De la Edad de Oro a la Edad de Piedra / Genios «primitivos»

Publicado el 17 de diciembre de 2021, 3:51

Aquello que llamamos (muchas veces erróneamente) «vida inteligente» en este planeta se remonta a épocas mucho más remotas de lo que cree la ciencia oficial. Hay numerosas pruebas que lo corroboran, pero la comunidad «científica» se limita a ignorarlas para proteger la versión oficial de la historia de la humanidad. El mundo «antediluviano» fue la «Edad de Oro», en el que había una sociedad mundial que estaba mucho más avanzada tecnológicamente que nuestra sociedad actual. Sé que suena inverosímil, porque los avances sólo ocurren con el paso del «tiempo», ¿verdad? Nadie duda de que el momento actual debe de ser la vanguardia del desarrollo humano. Pero, ¿por qué debería? Observa las antiguas tierras en las que había civilizaciones que sabemos que eran muy avanzadas para su época. Compara el Egipto actual con la increíble civilización que ocupó esa tierra en un momento dado; lo mismo ocurre con Sumeria en el actual Iraq, con el imperio inca en la actual Sudamérica y con muchos otros lugares de todo el mundo. El asunto es que las «civilizaciones» humanas y el conocimiento pueden decaer o avanzar. Imaginemos lo que le ocurriría a la sociedad mundial actual si tuvieran lugar las mismas catástrofes que condujeron al fin de la «Edad de Oro». En pocos segundos seríamos una sociedad primitiva. Si el mundo actual se quedara sin electricidad, ¿qué repercusiones tendría sobre nuestro modo de vivir? Recordemos lo que ocurrió en el período subsiguiente al huracán Katrina en Nueva Orleans, y en todos los demás desastres parecidos. Pensemos en las escenas devastadoras que vemos cuando ocurren terremotos, como el de Haití, e imaginemos lo que ocurriría si en todos estos ejemplos no acudiera ninguna operación de rescate porque el resto del mundo estuviera en la misma situación. Sería como volver a un mundo primitivo, donde cada uno cuida de sí mismo y busca su propia comida y refugio. Y conforme fueran pasando el tiempo y las generaciones, la memoria del mundo tecnológico que tenemos actualmente se iría desvaneciendo con creciente rapidez y sólo perduraría en historias y mitos que se verían cada vez más como leyendas y ficciones fantásticas. La mayoría de las personas negaría que un mundo así hubiese existido jamás, porque ello chocaría con su experiencia diaria. Tendríamos la misma mentalidad de «como nosotros no podemos hacerlo, nadie ha podido hacerlo» que se burló de la idea de que algún día podríamos volar al espacio. La historia oficial de esta sociedad poscataclísmica sólo empezaría con los registros dejados por la humanidad una vez hubiese avanzado de nuevo hasta cierto nivel. Solamente entonces escribiría o simbolizaría su historia y la basaría en relatos trasmitidos oralmente entre las generaciones más antiguas. Para ello tendrían que pasar miles de años tras la destrucción geológica del mundo. ¿Podría ser? Esto es precisamente lo que sucedió después de las catástrofes que destruyeron la Tierra y terminaron con la «Edad de Oro».

 

Genios «primitivos»

 

Tenemos ante nosotros numerosas pruebas que corroboran que el mundo antiguo y prehistórico tenía un conocimiento avanzado, y mientras tanto la «ciencia» oficial trata de descartarlas o sencillamente de ignorarlas a fin de mantener el statu quo. En todo el mundo existen estructuras «misteriosas construidas hace miles de años que las sociedades «primitivas» jamás podrían haber construido. Algunas incluso superan la capacidad de la tecnología moderna. En Baal-bek, al noroeste de Beirut, en el Líbano, tres enormes piedras de 800 toneladas cada una se movieron por lo menos 500 metros y se colocaron encima de una muralla.

 

 

Eso se hizo hace miles de años. Otro bloque de piedra cercano pesa 1000
toneladas, el equivalente al peso de tres aviones jumbo (figura 19). ¿Cómo fue posible? La historia oficial no desea abordar estas preguntas por la situación a la que podrían llevar. En Perú hay antiguos templos y otros lugares edificados con piedras que alcanzan las 440 toneladas, y en la antigua ciudad de Tiahuanaco hay bloques que pesan 100 toneladas y están unidos con bridas metálicas. El lugar tiene alrededor de 11.000 años de antigüedad. También en Perú encontramos las misteriosas líneas de Nazca, que se formaron cuando los antiguos eliminaron la corteza superficial y asomó la roca blanca que había debajo. Con este método crearon increíbles representaciones de animales, peces, insectos y pájaros (figura 20).

