LA SOCIEDAD CARNÍVORA: Prólogo, Miguel Grinberg (32-44)

Publicado el 13 de diciembre de 2021, 3:59

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¿Cuál es la respuesta? Sepamos desde el vamos que aunque la respuesta
sea no violenta, amable, civilizada, occidental, cristiana, coherente, clara, sensible y amistosa, será invariablemente tachada de comunista por parte del represor enemigo del cambio real, enemigo de la Revolución en el sentido cabal del término. Sepamos que entonces —cuando se formule la respuesta— los buenos burgueses no dirán despectivamente «Bah, no aportan soluciones», sino que llamarán rápidamente a los servicios represores para denunciarnos como «enemigos de la sociedad».
¿Cuál es la respuesta? Resume Marcuse:
a). «Cada uno de nosotros debe crear en sí mismo, e intentar la creación en otros, la necesidad instintiva para una vida sin temor, sin brutalidad y sin imbecilidad. Y debemos tratar de crear la reacción instintiva e intelectual ante los valores de una opulencia que divulga agresividad y supresión en todas partes».
b). «La Izquierda debe tratar de excitar la percepción y la conciencia de otros, y fragmentar el molde de comportamiento y lenguaje del corrupto
universo político, un molde que es impuesto sobre toda actividad política. Se trata de una tarea casi sobrehumana y requiere una casi sobrehumana imaginación, principalmente el esfuerzo para encontrar un lenguaje y organizar acciones que no sean carne y uña con el habitual comportamiento político. Algo que quizá pueda comunicar que lo que hay allí funcionando son seres humanos con necesidades distintas y metas diferentes que todavía no han sido y espero que jamás sean disuadidas».

 

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Esta nueva sensibilidad, este predominio inicial de la calidad sobre la cantidad, este énfasis en la receptividad antes que en la productividad, es sencillo punto de partida a un esfuerzo dinámico. En vez de hablar de generalidades, es preciso discutir particularidades.
Las células de acción dentro del aparato cultural, los mini organismos de coordinación revolucionaria, deben eludir sistemáticamente todas las tentaciones y urgencias heroicas que conducen a revueltas estériles, primitivas. No es muy seguro que los jóvenes de hoy vean el clímax de la Revolución, pero es posible trabajar alegremente para la creación de su aurora.
Básicamente, la oposición radical consiste en crear (y sugerir) un nuevo estilo de vida distinto al ofrecido por el Sistema. Las investigaciones, para trasformar la realidad de acuerdo a la «nueva sensibilidad» impulsan a establecer pequeñas escuelas (o grupos de estudio) autónomas, fuera del Establecimiento. Aquí, la reflexión y la educación revolucionarias se producen marginalmente pero deben ser comunicadas a la mayor cantidad posible de personas. En cualquier (y todo) lugar, los opositores radicales pueden constituir foros libres e independientes que enfoquen las condiciones locales y programen decisiones que afecten esa realidad, que preparen las condiciones de su liberación. Resulta vital que estos Centros editen publicaciones informativas —tipografía o mimeógrafo, abiertas o clandestinas— a fin de contrarrestar, aunque sea en pequeña escala, el caudal mentiroso de los medios masivos. La comunicación con los miembros alertas de la comunidad es capital. Obviamente, y ésta es una opción forzada por la violencia de los regímenes ultratotalitarios, en casos extremos (sirve como ejemplo el Partido Pantera Negra norteamericano, una minoría de color en un ambiente mayoritario hostil) puede ser necesario armarse para la autodefensa.
El crisol revolucionario citado, no sólo se pone en marcha para programar cambios de fondo, sino que como expresión de una minoría activa debe servir para desnudar al Sistema. Es preciso denunciar la violentación de la vida cultural, exponer la futilidad del sistema de enseñanza y el contenido miserable de esa enseñanza, definir situaciones sociales mediante la demostración del modo en que se produce la colonización, documentar situaciones de explotación, llamar a las cosas y a los farsantes por su nombre, enumerar a los beneficiarios del privilegio, detallar los vicios de la burocracia y las consecuencias de la mediocridad administrativa, levantar inventarios de problemas y de sus soluciones posibles, explicar cómo trabaja la reacción para sofocar la creatividad renovadora, MOSTRAR CÓMO, POR QUÉ Y PARA QUÉ EL OPOSITOR RADICAL SE ASUME COMO HOMBRE NUEVO.
Por ejemplo, mientras los diarios argentinos dicen que todo en Corrientes era un mínimo problema de tarifas en el comedor estudiantil, hay que exponer la bastardización de los estudios, la prohibición para expresarse políticamente, la frustración joven tras catorce años de falsa libertad, las genuinas (y amordazadas) inquietudes del universitario. Mientras la mayoría de los ciudadanos domesticados consume carradas de datos estériles, los opositores radicales pueden aportar a la minoría ansiosa pistas revolucionarias, fundar universidades paralelas, comunidades urbanas y rurales, periódicos informativos, talleres, bibliotecas.

La Revolución no es privilegio de un grupo determinado sino derecho de todos los que se sienten portadores y gestores de ella. La Nación no es
patrimonio de un clan determinado sino que es responsabilidad de todos los que en ella habitan. La Liberación sólo es delito cuando los que mandan son meros, opacos administradores de la mentira, la barbarie y la esclavitud.

Aquí y ahora, la Nueva Izquierda es humilde vanguardia de un fervor que espera, postergado, el momento de injertarse en el cuerpo revolucionario de un país ávido de emancipación.

En las fauces de la Sociedad Carnívora, es posible recordar versos de William Blake:

«¿Por qué tiembla la honradez y, [como un asesino, busca refugio contra los reproches [de su inmortal condición?
¿Es preciso que el hombre generoso [tiemble y abandone su alegría al ocioso, a la pestilencia qué se burla de él? ¿Quién ordenó [esto? ¿Qué Dios? ¿Qué Ángel? ¿Para qué apartar de toda experiencia [a los hombres
generosos hasta que los que no lo son satisfagan sin restricciones las energías [de la naturaleza?
¿Por qué la piedad se ha convertido [en un comercio, la generosidad en una ciencia mediante la cual los hombres se [enriquecen y los arenosos desiertos son abandonados [a los fuertes?
¿Qué Dios es ese que promulga [leyes de paz y se viste de tempestades?
¿Qué Ángel de piedad está sediento [de lágrimas y se refresca con suspiros?
¿Qué rampante bellaco predica la [abstinencia y se envuelve con grasa de cordero? ¡Ya no quiero [seguir, ya no quiero obedecer!».

 

Miguel Grinberg, Buenos Aires, junio de 1969.

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