La cosa está clara. El conflicto de Corea, iniciado en 1950, da lugar a un nuevo planteamiento estratégico por parte de Estados Unidos. Ante una Unión Soviética ya dotada de armamento nuclear, la estrategia de respuesta se centra en la única arma capaz de alcanzar los centros de la URSS considerados vitales: los superbombarderos atómicos de largo alcance. Para asegurar ese alcance se hace ineludible la estructuración de una red de bases sobre la que organizar el Strategic Air Command (Mando Aéreo Estratégico), elemento esencial del poderío nuclear estadounidense. El centro neurálgico en Europa de esa estructura militar se va a situar a muy pocos kilómetros de la capital de España.
«La Junta de Jefes Militares está convencida de que, ante los bien conocidos objetivos del Kremlin y las crecientes capacidades militares de la URSS, la falta de colaboración militar entre los países firmantes de la OTAN y España nos afecta de una manera adversa, no sólo en lo que respecta a la seguridad en Europa, sino también a la seguridad en los Estados Unidos», se señala en un memorándum secreto, de fecha 29 de enero de 1951, dirigido al secretariado ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional. Además, se afirma que, ante la posibilidad «bastante probable» de que la situación mundial vaya empeorando, la Junta de Jefes Militares cree «que ha llegado el momento de que los Estados Unidos le den más peso a las consideraciones militares en lo que respecta a España. Se trata de utilizar España para la defensa común no sólo de la península Ibérica, pero no sería realista hacerlo sin contar con la información que nos debe proporcionar el propio Ejército español». España les interesa enormemente y consideran que algo tendrán que ofrecer a cambio de su cooperación.
En un documento anterior, de fecha 15 de enero de 1951, también dirigido al Consejo de Seguridad, se señala:
En el caso de un ataque soviético a Europa Occidental, el gobierno español, que ha sido aguijoneado por las naciones occidentales durante años, es perfectamente capaz de ponerse en una situación de neutralidad. Cuanto más se tarde en empezar esta cooperación con España, más estamos alimentando ese sentimiento de neutralidad o, al menos, animando a que los españoles lleguen a poner un precio exorbitante a su cooperación.
Reanudadas las relaciones diplomáticas entre el régimen franquista y Estados Unidos, Truman comienza a estudiar el tema español y, a finales de enero de 1951, el embajador estadounidense en España, Stanton Griffis, recibe información al respecto. Entre sus instrucciones está la recomendación de proponer a Franco un nuevo Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con España. 9 José Félix de Lequerica, embajador español en Washington, ya ha obtenido, a finales de 1950, la aprobación de una ayuda de 62,5 millones de dólares, con lo que España se convierte en el único país europeo que recibe ayuda norteamericana a través de la ECA (Economic Cooperation Administration) —creada para distribuir las asignaciones del Plan Marshall—, sin haberla pedido oficialmente y sin mediar aún acuerdo bilateral alguno.
9 Citado por Eduardo Martín de Pozuelo en el mismo artículo.
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