Las imágenes se forman con una línea continua, y algunas son tan grandes que sólo pudieron verse enteras después de 1939, cuando los aviones empezaron a sobrevolar la región. Durante una expedición a la meseta Marcahuasi, al noreste de Lima, en Perú, se hallaron rocas esculpidas hace más de 10.000 años, incluidas algunas esculturas que representaban a personas y animales, la mayoría de los cuales no eran nativos de Perú. Entre ellos hay un oso polar, una morsa, un león africano, un pingüino y un dinosaurio estegosaurio. Pero la ciencia no descubrió los dinosaurios hasta la década de 1880, y los estegosaurios no fueron identificados hasta 1901.

 

 

El conocimiento que posibilito la construcción de maravillas como Nazca, Baalbeck, la Gran Pirámide de Giza y otras sorprendentes creaciones, con tanta precisión y a tan gran escala, estaba a disposición de los atlantes y muanos de la Edad de Oro y de los «elegidos» tras el diluvio, como veremos.

 

 

Estas sorprendentes estructuras, templos, círculos de piedra y menhires antiguos no sólo se alinean con el Sol, la Luna y ciertos sistemas estelares... sino que además están alineados con suma precisión los unos con los otros en todo el planeta. Muchas veces las técnicas y los diseños de construcción eran los mismos en distintas partes del mundo porque, si nos remontamos lo suficiente, las antiguas sociedades no estaban aisladas ni desconectadas las unas de las otras. En 1885 se halló en Austria, en el centro de un bloque de carbón, un cubo metálico conformado y mecanizado con toda precisión y, vista la antigüedad de la veta de carbón, debió de haberse fabricado hace unos 300.000 años. En 1844 se encontró en Rutherford Mills, en Inglaterra, una pieza roscada de oro insertada en dos metros y medio de roca, y se calculó que esa roca tenía 60 millones de años. Se han encontrado baterías eléctricas en antiguas tumbas egipcias y se han descubierto también huesos de animales prehistóricos con balas en su interior. En depósitos minerales de 5,5 millones de años de antigüedad se encontró la huella de un zapato de tacón moderno. También se descubrió un rostro humano grabado en una concha en una roca roja que tenía entre 2 y 2,5 millones de años de antigüedad. Mineros sudafricanos desenterraron cientos de esferas metálicas perfectas en depósitos minerales de unos 3000 millones de años de antigüedad. Junto a restos de dinosaurios se descubrieron huellas humanas en la misma capa perteneciente al período Cretácico, hace entre 65 y 135 millones de años. Podemos encontrar incontables ejemplos de una historia avanzada tecnológicamente en excelentes libros, como Forbidden Archaeology de Michael A. Cremo y Richard L. Thompson. ¿Por qué todos estos descubrimientos no reescriben la «historia» oficial? ¿Por qué no se enseña en las escuelas? La «ciencia» oficial está controlada por los linajes selectos que he estado exponiendo durante veinte años, especialmente mediante el control de las finanzas, y su función no es descubrir la historia verdadera sino vendernos una historia falsa. Pronto se hará evidente por qué estas familias desean hacer esto. La historia de la Tierra y la humanidad no es como la que se enseña en los colegios y las universidades y está aceptada oficialmente. James Churchward, autor e investigador especializado en la historia y la existencia de Mu, escribió:

Las civilizaciones han nacido y han fenecido y después han sido olvidadas una tras otra. No hay nada nuevo bajo el sol. Lo que es, ha sido. Todo lo que aprendemos y descubrimos ha existido antes; nuestros inventos y descubrimientos no son más que reinvenciones y redescubrimientos.

Tras la devastación que describen las leyendas antiguas hubo muchas cosas que redescubrir. La humanidad tuvo que empezar de nuevo. Fernando Montesinos, uno de los primeros cronistas españoles de Sudamérica, reunió diversos registros de los incas que decían que había dos imperios incas distintos: uno previo y otro posterior a los catastróficos levantamientos de la tierra. Según estos registros, los supervivientes que se habían refugiado en un santuario en lo alto de una montaña, posiblemente en la «ciudad perdida» de Machu Picchu -lo cual encaja perfectamente- regresaron a Cuzco, en los Andes, para empezar de nuevo. Las sociedades antediluvianas eran tecnológicamente más avanzadas que las que siguieron, y la pureza del conocimiento original se perdió a medida que pasaron las generaciones. Al final, los recuerdos se quedaron en mitos y leyendas que se simbolizaron de infinitas maneras en todo el mundo.

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