«Es virtud del hombre político la de convertir los males en bienes. No en vano, reza el adagio popular que «no hay mal que por bien no venga".» 1 Este sorprendente fragmento del discurso de fin de año pronunciado por Franco en 1973, poco después de la muerte de su fiel presidente de Gobierno Luis Carrero Blanco, continúa siendo objeto de mil cabalas más de treinta años después de aquellos acontecimientos.
Hoy nadie duda que el atentado que acabó con la vida del militar santanderino fue obra de ETA, pero es más difícil encontrar a alguien que sostenga que sólo la organización vasca estuvo implicada en la voladura de Carrero. Las discrepancias surgen a la hora de intentar determinar quiénes apoyaron aquella acción. Lo que sí está claro es que la verdadera historia y todas las ramificaciones del sumario 142/73, correspondiente al asesinato de Luis Carrero Blanco, se han intentado ocultar, simplificando las conclusiones de la investigación sobre el atentado reivindicado por la organización armada vasca.
Una de las hijas del almirante, Carmen Carrero Pichot, cree que a los autores del atentado se les dejó actuar: «Después de asesinado mi padre, esa noche, las carreteras estuvieron sin vigilancia. Amigos míos salieron de Sevilla para Madrid y nadie les paró. Pilar Careaga, que era alcaldesa de Bilbao entonces, llegó a Bilbao sin que nadie la parara. Las fronteras estaban abiertas... Bueno, yo no sé... A mí me parece extraño y rarísimo 2 ».
De la misma opinión es el general Manuel Fernández Monzón, que formó parte del Servicio Central de Presidencia de Gobierno creado por orden del propio Carrero:
Los mismos etarras, en la Operación Ogro, dicen que estuvieron seis meses vigilando la puerta principal de la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle de Serrano, desde la parada de autobús de la acera de enfrente, que está prácticamente en la puerta de la embajada norteamericana. Eso, con la vigilancia enorme que hay allí, resulta pintoresco. Tanto como que los norteamericanos no se enteraran, con detectores de todas clases, de que se estaba perforando un túnel a 80 metros de allí, en la calle de Claudio Coello. Y un tercer dato: Carrero muere a las 9.30 del día 20 de diciembre y el día anterior había estado seis horas reunido con Kissinger. Nadie sabe de qué hablaron, porque la reunión se prolongó y no le dio tiempo a despachar con nadie después. Que los norteamericanos propiciaran aquel asesinato, o que lo permitieran, o que lo sabían... Esas casualidades las dejo ahí. 3
Según el periodista Manuel Cerdán, que ha investigado a fondo el atentado contra Carrero, 4 en la fase de preparación del atentado, hay varios días durante los cuales coinciden en Madrid más de treinta miembros de ETA, «que se mueven por la capital impunemente, sin que las Fuerzas de Seguridad detecten su presencia. Alquilan pisos y coches, sustraen vehículos, hacen reformas en las viviendas, compran locales, van y vienen en tren y automóvil, hacen prácticas de tiro en los alrededores de la capital y hasta se permiten el lujo de vigilar de cerca al sucesor de Franco».
El mismo 21 de diciembre de 1973, el diario Ya señala: «La víspera del atentado, dos jóvenes colocaron descaradamente, en 50 metros de fachada, unos cables que conectaban el explosivo con el detonador». El mismo día que Kissinger está en Madrid, y lo hacen a menos de 100 metros, en línea recta, de la embajada norteamericana. El coronel José Ignacio San Martín, primer jefe del SECED y hombre de confianza del almirante, también tiene sus dudas de que sólo ETA estuviera detrás del atentado. Considera que, en 1973, la organización todavía no tenía gran preparación técnica, pero que el atentado tuvo éxito más por negligencias de los servicios de seguridad que por extrañas complicidades: «Es rigurosamente cierto que el entonces director general de la Guardia Civil, teniente general Iniesta, días antes del asesinato, me informó sobre la intención de ETA de secuestrar al almirante y a su esposa». 5 San Martín, al contrario que otros de sus antiguos colegas, se muestra categórico a la hora de rechazar la participación de los servicios de inteligencia estadounidenses en el atentado:
A la CIA, como a la Administración norteamericana, no le gustaba el Régimen, pero también era consciente de que ese régimen era una garantía de la presencia estadounidense en España. Un atentado de esa naturaleza podría traducirse en un golpe para el propio régimen y preludio, por lo tanto, de no pocas incógnitas.
Desde luego, si se tiene en cuenta el resultado final de la transición del franquismo a la Monarquía, no parece que los norteamericanos salieran precisamente muy damnificados con la desaparición de Carrero.
En 2003, cuando se cumplen treinta años de la muerte del almirante, los redactores del programa de TV3 30 minuts consiguen ponerse en contacto con un portavoz de la CIA, que declina la invitación de dar su opinión sobre las circunstancias del atentado. «La CIA no tiene nada que ver en eso», replica. Y tampoco ninguno de los miembros de la Agencia destinados en Madrid durante aquellos años quiere participar en el programa o accede a ser entrevistado. Por otra parte, todos los documentos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado que tienen que ver con el asunto no aportan ninguna luz: la mayor parte de los párrafos están tachados.
