SANIDAD

Publicado el 6 de febrero de 2022, 21:52

«La demanda de sanidad pública es prácticamente ilimitada. Otorga costes mínimos, siendo la oferta de trabajo y materiales limitada. [Con sanidad pública] no puede haber un mercado abierto que asigne servicios inmediatos y justos a las valoraciones de todos los participantes»

HANS F. SENNHOLZ — The Trouble with Medicare

 

 

En la época de la Revolución Tranquila [72] de Canadá (1960), el Gobierno ordenó a Claude Castonguay realizar un estudio sobre el sistema sanitario del país. La comisión de Castonguay concluyó que para tener un buen proyecto sanitario era necesario instaurar un seguro social universal financiado con los impuestos del ciudadano. En realidad, de forma experimental, ya se había realizado algo similar, concretamente en la provincia de Saskatchewan. La implementación de este sistema fue lo que hizo que Canadá entrara de lleno en el Estado del Bienestar y una sanidad solidaria para todos, es decir, «social”, por eso Castonguay se le apodó popularmente el “padre del seguro social».

Fue muy bien al principio, pero pocos años después se volvió un caos para el Gobierno, para sus profesionales y pacientes. El tiempo de esperar de un enfermo que transcurría para ser remitido por su médico general a un especialista aumentó de 16,5 semanas en 2002 a 17,7 semanas en 2003 [73] . La provincia de Saskatchewan —que es donde se instauró por primera vez el sistema de medicina social— tenía el récord con 30 semanas de espera. Las listas de espera para procedimientos diagnósticos como tomografías, imagen de resonancia magnética y ultrasonido eran de entre 2 y 24 semanas. Los buenos médicos emigraban y las enfermeras se veían obligadas a hacer el trabajo de los doctores. Como el sistema no funcionaba, el Gobierno fue cada vez apretando más las tuercas a ciudadanos y profesionales del sector con nuevas leyes y restricciones.

Casi cincuenta años después Castonguay renegó de su antiguo proyecto afirmando que el «sistema está en crisis y se ha de reformar». Realizó otro informe en 2007 recomendando al Gobierno que la sanidad se desocializara y privatizarla parcialmente. En sus palabras [74] :

 

«[En el primer informe] creíamos que necesitábamos resolver los problemas del sistema racionalizando el servicio o inyectando enormes cantidades de dinero. [Ahora] hemos propuesto dar un mayor protagonismo al sector privado para que la gente pueda ejercer su libertad a elegir».

 

Las medidas propuestas por Castonguay fueron de una progresiva privatización con tarifas conocidas como el «pago por prestación», seguros de asistencia privados, mayor libertad para los médicos y que así pudieran compatibilizar su carrera en el sector público con el privado. Adicionalmente abogó por la privatización en la gestión de algunos hospitales públicos.

¿Le suena todo esto? Sí, es lo que está pasando ahora mismo en España y otros países (menos en Estados Unidos que van al revés). Pero tengo una mala noticia que darle, el sistema sanitario en Canadá nunca se arregló. Sigue funcionando igual de mal, como ocurrirá aquí.

 

La sanidad pública nos cuesta un riñón

 

En España cada comunidad gasta un poco lo que quiere en sanidad. La que más dinero destina a este concepto per cápita, esto es, por habitante, es Extremadura con 1.674 euros por habitante, y el que menos la Comunidad Valenciana con 1.089 euros [75] . La media española está en 1.228 euros por ciudadano.

Si usted no consume esa cantidad asignada, no se la van guardando, sino que la administración se lo gasta en otra persona. ¿Y qué ocurre si alguien abusa del sistema porque es gratuito, o simplemente porque gasta más allá de su «cuota» porque tiene una enfermedad cara de curar? Pues cuando le toque a usted, el Gobierno entrará en déficit y aquí empiezan los problemas de verdad.

De hecho, desde que nace hasta que muere y haciendo cálculos aproximados (aplicando gasto por ciudadano constante más inflación), usted habrá pagado al sistema sanitario gubernamental más de 420.000 euros. Y eso sin contar el déficit. Eso es lo que cuesta a cada español. No está nada mal para algo que, según nos dicen, es «gratuito».

 

La sanidad del Gobierno es inviable y solo crea pérdidas totales

 

Como ve, el sistema sanitario no es muy económicamente viable, ni muy fino desde el punto de vista técnico. Más bien es una chapuza que se tambalea continuamente. En las pensiones ya hemos visto cómo se llamaba a este tipo de sistema piramidal o que se va pagando sobre la marcha. Es un Esquema de Ponzi puro y duro. Usted no paga lo que gasta ni lo que ha ahorrado, se lo paga a otro. Y a este otro, otra persona… y así hasta la quiebra total.

