Los analistas militares de EEUU eran conscientes de que "España, en tanto que llave del Mediterráneo, hace imperativo para los británicos prevenir que esté influenciada por cualquier potencia opuesta a los intereses británicos". En mayo de 1946, terminaban por hacer suyo el proyecto británico para España: "el regreso a una monarquía constitucional", como la solución "más masticable del problema español". Así y en interés de la nueva guerra proyectaban que, después de Franco, fuera incluida en un "Bloque Político de Europa Occidental (...) posible y ciertamente materializable, pero antes Europa occidental debe estabilizar sus condiciones políticas y económicas internas".
Es por lo tanto a partir de que las Potencias intervencionistas históricas -Francia, Inglaterra, Alemania e Italia-están desde 1945 bajo la hegemonía de EEUU, cuando se da luz verde a la evolución de España por parte de EEUU, sin cuya anuencia ninguna fracción de españoles podía ser movilizada por una Potencia contra las pretensiones de otra.
Para entonces, ya no quedaba ni rastro de las iniciativas francesa y británica. En 1930, Aríste Brian, ministro de A. Exteriores francés lanzó, sin éxito alguno, su "Memorándum para la organización de una Unión federal europea" entre veintiséis países, excluida la URSS. En mayo de 1940, Winston Churchill propuso la "indisoluble unión" de los gobiernos de Francia y Gran Bretaña en uno sólo "que aportara una organización conjunta de las políticas de defensa, extranjera, financiera y económica". En 1943 reemplazó la idea por la de un Consejo de Europa, rechazado por el socialista Paul H. Spaaka, ministro de A. Exteriores de Bélgica: "sería un desastre partir el Mundo en bloques rivales -uno occidental bajo influencia anglofrancesa, otro oriental bajo influencia rusa-, Alemania se convertiría en la apuesta de la política europea, cada bloque querría asegurarse su ayuda, dándole facilidades y permitiéndole revivir, incluso su resurrección militar".
En la década de los veinte y treinta, los conservadores europeos reconocían en Alemania el baluarte del orden social en el continente. Sólo el pacto Alemania-URSS (23 de agosto de 1939) perturbó por un momento este escenario. Después de 1945 la ocupación militar anglonorteamericana rehízo de Alemania el estabilizador socioeconómico del resto de Europa.
Hasta entonces, mientras Churchill propugnaba hacer de Alemania un centro de gravedad conservador, Roosevelt desbarataba una tras otra iniciativa británica. Truman impuso el proyecto británico. Decía la propuesta británica: "sin una Alemania en orden, no puede haber una Europa en orden (...). Sólo la ocupación militar en escala sustancial puede alcanzar ese fin".
La innovación técnica permitió la ocupación atómica total de Alemania, más eficaz y menos visible que el despliegue convencional de tropas y era una garantía para los sectores conservadores de Europa. Cerrado el paréntesis abierto en junio de 1941 de colaboración anglo-americana con la URSS, ésta volvía a ser identificada como el adversario de la Europa socialmente conservadora. Cierto que a fines de 1945, el laborista Ernest Bevin, nuevo titular del Foreing Office, continuaba defendiendo una esfera de influencia diferenciada de la de EEUU porque "éstos intentan extender este principio financiera y económicamente al Lejano Oeste, incluyendo a China y Japón", y también sobre la zona soviética, pues "la URSS parece haberse hecho a la idea de que su esfera va desde Lübeck al Adriático en el Oeste y Port Arthur en el Este (...). Si la cuestión de España fuera resuelta, el área occidental sería mejorada (...), dejaría a Gran Bretaña y Francia en el círculo exterior de Europa con nuestros amigos, Italia, Grecia, Turquía, Oriente Medio, los Dominios y nuestro imperio colonial en África". Nada más lejos de la realidad surgida a partir de la petición de intervención a EEUU en la segunda guerra y el abandono de éste del vigente segundo principio de la doctrina Monroe que ofrecía abstenerse de "toda interferencia en los asuntos políticos de Europa".
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