LA HORA DEL DESPERTAR DEL LEÓN: Ridiculizado hasta la liberación / En retrospectiva

Publicado el 6 de diciembre de 2021, 20:31

Nuevamente, tenemos dos perspectivas distintas en la Mente y la Consciencia. La Mente sólo puede ver unos pocos párrafos, mientras que la Consciencia se ha leído el libro entero. En realidad, lo ha escrito. Para hacer lo que hice hace escasos años tuve que liberarme de la cárcel en la que vive casi todo el mundo. Es una cárcel que desconecta la Mente de la Consciencia, y que cada día mantiene esclava a la humanidad de un sistema creado y dirigido por unos pocos para ese mismo fin. Es el temor a lo que puedan pensar los demás. La mayoría de los seres humanos no vive la vida que desearía ni cuenta sus verdades lisa y llanamente. Está aterrorizada por cómo puedan reaccionar los demás —padres, maestros, «amigos» y vecinos— si sus perspectivas y estilos de vida no se corresponden con las «normas» en las que se basa este asilo lunático. Agachan la cabeza y callan. (No seas el clavo que destaca por encima del resto porque serás el primero en ser golpeado). En pocas palabras, no está viviendo su verdadera vida ni expresando su singularidad y sus deseos; se conforma con lo que dicta la sociedad y sus padres, profesores, «amigos» y vecinos -la Policía del Pensamiento- acerca de cuáles deberían ser los límites de sus vidas y sus perspectivas. ¿Cómo podría escribir y hablar en acontecimientos públicos sobre los conceptos desafiantes y muchas veces «extraños» de mis libros si todavía me importara lo que los demás piensan de mí? ¡Imposible! Estaría elaborando la información, incluso dejando fuera parte de ella por mi preocupación sobre lo que pudieran pensar de mí. Gracias a esa arremetida contra mí a principios de 1990 se abrió la puerta de la cárcel. Iba a hablar lisa y llanamente de la verdad, y si a la gente no le gustaba, peor para ella. Debe creer en otra cosa, me da lo mismo. Cuando uno se enfrenta hasta tal magnitud de ridículo como el que yo soporté año tras año, o bien se «viene abajo» y se deprime, o bien deja de importarle lo que piensen los demás y hace un gran avance. Escapa del redil llamado «¿Qué pensarán los demás?». El ridículo pudo haber sido una pesadilla para mi Mente insegura y perpleja, pero la Consciencia sabía por qué tenía que ocurrir. Me liberó y desprogramó a la Mente para que pudiera abrirme a la Consciencia, y eso fue esencial para lo que tenía que hacer. Tal y como me reveló esa comunicación «psíquica» en los primeros días de mi despertar:

El verdadero amor no siempre le da al receptor lo que a él le gustaría, pero siempre le dará lo que es mejor para él. Por eso, da la bienvenida a todo y acepta todo, tanto si te gusta como si no. Reflexiona sobre lo que no te guste y trata de ver por qué ha sido necesario. La aceptación será entonces mucho más fácil.

En retrospectiva...

todavía faltaban muchos meses para que empezara a comprender lo que me había ocurrido, y muchos años para que al fin lograra encajar todas las piezas. En aquel montículo de Perú tuve una experiencia «kundalini» de gran magnitud. Tal y como he dicho antes, el cuerpo «físico» está conectado con otros «cuerpos» de energía y con la Consciencia ajena a los cinco sentidos a través de esos vórtices llamados «chakras». Como veremos, incluso esto es sólo una percepción de la realidad. Tenemos chakras en todo el cuerpo, si bien siete son los más importantes. Cada chakra representa un distinto nivel del ser. Por ejemplo, el chakra que está encima del ombligo, el Manipura, es la conexión con nuestro nivel emocional, y por eso sentimos las emociones como el miedo y la preocupación en la región del estómago. Llamamos a esa sensación «tener mariposas en el estómago», pero en realidad la sensación procede del chakra Manipura, que la trasfiere al plano «físico». Los chakras se conectan con el cuerpo mediante las glándulas del sistema endocrino, como la glándula pineal, la pituitaria y la tiroides, y su estado vibracional afecta al cuerpo de infinitas maneras. El punto de equilibrio de los tres chakras inferiores («físicos») y los tres superiores («mentales y espirituales») es el chakra del corazón, el Anajata. Desde aquí podemos equilibrar los planos físicos y no físicos de nuestro ser, y también es un punto de conexión con nuestros niveles superiores de conocimiento intuitivo: la Consciencia. La experiencia kundalini ocurre cuando el chakra del extremo inferior de la columna vertebral, el Muladhara, libera una energía sumamente poderosa. Itzhak Bentov describe este proceso en su libro titulado Stalking the Wild Pendulum.

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