LA CIA EN ESPAÑA: 4. COLONIZADOS POR LA CIA

Publicado el 10 de diciembre de 2021, 21:12

Algunas de las técnicas de captación empleadas por los militares de Estados Unidos son elementales pero muy eficaces. Por ejemplo, el caso del campechano general norteamericano que se acerca a un comandante o un capitán español pronosticándole una larga y fructífera carrera profesional. Y a continuación, le pide que siga manteniendo contactos con él. En otras ocasiones, se va más lejos: «Cuando se cae en la primera tentación y se coge dinero, ya te tienen trincado», prosigue Vinuesa. «Eligen a los que son "vulnerables" por ambición profesional, por el sexo o por asuntos económicos. Había gente que tenía trampas para cazar elefantes. Aquí no se nos pagaba bien a los militares. Buscaban al que se había comprado una casa y estaba ahogado con la hipoteca... Ellos controlaban todo eso. Como, además, no te sentías traidor...»

Se suele empezar por las «colaboraciones» más llevaderas, pero luego vienen las cloacas. «Como filmar las relaciones homosexuales de la hija de un personaje político», señala Vinuesa. «Con lo que suponía una cosa como esa en los años sesenta o setenta. O un pagaré sin cumplir las propias relaciones homosexuales del personaje... Muchas veces provocadas por un cebo. Esas son prácticas normales en los servicios secretos. Mecanismos para doblegar la voluntad de alguien a quien se quiere manejar.»

Por otra parte, las bases de «utilización conjunta» se convierten en reductos donde
los norteamericanos hacen lo que quieren sin que nadie les fiscalice. «Yo visité la base de Morón con motivo de un curso de cooperación aeroterrestre», relata el general Fernández Monzón. 5 «Y un día que salí a pasear por el interior de las instalaciones, con un compañero, vi cuatro gigantescos B-52, cercados con vallas de restricted area. Le dijimos al jefe de la base, un coronel español, que nos gustaría mucho observar los aparatos de cerca, y él nos contestó: "Toma, y a mí, pero no permiten que nadie se acerque". Aquí, los norteamericanos han hecho siempre lo que han querido; sólo se ha sabido lo de la bomba de Palomares.»

En 1970, cuando se produce la entrega a España del oleoducto Rota-Zaragoza, que hasta entonces había estado controlado por los estadounidenses, Fernández Monzón tiene el rango de capitán. Está previsto que, a partir de ese momento, la conducción se utilice no sólo para cubrir las necesidades de las Fuerzas Armadas, sino también, a través de Campsa, para usos civiles. «Se pretendía definir el oleoducto como "instalación petrolera civil"», recuerda el hoy general en la reserva.

«Pero ellos insistieron en que figurara en los acuerdos, expresamente, como una instalación militar española. Al final, hubo que registrarla así, aceptar lo que querían los norteamericanos, porque, de ese modo, al no ser civil, su ejército siempre tiene derecho a utilizarla. Además, impusieron unas condiciones onerosas en el funcionamiento del oleoducto. Por ejemplo, en caso de emergencia, hay que detener inmediatamente todo el bombeo de productos españoles, gasolina y cualquier crudo, y tienen prioridad el queroseno y los productos de sus fuerzas armadas.»

En 1953, tras la firma de los acuerdos de cooperación, empiezan a viajar a Estados
Unidos, para realizar los correspondientes cursos de formación, los oficiales del Ejército
del Aire que van a pilotar aviones T-33 y F-86. Una ocasión inmejorable para que los
instructores hagan proselitismo. «Los cursos duraban un año y, durante ese tiempo, los
instructores intentaban captar a quienes más les interesaban», explica el capitán José
Ignacio Domínguez, antiguo miembro de la UMD (Unión Militar Demócrata). 6

«Cada vez que se traían nuevos aviones había cursos de ese tipo. Para el F-104 y, sobre todo, para el F-5. Lo tenían todo controlado. Por ejemplo, el profesor de inglés de la Academia del Aire era un capitán de las Fuerzas Aéreas norteamericanas que siempre nos estaba sondeando. Decían que las bases eran conjuntas, pero en realidad eran sólo suyas. Recuerdo que, cuando estuve destinado en Morón, de teniente, un día iba a salir de la base y no me dejaron los norteamericanos. El capitán del cuartel, un español, no pintaba nada allí, era un cero a la izquierda.»

 

5 Entrevista personal con Manuel Fernández Monzón.

6 Entrevista personal con José Ignacio Domínguez.

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