LA HORA DE TREVIJANO: IV LA VERDAD EN LA HISTORIA DE LA DEMOCRACIA

Publicado el 3 de diciembre de 2021, 23:02

Pero la influencia de las revoluciones europeas del 48 en el pensamiento de la izquierda durante la segunda mitad del siglo XIX fue causante de que la palabra democracia terminase por significar la extensión del voto al sufragio universal y las aspiraciones de los movimientos populares a la justicia social. Lamartine dirá, en una circular del Ministerio de Asuntos Extranjeros de 1848, para declarar las intenciones pacíficas de la II República, que «la democracia hacía temblar a la vez los tronos y los fundamentos de las sociedades», y que los pueblos «piden más igualdad y democracia a medida que están más inspirados por la justicia».

La expresión «partido democrático», incluida en el Manifiesto comunista redactado por Marx, fue legitimada en ese mismo año de 1848 por Gottlieb Christian para designar al partido del pueblo: «De hecho, todos los partidos pueden gobernar; de derecho, sólo el democrático.» La democracia era una ideología social y no una forma de gobierno.

John Stuart Mill, que habló en 1835 de «doctrinas democráticas» para referirse a la de Tocqueville, llamó luego «movimiento democrático», en 1845, al de las clases operarias surgido del enfrentamiento cartista. Y a Disraeli se debe el primer intento de separar la forma democrática de gobierno del espíritu democrático de la Constitución, y la reivindicación de la democracia política como un título de honor.

«Hay dos proposiciones que, a primera vista, parecen contradecir las opiniones populares actuales, y que son, yo creo, justas y verdaderas. En primer lugar, no hay probabilidad alguna de establecer jamás una forma de gobierno más democrática que la actual Constitución británica. En segundo lugar, los recientes cambios de la política whig son, de hecho, una desviación con relación al espíritu democrático de esta Constitución.» No es momento de analizar por qué Disraelí llamó democracia al sistema tradicional parlamentario, y no quiso dar ese privilegio a los colonos de ultramar que se rebelaron contra el parlamentarismo.

Lo que importa destacar aquí es que la osadía de Disraeli de llamar democracia a lo que todos llamaban Monarquía parlamentaria o gobierno representativo, y que hoy se ha convertido en tópico, desafió las convenciones y creencias de su tiempo, que veían en la democracia y llamaban democrático al movimiento reformista o revolucionario de las estructuras sociales.

La réplica a la presunción inglesa vino de Lincoln. El Congreso de Estados Unidos de 1854 adoptó la doctrina de la soberanía popular, promovida por Stephen Douglas, para poner en manos de los habitantes de cada uno de los nuevos Estados la decisión de permitir o prohibir la esclavitud en su territorio. Lincoln se levantó contra la tesis de la indiferencia oficial ante una violación tan grave de la igualdad natural. Y en la guerra civil vinculó la democracia a la Humanidad en interés de todo el pueblo.

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