El 4 de noviembre de 1976 llega al poder Jimmy Carter (Partido Demócrata) derrotando al sucesor de Richard Nixon, Gerald Ford (P. Republicano), con su equipo formado en torno de la Comisión Trilateral, creada en octubre de 1973 e impulsada por el grupo económico Rockefeller, que describiría Sean McBride, premio Nobel de la Paz y ex ministro de A. Exteriores de Irlanda:
"El Presidente de EEUU no es el amo, es el criado. A veces se piensa que el amo es el Pentágono. No, es el criado. Pero entonces, ¿quién es el amo? El amo es un conjunto de empresas transnacionales y de bancos (...) David Rockefeller, profundamente introducido en los negocios petrolíferos, fundó la "Trilateral" en 1973 que corresponde a tres partes del mundo: EEUU y Canadá en América del Norte, las naciones de Europa Occidental y el Japón (...) Representa la mayor concentración de riqueza y poder económico que se haya reunido jamás en la historia del mundo. Representa el sistema que más se aproxima hoy a un gobierno mundial".
La Administración Carter adoptó en política exterior la denominada doctrina de democracia controlada. Para Samuel Huntington, exponente de una concepción elitista temerosa de las consecuencias de la extensión de la democracia a todos los ciudadanos (las masas): "la democracia es sólo una de las maneras de constituir la autoridad, y no es necesariamente aplicable universalmente. El funcionamiento efectivo de un sistema democrático requiere cierto nivel de apatía y de no participación por parte de algunos individuos y grupos".
Es la escuela de pensamiento conocida en la década de los sesenta como de la modernización construida por sociólogos al servicio de la guerra fría, y cuyas investigaciones eran financiadas desde los presupuestos del Pentágono, para quienes: "una participación política incrementada puede someter los regímenes a presiones políticas que les conduzcan a adoptar políticas contrarias a los intereses de EEUU, puede facilitar la llegada al poder de grupos opuestos a los intereses de la política exterior de EEUU.
En mayo de 1975, pasado un mes de la Revolución democrática portuguesa y medio año antes del fallecimiento de Franco, la Trilateral había celebrado una publicitada reunión en la que influyentes miembros -entre ellos Caetes, Brzezinski y el presidente de los sindicatos de la RFA-, consideraron que un eventual acceso al gobierno de Francia e Italia de una coalición de izquierda que incluyera al Partido Comunista, vaciaría de sustancia a la Alianza Atlántica. La contingencia estaba en el ambiente. Según Willy Brandt Europa no tenía por delante más de veinte años de democracia, después tendría que optar entre "el Politburó…....
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… a conclusiones de la Trilateral de 1975 fueron un calco de las medidas aplicadas a España: a) descentralizar la cosa pública; b) hacer de los Parlamentos órganos técnicos desideologizados; personalizar el poder para reducir la participación; c) hacer de los partidos órganos de gestión, permitiendo la financiación por empresas y desde los fondos públicos; e) reducir la influencia de los periodistas en los medios de comunicación; f) reducir la financiación de Universidades, que generan excedentes de licenciados, g) combatir en las empresas la presión por la autogestión o participación de los trabajadores; h) no confiar al azar el funcionamiento democrático; i) establecer una especie de Pacto Atlántico en el terreno ideológico, que contenga la excesiva voluntad de cambio en los países con exceso de democracia".
En la España mediterránea, sin variar las pautas estratégicas de Truman sobre la península para la Guerra Fría, la aplicación de la Trilateral significaría sustituir la movilización en torno a reivindicaciones de soberanía y libertades democráticas por la apatía e indiferencia, inherentes a una democracia controlada, que sin alterar las estructuras socioeconómicas facilitara la circulación de capital internacional. Es decir, cambiarían los medios: las políticas aplicadas por Kissinger entre 1968 y 1974, de represión sangrienta a las organizaciones y países rebeldes, serían sustituidas por políticas de impulso a formas de gobierno menos entusiastas de aplicar la tortura y la cárcel de modo masivo. De este cambio se beneficiarían algunos países de dictaduras sostenidas por la Coalición de la Guerra Fría, como España, Grecia, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Corea del Sur, Irán.
Así, de la política del gobierno Carlos Arias-Manuel Fraga (noviembre 1975-julio 1976): cambio político muy limitado, restricción de los principios democráticos, de la legalización de sindicatos o del reconocimiento de las nacionalidades, se pasó a la legalización de los grupos políticos y sindicatos avenidos al cambio, a la convocatoria de elecciones a Cortes e inicio del reconocimiento autonómico. A los exponentes republicanos vascos, gallegos, y otras nacionalidades, no se les reconocieron los derechos políticos hasta después del 15 de junio de 1977 cuando el espacio electoral y el Parlamento estuvieron ocupados por los comprometidos con la programada reforma. La base sería un Parlamento asentado en torno de un polo centro-derecha y otro de centro-izquierda.
El caso del Partido Comunista fue uno de los más simbólicos. Con Kissinger se preveía mantenerlo sin legalizar hasta que los grupos cooptados ocuparan el espacio electoral de la izquierda. Elegido Cárter en noviembre del 76 le ofrecieron participar en las elecciones a cambio de abandonar su programa de "ruptura democrática" e instauración de un gobierno provisional encargado de convocar elecciones y someter a referéndum la forma de Estado. Finalmente, el equipo en torno a Carrillo y legalizado el Partido asumió los objetivos del "consenso" UCD-AP-PSOE, núcleos nacionalistas de Euzkadi y Cataluña.
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