NOVENA SÍNTESIS “Si hemos de buscar culpables a la situación de crispación y división que se vive actualmente busquémoslos en la clase política. Una vez más, como ya ocurriera en el 36, los políticos no están a la altura del sistema."

Publicado el 21 de enero de 2022, 1:18

A pesar de que este párrafo parezca una gran verdad, los políticos de nuestro país sí están a la altura del sistema, porque éste se encarga de seleccionarlos para autosostenerse sin intermediación de la libertad política. Como todas las síntesis adefésicas desmontadas en este libro, cuya intencionalidad ultima es otorgarle las herramientas necesarias para que usted mismo desmonte todas esas sentencias que la ciudadanía en general asume como ciertas pero que son inconsistentes a la razón, ésta es una muy atractiva al entendimiento, pues permite descargar de manera sencilla, cómoda y limpia toda la culpa de la situación de crispación y división ciudadana que nos incomoda en nuestro vivir diario. Compartirá conmigo que éste es el sentir general, los políticos de hoy, como los del 36, no están a la altura y nos llevan a través de la crispación al ambiente prebélico de la Guerra Civil.

Si esto se redujese a malos políticos, la cuestión no nos dejaría ese sentimiento de desasosiego que se tiene sobre una cuestión sin solución. Un desasosiego que no es más que la pregunta no formulada de ¿habría menos crispación y menos división si ahora mismo los nombres de los políticos fuesen otros?

La respuesta a esta incómoda pregunta está en una coletilla ampliamente usada por los ciudadanos de toda España: “todos los políticos son iguales, da igual al partido que pertenezcan”. A pesar de la calma de Rajoy, quien sabe su lugar en el poder por obra y gracia del sistema proporcional, y del talante de Zapatero, ambos son presa de la corrupción institucional de partido.

Ahora bien, cualquier persona se puede llegar a preguntar cómo es posible que todos, absolutamente todos los políticos, comulguen con la izquierda, el centro o la derecha, sean iguales. En nuestra vida diaria podemos comprobar cómo las personas con las que convivimos son diferentes y, por tanto, actúan y piensan de manera diferente. Curiosamente la política es el único ámbito donde esto no ocurre; al final, todos actúan del mismo modo. Lo que separa a los partidos una vez tienen el poder en sus manos es inapreciable frente a lo que los iguala. Y las diferencias que, por ser personas diferentes, deberían ser manifiestas entre los propios compañeros de partido son absolutamente minimizadas de cara al gran público y a la vida política.

Si mediante la experiencia diaria hemos llegado a esta conclusión, entonces se hace necesario buscar los motivos que provocan la uniformidad de toda la clase política, lo que les impele a ser iguales entre sí, que no es otra cosa, porque la razón se empeña en ver obstinadamente la verdad, que el propio sistema. Todos los partidos para poder participar en la vida política tienen una estructura que se ajusta a las “reglas democráticas” de nuestro país:

 

• Todos constituyen las listas cerradas de espaldas a la ciudadanía que luego nos ofrecerán para ser ratificadas. Es decir cuando cualquier español se acerca a una urna y deposita su voto con la autosatisfacción inventada de elegir a los diputados que le representan, no cae en la cuenta de que esas personas, que durante su vida activa cobrarán entre 3000 y 14000 € 50 , a las que sólo les bastarán 7 años de participación en la cámara para que les quede una jubilación con un mínimo del 80%, y del 100% a partir del onceavo año 51 , percibirán dichos privilegios porque la maquinaria de su partido les ha incluido en esa lista. Los señores diputados elegidos por sus partidos no adquieren ningún tipo de compromiso vinculante con los ciudadanos o sus intereses que se supone deben representar, es más, ni siquiera los ciudadanos tienen un diputado al que dirigirse para quejarse: solo serán cesados si no asumen las directrices de su partido. Bajo estas premisas, ¿Qué intereses defenderán, los de su partido o los de los ciudadanos que no pueden hacer absolutamente nada para cesarles?

• Los partidos, al ser el sistema electoral proporcional, sólo necesitan un mínimo aceptable de ciudadanos para, en proporción al número de votos obtenidos con respecto del total, poder repartirse el parlamento sentando en él a sus fieles. Una vez investidos, obedecerán ciegamente a su secretario general votándole para ser presidente del gobierno (la mezcla entre el legislativo –parlamento- y el ejecutivo -gobierno- es cuanto menos indicativa de la salubridad de esta “democracia”). Para la partitocracia española, una disminución excesiva de la participación pondría en evidencia que el sistema parlamentario que sufrimos no necesita de los ciudadanos para subsistir. Debido a ello, y para ocultar tal anomalía, en épocas de desengaño político, los partidos ponen en marcha su terrible maquinaria para alimentar la crispación, los fantasmas del pasado y un enfrentamiento inexistente en la vida pública, en las relaciones diarias entre ciudadanos, para crear en la masa civil la sensación de que en ellos está la solución al conflicto político, que pasa necesariamente por la urna para provocar un cambio que es más de lo mismo pero con distinto color. Así pues, como se puede observar en los datos de participación en las elecciones desde la transición, los picos de participación se sitúan precisamente en los momentos de mayor crispación política 52

(1) En un país preocupado por el paro que afectaba al 16,8% de los ciudadanos y el debate de la entrada de España en la OTAN, el PSOE calienta los ánimos atribuyéndole el alto índice de paro a la UCD, prometiendo 800.000 puestos de trabajo y el rechazo a la OTAN. Una vez obtenido el poder, entra en ella traicionando a sus electores y consiguiendo sumir al país en un paro mayor, al final de la legislatura.

