Los norteamericanos imponen unas condiciones leoninas, porque saben que la firma de los acuerdos otorga carta de naturaleza internacional a la dictadura de Franco, muy aislada hasta ese momento. Tres acuerdos del Ejecutivo norteamericano, que no precisan ser ratificados por las Cámaras representativas de Estados Unidos, convierten a España en una aliada subalterna de la primera potencia occidental y permiten al Gobierno de Eisenhower establecer una nueva plataforma anticomunista en una zona con enorme importancia estratégica. El acuerdo de defensa autoriza el establecimiento de bases aéreas y navales —y otras instalaciones militares complementarias— «de utilización conjunta», bajo el mando y la soberanía españoles. 16 No se concreta el número de instalaciones ni las obligaciones mutuas en caso de guerra. Las negociaciones fijaban un máximo de ocho o nueve bases, pero Estados Unidos considera suficiente construir cuatro importantes, además de una serie de establecimientos especializados anexos. «Al margen de lo que esos acuerdos significaron como apoyo al régimen de Franco, las unidades empiezan a recibir ayuda norteamericana en material: casi siempre se trata de material de desecho, o casi, procedente de la Segunda Guerra Mundial y de la de Corea», señala Fernando Reinlein. 17 «Además, habrá que pasar por la humillación de presentar periódicamente ese material a la inspección de técnicos estadounidenses.»
El acuerdo de ayuda económica engloba los préstamos recibidos por España en 1951 y 1952, durante las negociaciones, y la amplía a 226 millones de dólares hasta junio de 1954. España, según los términos del acuerdo, debe utilizar ese apoyo financiero para estabilizar la economía, equilibrar el presupuesto y promocionar la economía de libre empresa. La discriminación norteamericana ante la débil posición internacional de Franco queda clara al retener hasta un 60 por ciento de la ayuda para los gastos norteamericanos en España, cuando similares acuerdos con otros países fijan la cantidad en un 10 por ciento.
Por último, el acuerdo de asistencia defensiva mutua estipula obligaciones por ambas partes, como préstamos de materiales y servicios requeridos para la mayor eficacia del pacto, intercambio de patentes y «promoción de la paz». Se establece el plazo de un año para poder denunciar los acuerdos. Además, el Gobierno de Franco tiene que mantener la estabilidad de la peseta y cooperar con Estados Unidos en el
control del comercio «con las naciones que amenazan la paz». Y aún queda un punto fundamental: España debe «aceptar todo el personal estadounidense como miembro de la Embajada». La CIA ya puede colarse, con toda facilidad, por unas puertas abiertas de par en par.
16 Instalaciones de uso militar norteamericanas en España.
De acuerdo con el diseño estratégico norteamericano que se hace entre 1953 y 1959, las principales instalaciones son tres bases aéreas: Sanjurjo-Valenzuela (en las inmediaciones de Zaragoza), Torrejón de
Ardoz (en las cercanías de Madrid) y Morón de la Frontera (próxima a Sevilla), y una base aeronaval localizada en Rota (Cádiz), que funciona como complejo portuario, aeronaval y submarino y es cabeza del oleoducto de 485 millas que sirve combustible a las otras bases. El oleoducto recorre el complejo militar a través de El Arahal, Écija, Ciudad Real y Alcalá de Henares (este oleoducto fue transferido al gobierno español en virtud de la renovación del acuerdo en 1970). A estas cuatro bases hay que añadir dos bases aéreas secundarias: San Pablo, que en la actualidad es aeropuerto de Sevilla y ha funcionado como centro de comunicaciones y de suministro de servicios, y el aeródromo de Reus, base de aviones de combate y aeropuerto civil.
Además, dos bases navales secundarias: El Ferrol, centro de almacenamiento de combustibles y suministros, y Cartagena, que tiene un depósito de municiones. Como complemento, una red de instalaciones de comunicación: en Puig Major, Mallorca, se instaló la estación que sirve de enlace entre los servicios de la OTAN en Italia y Gibraltar. Otras estaciones en Menorca, Guardamar de Segura, Images, San Pablo, Humosa y Elizondo. Y las estaciones de navegación de Estaca de Bares y Estartit.
17 Fernando Reinlein, Capitanes rebeldes, La Esfera de los Libros, Madrid, 2002.
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