La «Edad de Oro»

Publicado el 14 de diciembre de 2021, 2:20

La tradición hindú habla de distintas «épocas» o «eras» a las que denomina «iugás». La Kritá-Iugá fue su «Edad de Oro», una época en la que no había deseos materiales, enfermedades ni temores. Se dice que siempre había alegría y felicidad, y que aquello que necesitaban las personas «brotaba espontáneamente de la Tierra siempre que la mente lo deseara». Entonces el paraíso concluyó y las posteriores iugás vieron lo que la Biblia llama la «Caída del Hombre» en el miedo, el sufrimiento, la enfermedad, el dolor emocional y una obsesión con el materialismo; es decir, en la realidad de los cinco sentidos. Resulta difícil imaginar el mundo de «Krita-Iugá» desde la perspectiva que tenemos hoy, cuando nuestro objetivo es la competición y la supervivencia, la vida es corta y la enfermedad una pandemia; pero así es como era y volverá a ser de nuevo. Las catástrofes geológicas y la intervención de una fuerza malévola llevaron a su fin la Edad de Oro. El historial geológico y biológico de la Tierra corrobora que ha habido extraordinarias agitaciones, entre ellas tres que ocurrieron en los períodos comprendidos entre hace 14.000 y 15.000 años; 11.000 y 13.000 años; y 7.000 y 8.000 años. Los investigadores D. S. Alian y J. B. Delair escribieron un excelente libro titulado When the Earth Nearly Died en el que comparan las historias antiguas con los registros geológicos y biológicos y muestran que hablan de la misma historia. La mayoría de las personas ignoran que el Himalaya, los Alpes y los Andes sólo alcanzaron su altura actual hace entre unos 11.000 y 13.000 años. Se dice del lago Titicaca, en la frontera entre Perú y Bolivia, que es el lago navegable más elevado del mundo, a unos 4000 metros de altitud, pero hace unos 13.000 años buena parte de esa región estaba al nivel del mar. Recuerdo haber visto a David Attenborough, el realizador de documentales de historia natural más conocido de Gran Bretaña, señalando fósiles de peces y de otros animales marinos en lo alto de una montaña. ¿Cómo puede ser? Porque estas rocas estuvieron en algún momento a la altura del nivel del mar y recientemente, en términos geológicos, también.

Platón, el antiguo filósofo griego (que vivió en el período de 427-347 a. C.) escribió sobre la Atlántida y su desaparición, y en su obra llamada Leyes escribió que la agricultura empezó en alturas elevadas después de que una vasta inundación cubriera todas las tierras bajas. El botánico Nikolái Ivánovich Vavílov estudió más de cincuenta mil plantas silvestres que recolectó por todo el mundo y encontró que sólo se originaban en ocho regiones distintas, todas en terrenos montañosos. Cuando uno reúne todas las pruebas tangibles y los registros antiguos, resulta bastante obvio que la Tierra ha experimentado varios cataclismos geológicos extraordinarios y no únicamente en una ocasión, sino en muchas. Esta situación puede haber turbado fácilmente la escala de tiempo de la «evolución» de la Tierra, porque un maremoto de la magnitud descrita por los antiguos podría haber causado presiones en la superficie de la Tierra de dos toneladas por pulgada cuadrada, y creado así nuevas cordilleras y fosilizado todo en unas pocas horas. Hoy en día las piedras artificiales se crean con presiones de esta magnitud. Cada vez hay más pruebas de que algún acontecimiento extraordinario cambió la superficie de la Tierra en menos de un instante. Se han encontrado árboles intactos fosilizados, y eso sería imposible a menos que hubiera ocurrido en un instante, porque el árbol normalmente se habría desintegrado antes de poder fosilizarse en el período de tiempo que alegan los científicos. También hubo una helada instantánea de algunas regiones, y eso explicaría por qué se hallaron mamuts congelados mientras comían. Todo esto respalda las historias que se han ido trasmitiendo desde los pueblos antiguos de todas las esquinas del mundo. Mientras escribía este libro comprendí cómo y qué medios propiciaron la devastación geológica. Es una noticia sensacional y la explicaré más adelante.

Al parecer, la Atlántida se hallaba en la dorsal Mesoatlántica, que forma parte de una fisura que se extiende unos 65.000 kilómetros. La dorsal Mesoatlántica es una región en la que se encuentran y chocan cuatro grandes placas tectónicas: la eurasiática, la africana, la norteamericana y la caribeña. Es muy inestable geológicamente y una de las regiones sísmicas y volcánicas más importantes. La región en la que supuestamente se hallaba Mu/Lemuria está rodeada de fallas y de actividad geológica en el llamado Cinturón de Fuego. Se dice que las islas como las Azores son restos de la Atlántida, mientras que las islas del Pacífico formaban parte de la tierra conocida como Mu/Lemuria. Tanto las Azores como las islas Canarias (cuyo nombre deriva de los perros o «canes», no de los canarios), experimentaron una extensa actividad volcánica en la época que Platón atribuye al fin de la Atlántida. En sus obras Timeo y Critias, Platón fecha el fin de la Atlántida a unos 11.000 años de antigüedad. El lecho marino que rodea las Azores corrobora que hubo levantamientos geológicos recientemente. La lava tarda en desintegrarse en agua salada quince mil años y, sin embargo, todavía puede encontrarse en el lecho marino de esa región. Otros estudios confirman que durante ese mismo período el lecho marino de esa región estaba por encima del nivel del mar, entre ellos los estudios de la arena de mar recogida en profundidades de entre tres y seis kilómetros. El oceanógrafo Mauricc Ewing concluyó lo siguiente en su artículo publicado en el National Geographic: «O la tierra se hundió tres o cuatro kilómetros, o el mar debió de estar alguna vez tres o cuatro kilómetros por debajo del nivel actual. Cualquier conclusión es asombrosa». La actividad volcánica que provocó el hundimiento de la tierra alrededor de las Azores se ha vinculado, a raíz de las pruebas geológicas y biológicas, al mismo período que presenció la ruptura y el hundimiento de la masa de tierra denominada Appalachia, que conectaba lo que ahora llamamos Europa, América del
Norte, Islandia y Groenlandia. Incluso sus grados de hundimiento parecen guardar una estrecha relación. Buena parte de lo que se atribuye a la supuesta ubicación de la Atlántida puede hallarse en el Pacífico y en la antigua tierra de Mu/Lemuria. A lo largo de los años se ha escrito mucho sobre el famoso Triángulo de las Bermudas -la región entre las Bermudas, el sur de Florida y Puerto Rico-, y es una región que muchas veces se ha asociado con la Atlántida. Esta especulación se ha visto alimentada por el descubrimiento de edificaciones, murallas, carreteras y círculos de piedra sumergidos, e incluso de pirámides, debajo de las aguas de los bancos de las Bahamas, cerca de Birmini y en el interior del «triángulo». También se han hallado murallas o carreteras que crean líneas que se entrecruzan. De hecho, en todo el mundo se han hallado pruebas de ciudades sumergidas y de otras estructuras.

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