Con la Iglesia hemos topado

Publicado el 17 de enero de 2022, 22:23

Los romanos eran muy tolerantes en materia de religión. Incluso podemos decir que eran bastante escépticos y hasta agnósticos. «¿Quod es veritas?», le pregunta Pilatos a Cristo. No tenían inconveniente en adoptar como propios los dioses de los pueblos sometidos. El cristianismo, en principio una creencia entre muchas, no tuvo dificultad para extenderse por el Imperio romano. Sus problemas vendrían más adelante porque, como toda religión monoteísta, tendía a la intolerancia y a la exclusión de los dioses ajenos, y esto ya lo aceptaban peor los paganos.
Una serie de leyendas, piadosas y entrañables, pero enteramente falsas, sostienen que el cristianismo se propagó en España por obra del apóstol Santiago, de san Pablo y de un grupo de misioneros conocido como los Siete Varones Apostólicos (Torcuato, Cecilio, Indalecio, Eufrasio, Texifonte, Hesiquio y Segundo), que establecieron sendos obispados por tierras de Granada y Jaén. Paparruchas. Hoy sabemos que el cristianismo llegó a la Península desde las provincias romanas de África hacia el siglo II Primero iluminó espiritualmente la Bética y Levante, y luego, Extremadura y León. Al comenzar el siglo III, el apologista Tertuliano escribía, con entusiasmo quizá exagerado: «La fe de Cristo gana ya en todos los confines de España.» La verdad es que amplias zonas de la Península continuaban siendo paganas. Las Vascongadas y Navarra, por ejemplo, no se cristianizaron hasta la Edad Media.
A lo mejor por eso, se le ocurre a uno, sus actuales habitantes dan muestras de mayor reciedumbre en la fe que los de otras regiones, que ya flaquean y parecen estar un poco de vuelta del asunto.
La primera conferencia episcopal que se recuerda (Concilio de Ilíberis, Granada, en el año 300) estaba integrada por diecinueve obispos y veintiséis presbíteros. También fue un español, Osio, el obispo de Córdoba, el alma del Primer Concilio Ecuménico, celebrado en Nicea para dirimir si el arrianismo era herejía. Después de discutirlo, los santos padres decretaron que lo era, y de las más gordas.
El cristianismo fue en aumento desde que el emperador Teodosio, un segoviano de Coca, lo declarara religión oficial del Imperio en el año 380. Desde entonces, se produjo un rápido maridaje entre Iglesia y oligarquía, que dura hasta nuestros días.

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