EL FORCEJEO DE GUERRA EN WASHINGTON

Publicado el 20 de diciembre de 2021, 6:40

Una revisión de los documentos existentes en los archivos del Departamento de Estado norteamericano (State Department Decimal Files) sugiere que tanto el Departamento de Estado como el embajador Francis en Petrogrado estaban bastante bien informados de las intenciones y del desarrollo del movimiento bolchevique. Por ejemplo, en el verano de 1917 el Departamento de Estado quiso detener la salida de los EE.UU. de “personas injuriosas” (es decir: revolucionarios rusos que regresaban a Rusia) pero fue incapaz de conseguirlo porque dichas personas empezaron a portar pasaportes rusos nuevos y también
pasaportes norteamericanos. Los preparativos para la Revolución Bolchevique en si misma, fueron bien conocidos por lo menos seis semanas antes de que la misma ocurriera. Un informe en los archivos del Departamento de Estado afirma, en relación con las fuerzas de Kerensky, que es “dudoso que el gobierno ... (pueda) reprimir el estallido.” La desintegración del gobierno de Kerensky fue informada a lo largo de Septiembre y de Octubre así como también los preparativos de los bolcheviques para el golpe de Estado. El gobierno británico le advirtió a los residentes británicos que abandonaran Rusia por lo menos seis semanas antes de la fase bolchevique de la revolución.

El primer informe completo de los sucesos de principios de Noviembre llegó a Washington el 9 de Diciembre de 1917. Este informe describía el bajo perfil de la naturaleza misma de la revolución, mencionaba que el general William V. Judson había hecho una visita autorizada a Trotsky y señalaba la presencia de alemanes en el Smolny – el cuartel general soviético.

 

   Edward M. House  

 

El 28 de Noviembre de 1917 el presidente Woodrow Wilson ordenó no interferir en la Revolución Bolchevique. Esta instrucción fue, aparentemente, una respuesta al pedido de una conferencia aliada por parte del embajador Francis, pedido al cual Gran Bretaña ya había accedido. El Departamento de Estado argumentó que una conferencia como la solicitada no resultaba práctica. Hubo discusiones en Paris entre los aliados y el coronel Edward M. House quien le informó a Woodrow Wilson sobre “largas y frecuentes discusiones sobre Rusia”. Refiriéndose a una de esas conferencias, House afirmó que Inglaterra estaba “pasivamente a favor”, Francia “indiferentemente en contra” e Italia “activamente en contra”. Poco después, Woodrow Wilson aprobó un cable redactado por el Secretario de Estado Robert Lansing que proveía de asistencia financiera al Movimiento Kaledin (12 de Diciembre de 1917). Hubo también rumores que se filtraron en Washington sobre “monárquicos trabajando con bolcheviques y los mismos favorecidos por varios hechos y circunstancias”; sobre que el gobierno del Smolny estaba absolutamente bajo el control del Estado Mayor Alemán; y otros rumores sobre que “la mayoría de ellos (es decir: de los bolcheviques) son de Norteamérica”.

En Diciembre, el general Judson visitó otra vez a Trotsky. Esto se interpretó como un paso hacia el reconocimiento del régimen por parte de los Estados Unidos. Sin embargo, un informe del embajador Francis, de fecha 5 de Febrero de 1918, recomendaba oponerse a dicho reconocimiento. Un memorandum redactado por Basil Miles en Washington argumentó que “deberíamos negociar
con todas las autoridades de Rusia, incluyendo a los bolcheviques.” Y el 15 de Febrero de 1918, el Departamento de Estado le cablegrafió al embajador Francis en Petrogrado informándole que “el departamento desea que tome Usted gradualmente un contacto de alguna forma más íntima e informal con las autoridades bolcheviques utilizando canales que eviten cualquier reconocimiento oficial.”

Al día siguiente, el Secretario de Estado Lansing le remitió lo siguiente al embajador francés J. J. Jusserand en Washington: “Es desaconsejable tomar cualquier acción que antagonice en este momento a cualquiera de los varios elementos de la gente que ahora controla el poder en Rusia...” {[11]}

El 20 de Febrero, el embajador Francis cablegrafió a Washington para informar la cercanía del fin del gobierno bolchevique. Dos semanas más tarde, el 7 de Marzo de 1918, Arthur Bullard le informaba al coronel House que dinero alemán estaba subsidiando a los bolcheviques y que este subsidio era más voluminoso de lo que se había supuesto. Arthur Bullard (del Comité Norteamericano de Información Pública) argumentaba. “Tenemos que estar preparados para ayudar a cualquier gobierno nacional honesto. Pero los hombres o el dinero enviado a los actuales gobernantes de Rusia serán usados en contra de los rusos al menos tanto como en contra de los alemanes.” {[12]}

Y a esto siguió otro mensaje de Bullard al coronel House: “Enfáticamente desaconsejo otorgar ayuda material al presente gobierno ruso. En los Soviets elementos siniestros parecen estar ganando el control.”

