Roma contra Cartago

Publicado el 13 de diciembre de 2021, 20:20

Era casi inevitable. Sólo quedaban ellos en el Mediterráneo, romanos y cartagineses, pero el Mediterráneo no era suficiente para contenerlos. Sucesivos tratados comerciales no lograron atemperar el creciente antagonismo de los colosos, que desembocó, primero, en guerra fría y, después, en guerra caliente: la primera guerra púnica.
Durante veintitrés años, entre -264 y -241, romanos y cartagineses se enfrentaron por tierra y por mar. Es admirable que los romanos, pueblo de campesinos sin tradición naval, fuesen capaces de improvisar una escuadra de guerra copiando una nave enemiga que encontraron varada en una playa. Más admirable todavía es que venciesen en algunas batallas navales y que finalmente se alzaran con la victoria. Los
términos de la rendición fueron severos: Cartago cedía Sicilia y Cerdeña, desarmaba su escuadra y se obligaba a satisfacer una crecida indemnización. El Mediterráneo iba camino de ser el Mare Nostrum (nuestro mar) de los romanos.
Los humillados cartagineses decidieron compensar la pérdida de sus bellas islas conquistando España. Además, de alguna parte tenían que sacar oro y plata, que necesitaban para pagar las indemnizaciones. Más les valía explotar a fondo y directamente las minas de Cartagena y sierra Morena. El prestigioso general Amílcar Barca desembarcó en Cádiz y, alternando hábilmente la diplomacia con la guerra, consiguió dominar a los desunidos indígenas tras siete años de dura campaña. Cuando ya había vencido a los últimos resistentes peligrosos, los caudillos celtas Indortes e Istolacio, se ahogó en un río durante una escaramuza. Sus hijos Asdrúbal y Aníbal Barca (A la muerte de Amílcar le sucedió Asdrúbal el Bello. Fue un político y general cartaginés (ca. 270-221 a.C.), yerno de Amílcar Barca y gobernador de Iberia a la muerte de éste. Acompañó a su suegro a la conquista de Iberia en 237 a.C. En fecha indeterminada, quizás hacia 231-230 a.C., intervino en nombre de Amílcar en el sometimiento de los númidas, sublevados contra Cartago. Desde entonces Numidia pasó a la esfera de influencia de la familia Barca. A la muerte de Amílcar, durante el asedio de Heliké (228 a.C.), sus hijos eran demasiado jóvenes —Aníbal, el mayor, no debía tener más de quince años—. Desde Cartago se resolvió dar el mando del ejército a Asdrúbal. Éste prefirió utilizar la diplomacia antes que la vía militar. De acuerdo con las costumbres diplomáticas de la época, Asdrúbal exigió la entrega de rehenes por parte de los pueblos íberos bajo su control, como forma de asegurarse la sumisión de sus lugares de origen. En 227 a.C., cerca de la antigua población ibérica de Mastia, fundó la importante ciudad y base naval de Qart Hadasht, que los romanos llamarían posteriormente Carthago Nova, la actual Cartagena. En 226 a.C., ante la continua expansión del poderío púnico en Iberia, dos importantes ciudades bajo la influencia griegas, Ampurias y Sagunto, recurrieron a Roma, la cual, temerosa de esta expansión, trató de delimitar el área de influencia púnica. El acuerdo, comúnmente denominado Tratado del Ebro, limitaba la esfera de influencia púnica al Sur del río Iberus, el río Ebro en la actualidad. Asdrúbal hubo de aceptar el acuerdo, debido a que el dominio púnico no estaba aún lo suficientemente establecido como para hacer peligrar la expansión púnica en un prematuro conflicto. Cuando aún no habían pasado siete años desde la muerte de Amílcar, Asdrúbal el Bello fue asesinado en 221 a.C., a manos de un esclavo del rey celta Tago, que vengó con este acto la muerte previa de su señor. El sucesor de Asdrúbal el Bello sería su cuñado e hijo de Amílcar, Aníbal Barca) proseguirían su obra.
Los Barca demostraron ser tan buenos administradores como generales. En unos años, racionalizaron la explotación de las minas, mejoraron las conserveras de pescado y optimizaron, como se dice ahora, el sector del esparto. Eran empresarios modernos, que aportaban nueva tecnología: ingenieros griegos a pie de obra diseñando nuevos aparatos y esclavos africanos picando en lo profundo de los pozos. El país se puso a producir para Cartago, y los jefes indígenas, como obtenían su rebanada de ganancias, colaboraron de buena gana.
En -226, Asdrúbal logró que los romanos accedieran a ampliar la zona de influencia cartaginesa, que apenas sobrepasaba Cartagena, hasta la línea del Ebro. De este modo, Cartagena quedó en una posición central, tan buena para dirigir los asuntos de África como los de España. El negocio marchaba viento en popa, pero cuando Asdrúbal comenzó a acuñar monedas con su efigie, los acaudalados senadores de la república de Cartago se estremecieron detrás de sus cajas registradoras: ¡parece que el general va camino de ser rey! Nunca llegó a coronarse: un esclavo lo asesinó durante una cacería, aparentemente para vengar la ejecución de su amo. ¡Vaya usted a saber!
Quedaba Aníbal, el famoso Aníbal, que a sus veintiún años ya había probado su habilidad como general y como diplomático. Él proseguiría la obra de los Barca.

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