comunicación. Y es ahí donde os encontráis ahora, sumidos en la confusión de una memoria reconstruida de forma bastarda. Unos porque habéis olvidado, otros por pertenecer a generaciones jóvenes, los más por comodidad, habéis dejado vuestra memoria histórica a merced de los escuadrones monárquicos. Habéis asimilado de forma incruenta todos los tópicos sobre nuestro régimen de poder y los habéis sintetizado de forma adefésica. Quizás al leerme pensareis que intento contaminaros con meras opiniones, quizás penséis que sobra la información hoy en día, que hay demasiada. Si es así como pensáis permitidme que contraste vuestras informaciones con los hechos y con la ciencia política. Dejadme que sea radical y que prescinda de ideologías para poder explicar con argumentos racionales dónde nos encontramos. Lo haré de la mejor forma que sé, escuchando cómo os expresáis. Os mostraré con diez síntesis cómo los argumentos de la monarquía de partidos son adefesios políticos.
La palabra adefesio, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa, en una de sus acepciones, persona o cosa ridícula, extravagante o muy fea. La palabra adefesio viene del latín ad Ephesĭos, que significa relativo a los efesios. Su actual acepción tiene reflejo en un curioso relato aparecido en la Biblia, en los Hechos de los Apóstoles. Éfeso era una importante ciudad romana situada en la costa del mar Egeo, en lo que hoy es Turquía, cuando Pablo de Tarso la visitó como evangelizador cristiano. En aquel tiempo, la ciudad de Éfeso era un importante centro de culto a la diosa romana Diana, diosa de la caza y protectora de la naturaleza, que se corresponde con la diosa Artemisa en la mitología griega, y en honor a la cual se construyó un templo en Éfeso, considerado como la más bella maravilla de las siete del mundo antiguo por Antipatro de Sidón. Aquel templo fue destruido por un incendio en el 356 a.C., pero cuando Pablo de Tarso visitó Éfeso, el culto a Diana era una de las principales actividades de la ciudad. Demetrio el platero obtenía grandes beneficios económicos con la venta de estatuillas de la Diosa y, temiendo un descenso en sus ganancias por las palabras cristianas de Pablo, provocó una revuelta multitudinaria contra los evangelizadores cristianos. Los intereses económicos de los plateros encendieron la chispa del fanatismo religioso en contra de aquellos que expresaban una realidad espiritual diferente. ¡Grande es Diana de los efesios!, gritaron enfurecidos arrastrando tras de sí a los efesios. ¡Grande es Diana de los efesios! Y prendieron enloquecidos a varios evangelizadores cristianos. Uno de ellos, Alejandro, les contesto extrañado, ¿por qué armáis tanto ruido cuando nadie ha negado que Éfeso adore a Diana?
Añadir comentario
Comentarios