Pero había muy influyentes fuerzas actuando en contrario. Ya en una fecha tan
temprana como el 28 de Noviembre de 1917, el coronel House le había cablegrafiado al presidente Woodrow Wilson desde Paris que se hacía “extremadamente importante” que se “suprimieran” en la prensa norteamericana los comentarios sobre que “Rusia debía ser tratada como un enemigo”. El mes siguiente, William Franklin Sands, secretario del American International Corporation controlado por Morgan y amigo del ya mencionado Basil Miles, envió un memorandum que describía a Lenin y Trotsky como agradables a las masas y urgía a los Estados Unidos a reconocer a Rusia. Hasta el socialista norteamericano Walling se quejó al Departamento de Estado por las actitudes pro-soviéticas de George Steel (del Comité Norteamericano de Información pública), de Herbert Swope, y de William Boyce Thompson (del Banco de la Reserva Federal de Nueva York).

El 17 de Diciembre de 1917 apareció en un diario de Moscú un ataque contra el coronel Raymond Robins y contra Thompson, ambos de la Cruz Roja, afirmando la existencia de un vínculo entre la revolución rusa y banqueros norteamericanos:

¿Por qué están tan interesados en la Ilustración? ¿Por qué se le dio el dinero a los revolucionarios socialistas y no a los demócratas constitucionales? Se supondría que estos últimos se hallan más cerca y son más caros al corazón de los banqueros.

El artículo continúa argumentando que esto era porque el capital norteamericano veía en Rusia un mercado a futuro y, por lo tanto, ambicionaba conquistar suelo firme. El dinero le fue dado a los revolucionarios porque:

Los trabajadores relegados y los campesinos confían en los socialrevolucionarios. Al momento en que se transfirió el dinero, los socialrevolucionarios se hallaban en el poder y se suponía que permanecerían controlando a Rusia por algún tiempo.

Otro informe, fechado el 12 de Diciembre de 1917 y relacionado con Raymond Robins detalla “negociaciones con un grupo de banqueros norteamericanos de la Misión de la Cruz Roja Norteamericana”; estando la “negociación” relacionada con un pago de dos millones de dólares. El 22 de Enero de 1918, Robert L. Owen, presidente del Comité de Bancos y Moneda del Senado de los EE.UU., relacionado con los intereses de Wall Street, le envía una carta a Woodrow Wilson recomendándole el reconocimiento de facto de Rusia, el otorgamiento del permiso para el envío de un cargamento de bienes urgentemente necesitados en Rusia, el envío de representantes a Rusia para contrarrestar la influencia alemana, y el establecimiento de un grupo de funcionarios de carrera en Rusia.

Este criterio fue consistentemente apoyado por Raymond Robins en Rusia. Por ejemplo, el 15 de Febrero de 1918 un cable procedente de Robins en Petrogrado dirigido a Davidson de la Cruz Roja de Washington (y para ser retransmitido a William Boyce Thompson) argumentaba que debía darse apoyo a las autoridades bolcheviques por todo el tiempo que fuese posible y que la nueva Rusia revolucionaria se volvería hacia los Estados Unidos cuando “rompiera con el imperialismo alemán”. De acuerdo con Robins, los bolcheviques deseaban la asistencia y la cooperación norteamericanas además de la reorganización ferroviaria, porque “a cambio de una generosa asistencia y asesoramiento técnico en la reorganización del comercio y la industria, Norteamérica podría excluir completamente al comercio alemán al hacerse el balance de la guerra.”

En resumen, el forcejeo en Washington reflejó la lucha entre diplomáticos de la vieja escuela (como el embajador Francis) junto con funcionarios departamentales oficiales de menor nivel por un lado y, financistas como Robins, Thompson, y Sands con aliados tales como Lansing y Miles en el Departamento de Estado, y el senador Owen en el Congreso por el otro.

 

[11] )- Departamento de Estado de los EE.UU. Decimal File, 861.00/1117a. El mismo mensaje le fue remitido al embajador italiano.

[12] ) Véanse los documentos de Arthur Bullard en la Universidad de Princeton.

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