Hay simbiosis entre la nueva guerra "preventiva" y la reacción conservadora en España. Ramón Serrano Suñer -de la CEDA en 1936, jefe de la Falange y ministro del Interior y de Asuntos Exteriores hasta el 42-, en manifestaciones al agregado militar de EEUU, el 21 de enero y 6 de marzo de 1946 -en casa de Antonio Luna, uno de los agentes que coordinó el golpe de Casado y la entrega de Madrid a Franco en 1939: "no es aún momento para que Franco y el Ejército pasen el gobierno a los monárquicos. Hay que ir muy lentamente (...) España debe reorientar su política hacia la de los conquistadores. Confío que EEUU no nos haga sentir su presión demasiado pronto, pues si así lo hiciera el peligro del comunismo amenazaría sombrío (...)".
Otro nexo entre los militares del régimen de Franco y sus homólogos de EEUU es el de la manera en que se identificaba al adversario con las organizaciones obreras. Existía el temor de tener que enfrentar "serios desórdenes internos, antes de la movilización total (en EEUU), bajo forma de paros laborales y sabotajes, que van a perturbar la reconversión de la industria en instalaciones claves e interrumpir el flujo de material y municiones a los servicios militares". A partir de marzo de 1946 se intensificaron en la prensa y sindicatos de EEUU los ataques contra la izquierda de su propio país".
Los restantes supuestos de la guerra preventiva no eran recíprocos, como el ofrecimiento a EEUU por parte de los dictadores de la Península Ibérica de hacer de su territorio cabeza de playa en Eurasia, en particular en caso de repliegue: "desde el punto de vista estratégico, puede ser altamente deseable ocupar la línea de los Pirineos". Escuchemos a los generales de Franco:
-Luis Orgaz, jefe del Alto Estado Mayor, manifestaba al agregado militar de EEUU: "España podría hacer una gran contribución, con su emplazamiento estratégico, contra la política de Europa oriental bajo dominio soviético".
-Antonio Barroso, subjefe del A.E.M.: " Franco está plenamente decidido a llevar a cabo, en el momento oportuno, la eventual restauración de la monarquía".
José Cuesta, subjefe del A.E.M.: "el pueblo español no ha progresado aún bastante su educación y experiencia política como para entender el manejo de un gobierno y ejercer sus derechos de sufragio".
-José Ungría, director de la Escuela del Estado Mayo: "cualquier cambio encierra peligro porque las masas pueden iniciar un movimiento para ganar el control del país (...), las masas de extrema izquierda pueden ganar el poder si fuera reconocido el derecho de voto en un plebiscito a todo el pueblo".
-Fernando Moreno Calderón, miembro de la Junta de Burgos en el 36 y gobernador militar en Madrid en 1946: "En elecciones nacionales o plebiscitos, debe permitirse votar sólo a los cabezas de familia o a los que son propietarios de algo de valor".
-Antonio Castejón, teniente general jefe de la 71 División en Valladolid: "Si las Potencias occidentales intentaran forzar elecciones, sería desastroso, porque en teoría España tendría entonces un así llamado gobierno democrático... (El informe que llegaba a Washington concluía): Todos los oficiales con los que ha hablado el agregado militar, incluidos los opuestos a Franco, ve a un Bloque Occidental como la única solución y muchos han expresado la idea de que España y sus fuerzas armadas podrían y deberían ser cuña o base para una fuerte oposición a Rusia".
La estrategia global de la nueva guerra tenía un sentido social y político claro, contra las organizaciones de base social popular y orientación política nacional lo mismo para España como en los EEUU. El estimativo del Joint Intelligence Committee establecía que: "la capacidad conocida de la URSS para atacar el potencial bélico interno de EEUU antes de 1950 es a través de la subversión, sabotaje, acoso políticos". La postración de las "masas populares" en España era vista como provechosa para la inserción de España en los planes militares: "la dictadura tiene el apoyo del Ejército, la Iglesia, los grandes propietarios y las clases conservadoras de los negocios y finanzas. Mantiene un fuerte control policial sobre los elementos disidentes. Las masas populares no tienen armas para que se cumpla su voluntad. Los grupos políticos y laborales clandestinos son incapaces de lograr cooperar entre ellos o el apoyo del Ejército (...) No obstante, si volviera un gobierno sería también anticomunista, dado que los anarquistas y la mayor parte de los socialistas son anticomunistas y formarían los bloques más poderosos bajo uno u otro gobierno".
Es lógico preguntarse qué sentido tenía en ese contexto militarizado la declaración que hicieron pública el 4 de marzo de 1946 los gobiernos de EEUU, Gran Bretaña y Francia, que señalaba el carácter fascista de la dictadura, recomendaba la formación de un gobierno provisional que concediera una amnistía a los perseguidos, reconociera las libertades, celebrara elecciones libres y sometiera a referéndum la forma de gobierno... Mientras, por otras vías, Franco recibía garantías del alcance limitado de esa declaración.
A fines de 1947, no obstante que la ONU mantenía el repudio político y ostracismo del régimen, Franco no se sentía amenazado. Su ofrecimiento concreto a los mandos militares de EEUU, permitía opinar al general Eisenhower: "en caso de una nueva guerra EEUU no tendrá el apoyo activo de ninguna nación europea, excepción hecha de España". Cosa cierta en aquel entonces, pues sólo la creación de la OTAN después de 1948 permitió a EEUU integrar bajo su mando a otros ejércitos europeos.
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