España es el único país que ofrece un servicio universal y gratuito en la sanidad. Cuando decimos universal es en su sentido más amplio, esto es: para cualquiera que se presenta en un hospital, ya sea africano, latinoamericano, nórdico o chino. Y ninguno de ellos va a pagar nada por el servicio. Eso no significa que sea gratis para los españoles en realidad. Si viene un extranjero a operarse, para él sí que será gratis, pero lo pagaremos nosotros. El único que tiene sanidad gratis en este país son los extranjeros, no los nacionales. Por eso ha proliferado tanto el Turismo Sanitario.

Y es que España tiene un problema con esta clase de turismo. Solo en Valencia se atiende a más de 800.000 extranjeros al año. Más de 127.000 pensionistas extranjeros acuden al médico a costa de lo que pagamos [76]. Según el sindicato médico CESM, las intervenciones de cataratas y de prótesis son las que más éxito tienen, aunque hay un número significativo de operaciones coronarias y extirpación de tumores. Para el Ministerio de Sanidad unos 700.000 extranjeros usan indebidamente nuestro sistema [77]. Ante este drama el Gobierno ha tomado una serie de medidas para paliar el problema: «hay que regular más». ¿Se da cuenta? Es una de las consecuencias del Síndrome del Dictador, esto significa que habrá más controles, más burócratas, más papeleo, más impuestos y… no servirá de nada; como es habitual en las medidas del Gobierno.

En otros países, como Japón, el sistema sanitario también es universal. Cualquier hospital está obligado a aceptar a un enfermo, pero el paciente ha de pagar una tercera parte del coste. Otros países más cercanos al nuestro, como Suecia y Austria —al igual que Japón—, tampoco son gratis, y encima tampoco son universales. Estos dos países europeos simplemente no ofrecen cobertura sanitaria a los extranjeros en situación irregular bajo ningún supuesto. Es más, en países como Alemania, si un extranjero irregular va al hospital, el médico tiene la obligación de denunciarlo al Estado. Da un poco de miedo tener que llegar a esta situación. ¿Realmente un médico ha de hacerde policía y estar denunciando a la gente?

La «generosidad» del sistema sanitario español ha creado casi la bancarrota del sistema. No solo tiene un déficit inaguantable, sino que amenaza con hacer caer a una barbaridad de empresas privadas que le suministran.

Según la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica (Farmaindustria), el Gobierno central y administraciones locales deben al sector farmacéutico alrededor de 9.500 millones de euros en medicamentos y tecnología sanitaria. No solo eso, la demora del pago medio es de 410 días y algunas regiones tardan hasta 600 días en recibir el dinero [78].

Ahora centrémonos un poco. Si hay gente que gasta más de lo que el Gobierno alegremente nos asigna (por criterios totalmente arbitrarios e irreales), y además no paga a proveedores y casi ni a profesionales públicos del sector, ¿qué es lo más probable que ocurra? Ya lo hemos indicado antes, se crea déficit porque esto es un esquema de Ponzi. Según un estudio sobre la sanidad española de PricewaterhouseCoopers (PwC) [79] de 2011, el sistema sanitario español tiene un déficit estimado de hasta 15.000 millones de euros que incluye, además de la deuda reconocida, una «deuda oculta» en forma de facturas no pagadas. Ese dinero lo pagaremos nosotros. La sanidad gubernamental no solo destroza la economía privada de las empresas, sino la nuestra mediante altos impuestos y financiaciones oscuras y poco transparentes para el ciudadano como el déficit. No es que la sanidad pública esté quebrando, es que ya está en quiebra.

 

[72] La Revolución Tranquila (Révolution Tranquille) fue un movimiento tácito social anticonservador o anti establishment que llevó al país a una senda más propensa al Estado del Bienestar. Fue la típica revolución social que hubo en todos los países de cariz izquierdista y que también sirvió para plantar la semilla del nacionalismo quebequés.

[73] How Good Is Canadian Health Care? 2004 Report. An International Comparison of Health Care Systems. Autores: Nadeem Esmail and Michael Walker with Sabrina Yeudall. Fraser Institute. 2004.

[74] America’s Canadian road trip starts today. Reuters. 2010.

[75] Presupuestos iniciales para sanidad de las Comunidades Autónomas, la Administración Central y la Seguridad Social de 2012. Ministerio de Servicios Sociales e Igualdad.

[76] Más de 127.000 pensionistas extranjeros van al médico a costa del sistema. El Confidencial. 23/04/2012.

[77] El turismo sanitario, un problema de «gestión» que se puede convertir en beneficio. RTVE. 29/04/2012.

[78] Los hospitales deben unos 9.500 millones en medicamentos y tecnología sanitaria. El Mundo. 08/06/2011.

[79] Diez Temas Candentes de la Sanidad Española para 2011. El momento de hacer más con menos. PricewaterhouseCoopers. 2011.

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