Continúa la infiltración. / Continúa la represión (1978-1982).

Publicado el 26 de diciembre de 2021, 16:52

Otro contactado por los servicios de información de la policía sería Manuel Manceras Carvajal, más conocido por León, afiliado al sindicato de la construcción de la CNT de Madrid. Detenido a primeros de diciembre de 1977 bajo la acusación de agredir a un policía secreta fue rápidamente puesto en libertad; a pesar de los asuntos que según él tenía pendientes con la justicia. Ante la extrañeza de sus compañeros por su rápida liberación se inició una investigación. León reconocería que la policía le ofreció la libertad, tranquilidad e incluso dinero a cambio de hacer de confidente. Tenía que llamar al teléfono de Madrid 2216516, ext. 189 y preguntar por Sandoval, que iba a ser su enlace. Militantes de la CNT de telefónica comprobarían que el número de teléfono era una extensión de la Dirección General de Seguridad perteneciente al barrio de Argüelles. Ni que decir tiene que tuvo que abandonar la CNT trasladándose al Midi francés.
En 1978 Vicente Griera y Gonzalo Bares reconocerían a la revista Interviú que habían sido convencidos por los servicios secretos franceses de que trabajaran para ellos. Se les amenazó con que si no lo hacían los entregarían a la guardia civil. Su misión sería informarles puntualmente de las actividades del movimiento libertario en la ciudad de Grenoble, pasos fronterizos y contactos con el Movimiento Libertario a nivel internacional. A Gonzalo Bares llegaron a buscarle un trabajo fijo y le consiguieron la carte de sejour.

 

Continúa la represión (1978-1982).

 

Los datos aquí aportados quieren servir para que el lector se haga una somera idea del elevado precio que el Movimiento Anarquista Ibérico tuvo que pagar por mantener la decisión de apostar por la "ruptura" con el régimen franquista y de la que era su sucesora la monarquía borbónica.
La mayoría de los partidos políticos tradicionales de izquierda, dando un giro de 180º a sus antiguas reivindicaciones apostaron por la "reconciliación nacional" o lo que era lo mismo el postfranquismo. El PSOE, El PCE, la UGT, CC.OO. se avinieron a firmar lo que les echaran. El Pacto de la Moncloa sería la primera de las claudicaciones de la historia de la transición.
Era muy difícil digerir lo de la "reconciliación" cuando las bandas armadas fascistas campaban a sus anchas por el país gozando descaradamente de la protección de los servicios de seguridad franquistas. Raro era el día en que las agresiones y atentados de los ultraderechistas no ocupaban los medios de información.
La transición española está sembrada de cadáveres de los que apostaron por la ruptura y de otros muchos inocentes.
Los libertarios actuaron en esa época de una manera honrada en la convicción de que el franquismo seguía vivo y por lo tanto había que combatirle. Este se manifestaba de manera descarada en las reconversiones salvajes, los atentados ultras, la congelación de salarios, la represión sádica de las manifestaciones populares y un cínico aperturismo jaleado por la izquierda domesticada.
La devolución del patrimonio histórico a las organizaciones obreras CNT y UGT robado por los franquistas a sus legítimos propietarios, los trabajadores, solo se haría efectivo a la UGT. A la CNT se la marginó de lo que era suyo con el silencio cómplice de las organizaciones políticas y sindicales que anteriormente colaboraban conjuntamente con la CNT en las reivindicaciones de devolución del patrimonio histórico y disolución de la CNS.
Mientras la UGT ha recibido hasta 1995, más de ocho mil millones en concepto de a cuenta por su patrimonio histórico de antes de 1939, la CNT que era la organización sindical mayoritaria en el período 1936-1939 solo ha recibido 200 millones como liquidación y que la fueron abonados en 1992. Una más de las provocaciones a que se vio sometido el Movimiento Libertario por parte de la monarquía franquista.

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