2) El PP con Aznar a la cabeza comienza una nueva campaña de crispación aprovechando la corrupción inherente al sistema que protagoniza, en este caso, el gobierno de Felipe González, los GAL y demás excesos del PSOE, hasta que obtiene la mayoría parlamentaria en 1996.

(3) Tras el desastre del Prestige, la Guerra de Irak y el comportamiento, ya abiertamente dictatorial del Partido Popular, hasta culminar con los terribles atentados del 11M que a todos nos conmocionaron, el PSOE perfila el uso de esta efectiva herramienta de movilización ciudadana basada en el enfrentamiento para provocar la alternancia, movilizando al mayor número ciudadanos en la historia de la Monarquía de Partidos.

 

• Para poder mantenerse en el poder, y por lo tanto seguir percibiendo la financiación de la que el estado nutre a los partidos políticos (una condición que junto a la necesidad de un mínimo de un 3% de los votos para entrar en el reparto proporcional del suculento pastel que es el Parlamento 53 , impide que otros partidos políticos lleguen a la cámara de los diputados por estar en clara desigualdad de oportunidades), la maquinaria del partido en el poder hace uso de su control sobre los tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) para defenderse de la corrupción que genera su propio gobierno. Llámese la manipulación del poder judicial en temas de terrorismo para conseguir resultados a cualquier precio a través de las intervenciones del fiscal general del estado elegido a dedo por el presidente del gobierno, o los dictámenes del Consejo General del Poder Judicial que emana de la configuración del parlamento y se constituye tras los vergonzosos eufemismos de progresistas (PSOE) o conservadores (PP); o por ejemplo, los escándalos de corrupción urbanística aireados en ayuntamientos controlados por la oposición cuando el sentir general es que en todos los ayuntamientos del país, sean de un color u otro, la impunidad es el pan de cada día.

 

Como se puede observar, nuestros políticos sí están a la altura del sistema que padecemos día a día. Son adalides de su causa que, por ende, es la del partido que les asegura un posicionamiento, un estatus dentro de él, según la fidelidad que muestren a las directrices de los mandatarios del partido con sus secretarios generales a la cabeza.

Si quisiésemos ver políticos que no estuviesen a la altura del sistema, tendríamos que buscar voces disidentes en las votaciones parlamentarias, políticos que denunciasen a su propio partido por corrupción o tráfico de influencias, parlamentarios que bajasen al nivel de la ciudadanía a preguntar que es lo que realmente nos preocupa y a escuchar las medidas legislativas que necesitamos para avanzar como país. Pero esa circunstancia es imposible de hallar, porque la maquinaria de los partidos se encarga de proteger el sistema que les da de comer; si un diputado decide no acatar el mandato imperativo de su partido, prohibido en otro orden de cosas por la propia Constitución 54, y vota en contra de las indicaciones de su secretario general, será cesado, demonizado, condenado y llevado a los infiernos de la sospecha de soborno por todos los miembros del club, por lo que ningún político puede dejar de estar a la altura de nuestro sistema. Y los ciudadanos en vez de ver dicha disidencia como algo sano, seremos bombardeados hasta el convencimiento pleno, por los medios de comunicación fieles al régimen, de que es el mayor atentado a la libertad política, cuando la libertad política, por desgracia para todos nosotros, es un estado, un modo de vivir, que ninguno hemos llegado jamás a experimentar, pues solo se nos ha permitido desde la transición, como el buen rebaño que obediente entra dentro de la cerca delante de la vara del pastor, ratificar en las urnas las listas de políticos desconocidos elegidos por otros que se dejarán la piel por estar a la altura de un sistema que les da de comer y les paga los lujos, pero que jamás podrá representar a la
sociedad ni ser, ni por asomo, democrático. En resumen, el Estado de Partidos que padecemos es un billete de ida sin retorno hacia el tercer mundo, ya que los puestos de decisión están ocupados por políticos y no por los mejores profesionales en cada especialidad. Y si la excepción a esta regla se cumpliese, el tecnócrata quedaría sin control ciudadano, y el interés siniestro anidaría lentamente en él. El resultado es que las decisiones se toman en función del interés del partido olvidando todo aquello que no da titulares de prensa o pervirtiendo las actividades sociolaborales para que los produzcan.

Sólo nos queda ya preguntarnos qué hacer para cambiarlo. Quizá es un buen comienzo el no colaborar con un sistema que nos obvia, nos miente, nos veja y nos desprecia. Cuando no haya suficientes votos dentro de la urna para legitimar sus mandatos, y ocultar su irrepresentación, podremos exigirles un sistema democrático, una República Constitucional que lo garantice.

50
Régimen económico y ayudas a los señores diputados aprobadas el 30/01/2006.

51

Capitulo 1º, artículo 3.4 del reglamento de pensiones parlamentarias y otras prestaciones económicas aprobado el 11 de Julio de 2006.

52
Datos obtenidos de la página oficial del Congreso de los Diputados www.congreso.es

53
Ley electoral D´Hondt que rige los procesos electorales en España.

54
Constitución Española, Título III, Artículo 67.2

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