Otoño de 1976: en España se sucedieron las movilizaciones de protesta en torno a Euzkadi y los juicios del Tribunal Militar de Burgos contra nacionalistas vascos. Marzo de 1971: Nixon encarga al agregado militar en Italia y coronel de los servicios de inteligencia, Vernon A. Walters, la misión de transmitir a Franco que "España era vital para el Oeste y Nixon no quería ver desarrollarse una situación caótica o anárquica, expresando la esperanza de ver entronizado a Juan Carlos, conservando Franco la Jefatura vitalicia de las FF AA y desprendiéndose de la función de Gobierno para asegurar una transición "pacífica y ordenada" que el propio Franco supervisaría". El Dictador dio garantías a Nixon: "La sucesión se llevará a cabo en orden. No hay alternativa al Príncipe. Las FF AA no dejarían que las cosas llegaran a estar fuera de control". Vernon A. Walters (al que se imputó el golpe en Brasil (1964) contra el presidente Joao Goulart, siendo agregado militar y que llegaría a ser director adjunto de la CIA en 1973 -con la intervención en el derrocamiento de Allende-, entró en contacto con mandos militares en 1971 en Madrid: "los oficiales dudaban que Franco pusiera al Príncipe en el trono antes de morir. Creían que Franco nombraría un Primer Ministro. No creían que hubiera disturbios si Franco muriera y que las FFAA podrían manejar fácilmente los problemas. Fue una experiencia estupenda y única".
Junio de 1973:
Franco cumplió con la segunda opción ofrecida por Nixon designando presidente del Gobierno a Luis Carrero Blanco, pero la identificación de éste con el Dictador podía dificultar la necesidad de mantener la estabilidad interna durante la transición al posfranquismo. La contradicción se resolvió en diciembre de 1973: en medio de movilizaciones sociales, el almirante Carrero voló por los aires dentro de su automóvil. Franco, tras enterrar a Carrero y homenajearle se apresuró a decir en público que "no hay mal que por bien no venga". Acto seguido alejó del gobierno a todos los hombres del almirante y despejó el camino hacia una monarquía más próxima al prototipo auspiciado por EEUU. Laureano López Rodó (del Opus Dei) diría después:
"Hay quienes afirman -Fernández Miranda entre ellos- que Franco quiso que no quedara rastro de la política de Carrero". Si Franco "estabilizó" España mediante los instrumentos de una cruel dictadura, su sucesor debía lograrlo dentro de un sistema de partidos políticos. Desde los años sesenta se aplicaron los planes de cooptar, financiar y proteger a equipos de variadas etiquetas, para organizar "partidos políticos" a legalizar después con vistas a ocupar espacios electorales.. A los "electores" se les asignaba la función de "consumidores" en el mercadeo de voto. Todo ello conforme a la teoría según la cual un cambio político "limitado y responsable" requiere el control de la Potencia intervencionista.
Cuando la inesperada revolución, democrática y endógena, de los capitanes del Movimiento das Forças Armadas (MFA), derrocó sin un tiro la dictadura de cuatro décadas en un país fundador de la OTAN, las estructuras de la Coalición bélica se movilizaron para aislarla y ahogarla. Era un peligro con respecto a España, donde decenas de capitanes y comandantes se estaban asociando en 1974 en una clandestina Unión Militar Democrática (UMD). Kisinger, secretario de Estado de EEUU, se mostraba partidario de aplicar a los portugueses el castigo dado a Chile medio año antes. Willy Brandt entendía que "Europa no toleraría un Pinochet", temiendo que tendría efectos negativos para el Continente europeo, mientras se trataba de reunificar Alemania, mediante la aproximación-distensión entre los Bloques del Oeste y del Este, cuya política desembocaría en la Conferencia de Helsinki en 1975. El gobierno de la RFA propuso usar métodos distintos para reintegrar a Portugal en la disciplina de la Coalición y evitar en España otra revolución democrática: penetrar en los Estados ibéricos …
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