PERSPECTIVAS DE LA NUEVA IZQUIERDA RADICAL 151-161

Publicado el 22 de enero de 2022, 22:12

Es por eso que no podemos barrer al costado esta cuestión. Debemos ser capaces de mostrar, aunque sea de modo muy pequeño, los modelos de lo que algún día puede ser un humano. Pero la alternativa, precisamente en estos términos, todavía pienso que la alternativa es el socialismo. Pero un socialismo no de la marca stalinista ni de la marca post-stalinista, sino ese socialismo libertario que siempre ha conformado el concepto integral del socialismo y ha sido reprimido y suprimido demasiado fácilmente.

Ahora bien, si ésta es la alternativa, ¿cómo la transmitimos?, pues la gente mirará en derredor y dirá: «Muéstrenos, ¿dónde está este tipo de socialismo?». Diremos, tal vez es, probablemente va a ser construido en Cuba. Tal vez se está construyendo en China. Está ciertamente luchando en VIET NAM contra el supermonstruo. Pero ellos mirarán alrededor y dirán: «No, eso no es socialismo. Socialismo, así como lo vemos, es lo que tenemos en la Unión Soviética. Socialismo es la invasión de Checoslovaquia. Socialismo, en otras palabras, es un crimen».

¿Cómo podemos enfrentar ésta contradicción? Las dos contradicciones que acabo de señalar, pienso, pueden ser telescopiadas en una sola. Un cambio radical sin apoyo masivo parece ser inimaginable. Pero el logro de un apoyo masivo —al menos en este país y en el previsible futuro— aparenta ser igualmente inimaginable. ¿Qué vamos a hacer con esta contradicción?

La respuesta parece ser muy fácil. Tenemos que tratar de obtener este apoyo. Pero aquí nos encontramos con los límites de la persuasión democrática que hoy se nos antepone. ¿Por qué los límites? Porque una gran, quizá una decisiva, parte de la mayoría, especialmente la clase trabajadora, se halla en sumo grado integrada al sistema; y se halla integrada sobre una base más bien sólida y no sólo superficialmente. Indudablemente no está integrada para siempre.

Nada es para siempre en la historia.

Las contradicciones del capitalismo corporativo son más serias que nunca antes. Pero esto no puede ni debe alentar la ilusión de que tal integración, temporaria integración, ha tenido lugar verdaderamente. Esta podrá aflojarse solo si se agravan las contradicciones internas del sistema. Ello ocurre, lo hemos visto durante los últimos años y nuestra tarea —dado que tal desintegración no sucederá automáticamente— nuestra tarea es trabajar por ella.

El segundo asunto —por qué estamos aquí enfrentados con los límites de la persuasión democrática— es el mero hecho de que la izquierda carece de acceso adecuado a los medios de comunicación masiva.

Hoy, la opinión pública es elaborada por los medios de comunicación masiva. Si ustedes no pueden comprar minutos iguales y adecuados, si ustedes no pueden comprar el espacio igual y adecuado, ¿cómo se supone que ustedes cambiarán la opinión pública? Una opinión pública elaborada de esta manera monopolítica.

Como consecuencia estamos, en esta seudodemocracia, enfrentados con una mayoría que parece autoperpetuarse, que parece reproducirse a sí misma como una mayoría inmunizada contra el cambio radical. Pero las mismas circunstancias que militan contra la persuasión democrática también militan contra el desarrollo de un partido centralizado de masas revolucionarias, según el modelo tradicional. Ustedes no pueden tener este partido hoy, no sólo porque el aparato supresivo es infinitamente más efectivo y poderoso que en el pasado, sino más bien, y tal vez principalmente, porque hoy la centralización no parece ser el modo adecuado de trabajar para el cambio y para obtenerlo. Volveré a este punto dentro de unos instantes.

Aquí quiero agregar otra cosa más. Dije que las contradicciones del capitalismo corporativo son hoy más serias que nunca antes, pero tenemos que agregar inmediatamente que los recursos del capitalismo corporativo son igualmente fuertes y que son cotidianamente fortalecidos por la cooperación, o acaso diré la colisión, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Nos encaramos, y pienso que éste es uno de los anticuados términos que debiéramos salvar y recapturar, con la estabilización temporaria del sistema capitalista, una estabilización temporaria, y en cualquier período de estabilización temporaria la labor de la izquierda es una tarea de iluminación, una tarea de educación, la tarea de desarrollar una conciencia política.

Quisiera debatir bajo tres títulos, muy brevemente, el blanco de la estrategia de la Nueva Izquierda, los métodos y, finalmente, la organización de la Nueva Izquierda.

Primero, lo que se refiere al blanco: nos enfrentamos con una novedad en la historia, especialmente con la perspectiva o con la necesidad del cambio radical, revolución en y contra una sociedad industrial altamente desarrollada y técnicamente avanzada que al mismo tiempo es una sociedad cohesiva en buen funcionamiento. Esta novedad histórica exige la reexaminación de uno de nuestros conceptos más celebrados. Aquí puedo solamente, por supuesto, darles una especie de catálogo de tal reexaminación.

Uno, la noción de la toma del poder. Aquí, el viejo modelo ya no es viable. Eso, por ejemplo, en un país como los Estados Unidos, bajo el liderazgo de un partido centralizado y autoritario vastas masas se concentran en Washington, ocupan el Pentágono y establecen un nuevo gobierno, eso parece ser un cuadro débil demasiado irrealista y utópico. (Risas).

Veremos que lo que debemos emprender es una especie de difusa y dispersa desintegración del sistema, en la cual interés, énfasis y actividad se trasladan a áreas locales y regionales.

El segundo concepto que debe ser reexaminado es el rol de la clase trabajadora. Y aquí me gustaría decir algunas palabras sobre una de las nociones hoy más desacreditadas, especialmente el concepto de nueva clase trabajadora. Sé lo que puede decirse contra él y lo que se ha dicho contra él. Me parece que el concepto de nueva clase trabajadora simplemente comprende y anticipa tendencias que ocurren ante nuestros ojos durante el proceso material de producción en el capitalismo, señaladamente, más y más altamente calificados y asalariados empleados, técnicos, especialistas y demás, ocupan una posición decisiva en el proceso material de producción. E incluso en términos ortodoxamente marxistas se convierten de esta manera en miembros de la clase trabajadora industrial. Lo que vemos, esto opino, es la prolongación de la base masiva potencial sobre y más allá de la tradicional clase trabajadora industrial hacia nuevas clases trabajadoras que amplían el área de los explotados.

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