Refiere su opinión, a la forma en que España, Portugal y América Latina, fueron adaptadas a las necesidades genéricas gobernadas desde los centros neurálgicos de la Coalición de la Guerra Fría, sin que terminadas las dictaduras hayan visto recuperadas las funciones económicas de un Estado democrático y participativo (las multinacionales desmantelan fábricas y sus obedientes gobiernos desmantelan medios de producción de propiedad, permitiendo el control en España de más del 70% del sector alimentario). La nota predominante son las privatizaciones, alejamiento de las actividades sindicales, sociales e incluso municipales, abandono de las funciones ideológicas, entrega al capital privado de medios informativos antes de titularidad pública, con renuncia expresa del gobierno de Felipe González de entregarlos a colectivos sociales, universidades, sindicatos, etc...
En este sentido no se hizo excepción de las funciones de defensa nacional, "subordinadas a las estrategias del líder de la Coalición de la Guerra Fría. Incluso las funciones de política exterior se sometieron a las directrices de la Coalición, al igual que las funciones administrativas y represivas, que siguieron dependiendo de opciones decididas en órganos de dirección nacidos de la guerra Fría, responsables de decidir a quienes debemos considerar como nuestros amigos o adversario social, político o económico. Quiere decirse, que todo el proceso económico queda en dependencia de decisiones externas. Lo decía a su manera Jacques Delors al afirmar que el futuro de España es ser la Andalucía de Europa. Garcés, aquí, echa de menos una cosa, al decir que la comunidad nacional debería rechazar ser sometida a las consecuencias de semejantes políticas. Espera que los gobiernos que se comportan a sí se conviertan en blanco de la ira popular, al que sus gobiernos son delegados de Poderes externos que nada tienen que ver con la expresión de las libertades e identidad cultural de los ciudadanos.
Intervención sí o no
Londres 1936: "es la convicción del embajador británico en España que la estabilidad del régimen de Franco era la mejor garantía para la neutralidad española, e insiste en que las organizaciones de la inteligencia británica deben por consiguiente ser tenidas en cuenta con las riendas tensas para “que no se involucren con las fuerzas contrarias a Franco”... La única hipótesis para "ayudar a las fuerzas antifranquistas españolas " era "en el supuesto de una invasión alemana."
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