LA HORA DE TREVIJANO: (IV) LA VERDAD EN LA HISTORIA DE LA DEMOCRACIA

Publicado el 9 de diciembre de 2021, 22:05

¿Cuál fue su error sentimental o doctrinal? Está en su discurso de Bayeux: «Todos los principios y todas las experiencias exigen que los poderes públicos, legislativo, ejecutivo y judicial, estén netamente separados y fuertemente equilibrados, y que por encima de las contingencias políticas se establezca un arbitraje nacional que haga valer la continuidad en las combinaciones.» La idea de arbitraje está dentro de la herencia que dejaron las Monarquías constitucionales mediadoras en el conflicto de clases, pero es extraña e incompatible con la democracia. Que no admite árbitros institucionales, como propuso Constant, porque no puede haber poder neutral que no tienda él mismo al abuso. Este error introdujo en la V República la separación entre un presidente elegido por sufragio popular y un primer ministro designado por aquél, pero sometido a la confianza de la Asamblea, con lo que se anuló el efecto de la separación de poderes entre ejecutivo y legislativo. Francia se quedó a medio camino de la democracia.

La finalidad de esta investigación sobre la realidad y la idea de la democracia en Europa ha sido la de salir al paso de dos falsas creencias. La primera de ellas, la más extendida desde que la fundamentó Tocqueville, considera que la democracia como forma de gobierno es una mera consecuencia, en las instituciones, de la igualdad de condiciones sociales en las costumbres. La otra, más alambicada pero igualmente perniciosa, no ve en la democracia un remate de la libertad política para garantizar su permanencia, sino un medio o modo de producir más y más libertades. Esta fue la concepción de A. Koestler: «La cantidad de libertad individual que un pueblo puede conquistar y conservar depende de su grado de madurez política. La capacidad de un pueblo para gobernarse democráticamente está en proporción a su grado de comprensión de la estructura y funcionamiento del conjunto del cuerpo social.»

Sin perjuicio de un análisis posterior, me importa destacar ahora que ambas teorías, la democracia como igualdad de condiciones y la democracia como plataforma institucional de conquista de más libertades, pretenden retrasar o impedir la conciencia de la necesidad de la libertad política para llegar a la democracia.

Una, por considerarlo un esfuerzo inútil en las sociedades que no han desarrollado suficientemente la igualdad de condiciones en sus estructuras y costumbres sociales. Otra, por aplazar a las calendas griegas la conquista de la libertad política, llamando democracia a los sistemas estatales de oligarquías políticas, y sosteniendo que las libertades deben ser otorgadas por el Estado, pero no conquistadas por los ciudadanos.

La investigación histórica nos ha permitido conocer tanto el origen de la confusión terminológica de la palabra democracia, como el desdichado momento, que sitúo en la República de Weimar, en que la Gran Mentira se generalizó en los Estados europeos, gracias al sistema de escrutinio proporcional y a la doctrina ideológica de los mejores juristas y filósofos de aquella época.

Y desde entonces la democracia europea designa una corrupta forma de gobierno oligárquico, bajo la denominación de «Estado social y democrático de Derecho». El actual Estado de partidos. Al que la cultura política italiana aportó dos de los cuatro «filones» de su tradición parlamentaria a la francesa: el fácil acomodamiento y el espíritu de combinación. Los otros dos, los que le llevaron a la unidad nacional, la resistencia tenaz y la lucha de vanguardias imaginativas, quedaron agotados con el fascismo y la derrota bélica. Por eso no es de esperar que la crisis de la partitocracia abra una «vía italiana» a la democracia en Europa. Aunque haya sido ejemplar y estimulante la determinación de una parte de su Magistratura en la lucha contra la corrupción de gobiernos y partidos. Las corrientes intelectuales de la postmodernidad y del eclecticismo han esterilizado a la actual inteligencia italiana para la creación teórica en materia política.

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