EL ATENTADO
El 20 de diciembre de 1973, el almirante Luis Carrero Blanco se convierte en la segunda víctima mortal de ETA a consecuencia de un atentado. Antes, en 1968, la organización vasca había asesinado al comisario Melitón Manzanas, destacado miembro de la siniestra Brigada Político-Social franquista. Antes de decidirse por acabar con la vida del almirante, ETA pretendía secuestrarlo para negociar su libertad a cambio de la excarcelación de varios presos políticos. Pero el 9 de junio de 1973 6 es nombrado presidente de Gobierno y la posibilidad de seguir adelante con el secuestro se complica, al reforzarse su escolta. Sin embargo, continúa realizando todos los días la misma ruta con idénticos horarios.
Vive en la calle de Hermanos Bécquer, a 50 metros de la embajada norteamericana y todos los días va a oír misa y a comulgar a la iglesia de San Francisco de Borja, situada frente a la legación diplomática. Nada más terminar, sube a su vehículo oficial, que circula por la calle de Serrano, hasta girar a la izquierda por la de Juan Bravo. Después, vuelve a girar a la izquierda y enfila la calle de Claudio Coello. Cuando llega a la altura del número 104, se produce una enorme explosión. El Dodge Dart negro en el que viaja el presidente de Gobierno es lanzado a más de 20 metros de altura y cae en una terraza interior de la residencia del provincial de los Jesuítas, que ocupa, por la parte posterior, la manzana en la que está la iglesia de San Francisco de Borja. Los tres ocupantes del vehículo resultan muertos, Carrero, su chófer y uno de sus escoltas. 7
En la calle queda abandonado un coche Morris, aparcado en doble fila y cargado de explosivos, que tenía la misión de obligar al vehículo de Carrero a circular justo sobre el lugar donde se ha instalado la carga de dinamita bajo el pavimento. Por un problema técnico, el Morris no explota. Lo retira la grúa y va a parar a un depósito municipal, sin que nadie descubra los explosivos que contiene. Los miembros del comando advierten de esta circunstancia durante una rueda de prensa que ofrecen cuando ya están a salvo en Francia. En la acción participan directamente cuatro miembros de ETA, integrantes del Comando Txiquía, que recibe este nombre en memoria del jefe de operaciones de ETA militar, Eustaquio Mendizábal, alias «Txiquía», muerto en un enfrentamiento con la policía el 19 de abril de 1973, en la localidad de Algorta, situada a pocos kilómetros de Bilbao. Durante todo un año, los cuatro miembros del comando han trabajado haciendo un túnel bajo el pavimento que tiene la entrada por un sótano del número 104 de la calle de Claudio Coello. Queda clara la autoría de ETA, pero comienzan las especulaciones sobre quién más hay en la trastienda de este magnicidio.
1 El discurso fue leído por Franco en televisión el 31 de enero y, apareció publicado en la Hoja del Lunes del día siguiente. Éste es un amplio resumen del texto:
Españoles:
Sean mis primeras palabras de reconocimiento público a la serenidad, la adhesión y la confianza que el pueblo español me ha ofrecido con motivo del criminal atentado de que fue víctima nuestro presidente de Gobierno y funcionarios que le acompañaban, caídos en el cumplimiento de su deber. El dolor de todos es el dolor de España.
No quiero daros expresión más elocuente de su gran figura que los treinta y dos años de directa y generosa colaboración, durante los cuales demostró su permanente fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y su lealtad acrisolada hacia la Patria. Su muerte ha sido, como fue toda su vida y su obra, un acto más de entrega a España...
Es virtud del hombre político la de convertir los males en bienes. No en vano, reza el adagio popular que «no hay mal que por bien no venga». De aquí la necesidad de reforzar nuestras estructuras políticas y recoger los anhelos de tantos españoles beneméritos que constituyen la solera de nuestro movimiento.
El Caudillo habla después de la cooperación con «la gran familia de los pueblos hispanoamericanos» y de la crisis de la energía. Y vuelve al asunto de Carrero:
En estas horas, el Príncipe de España ha vivido con honda emoción, compartiendo el sentir general de la nación, con la discreción, prudencia y virtudes castrenses que le son familiares, mientras nuestras Fuerzas Armadas, sólido y supremo pilar de la unidad e independencia de la Patria, han sabido, en todo momento, hacer honor a su glorioso historial de dedicación y disciplina, del que nos queda como ejemplo el capitán general de la Armada, don Luis Carrero Blanco, que ha venido a engrosar el patrimonio castrense de entrega y de lealtades.
Teniendo en cuenta que Carrero llevaba junto al Generalísimo más de treinta años, la forma de tratar el tema resulta, por lo menos, bastante curiosa.
2 «Carrero Blanco: El sumari secret», 30 minuts (TV3), 21 de diciembre de 2003.
3 Entrevista personal con Manuel Fernández Monzón.
4 Manuel Cerdán, «Objetivo: asesinar al presidente», El Mundo, 20 de diciembre de 2003.
5 José Ignacio San Martín, Apuntes de un condenado por el 23-F, Espasa, Madrid, 2005.
6 Luis Carrero Blanco nace en Santoña (Cantabria). Ingresa en la Escuela Naval en 1918. En agosto de 1939 es nombrado jefe del Estado Mayor de la Armada y el 7 de mayo de 1940, subsecretario de la Presidencia del Gobierno y consejero nacional del Movimiento. Es elevado al rango de ministro en 1951. Asciende a contraalmirante en 1957 y a almirante en 1966. El 22 de septiembre de 1967 es designado vicepresidente del Gobierno y en junio de 1973, presidente del Gobierno.
7 El día 20 de diciembre de 1973 es asesinada en Madrid una cuarta persona, el joven camarero Pedro Barrios González. No está implicado absolutamente en nada, pero se asusta cuando la policía le da el alto y sale corriendo. Recibe varios balazos por la espalda.
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