El «caso» Comorera

Publicado el 7 de febrero de 2022, 20:16

En relación con las medidas represivas y crímenes, me dijo Uribe, entre otras cosas:

 

«El examen y decisión sobre las eliminaciones físicas se hicieron siempre en el Secretariado, y el encargado de asegurar su ejecución era Carrillo, quien tenía los ejecutores en su aparato. Alguna vez la ejecución fallaba. Tomemos, por ejemplo, el caso Comorera. Tú conoces toda la parte política del problema. Pues bien, Carrillo y Antón propusieron al Secretariado la liquidación física de Comorera. La propuesta fue aceptada y Carrillo, encargado de organizar la liquidación. Carrillo designó dos camaradas para llevarla a cabo; pero Comorera decidió marcharse del país. A través del informador que tenía entre la gente de Comorera, Carrillo conoció la decisión de aquél y luego el lugar de su paso por la frontera y su fecha. Carrillo envió a sus hombres a ese lugar para liquidar a Comorera al ir a cruzar la frontera. Pero éste, que se sentía en peligro y vivía con una gran desconfianza, a última hora cambió el lugar del paso. Supimos que había cruzado la frontera cuando ya llevaba quince días en Barcelona».

 

En 1971 y después de leer mi libro ¡Basta!, uno de los componentes del equipo que debía liquidar a Comorera me completó la información que me había hecho Uribe. El equipo lo componían seis, entre ellos el jefe del sector de pasos por donde Comorera debía cruzar la frontera. Este miembro del equipo me dio los nombres de los restantes componentes del mismo. Dos siguen con Carrillo, tres han roto con él, incluido el responsable del sector de pasos, y el sexto no sé lo que fue de él. Me dijo también que el tiempo que estuvieron en la montaña esperando el paso de Comorera fue de tres semanas.

Ante la imposibilidad de la liquidación física, Carrillo, como buen especialista de las acusaciones y denuncias del más puro estilo policíaco y provocador, se dedicó a la destrucción moral por medio de calumnias infames. Dirigida por él, se abrió en nuestras publicaciones y en nuestra radio una ofensiva de chivatería denunciando la presencia de Comorera en Barcelona.

He aquí algunas «perlas» de esas denuncias policíacas reproducidas de artículos de Santiago Carrillo y de otros:

 

La vista de los procesos contra los espías y agentes policíacos descubiertos en las democracias populares, así como el desenmascaramiento del verdugo del pueblo yugoslavo, el repugnante Tito, como viejo provocador al servicio de la burguesía imperialista, ponen sobre el tapete, ante la clase obrera, y especialmente ante los comunistas, el problema siempre actual y candente de la vigilancia política de la lucha contra la provocación.

Para las castas reaccionarias españolas y sus actuales coayudantes ingleses y americanos, ni los socialistas ni los anarquistas representan peligro. Sus dirigentes están —ya no tienen ningún reparo en decirlo— al servicio del imperialismo americano, a cuyos intereses han sacrificado los vitales intereses de la clase obrera y del pueblo. A los socialistas y anarquistas se les permite, se les facilita su propaganda, su actividad, su trabajo. Por el contrario, el Partido Comunista y los comunistas en general son el objeto del odio animal de los reaccionarios de todo pelaje, y contra los comunistas enfilan las baterías de sus campañas calumniosas, de sus infundios, de sus ataques, de sus agresiones criminales y provocadoras.

De cada uno de estos miserables y de otros parecidos de hoy, por orden de los servicios policíacos de quienes dependen, se cobijan bajo la bandera pirata del titismo, dignos cofrades del despreciable provocador que tan arteramente engañó al pueblo yugoslavo, iremos dando algunos de sus rasgos característicos y de sus actividades, que conocemos muy de cerca y que harán comprender a los trabajadores, y muy especialmente a los comunistas, la razón que asiste al Partido cuando les llama a estar muy alertas y vigilantes contra las provocaciones.

No hace muchas semanas, la prensa francesa y la radio inglesa comunicaban que en Cataluña habían sido detenidos 22 comunistas e incautadas dos imprentas donde se hacían, según estos comunicados, Mundo Obrero, órgano del Partido Comunista, y Treball, órgano del PSUC. La comedia es finita, señores Molinero y Massip. Todas las detenciones de comunistas realizadas en los últimos tiempos en Cataluña son vuestra obra y la de Juan Comorera, al que denunciamos ante la clase obrera catalana como un agente policíaco. Y que no piensen Comorera y sus acólitos y comparsas, en la innoble farsa tan burdamente urdida, que van a hacer comulgar con ruedas de molino a los trabajadores catalanes. Juan Comorera y sus cómplices tendrán que responder ante el pueblo catalán de sus actividades provocadoras.

Obreros de Cataluña: Juan Comorera es un provocador, que durante nuestra guerra conspiró contra el Gobierno Negrín, de acuerdo con el cónsul francés que estaba en Barcelona, en la famosa crisis de la «charca». Juan Comorera es un provocador cuyas actuales actividades es entregar a los comunistas a la policía, tanto en Francia como en Cataluña. Y nosotros sostendremos esta acusación delante de la clase obrera y del pueblo catalán. Juan Comorera es un enemigo de la clase obrera y como tal hay que tratarle allá donde se le encuentre.

 

(De un comentario escrito por Santiago Carrillo para Radio España Independiente y publicado en Mundo Obrero del 15 de septiembre de 1951).

 

El PSUC de Cataluña es depurado de los elementos corrompidos y traidores que se habían infiltrado en nuestras filas como agentes de la burguesía. Comorera, que hoy está abiertamente al servicio de la policía franquista cumpliendo el repugnante papel de delator de los militantes comunistas del interior del país.

 

(Transmitido por Radio España Independiente, 15 de noviembre de 1953).

 

Los imperialistas yanquis y sus satélites, por lo mismo que sostienen a Franco en el poder, combaten furiosamente a nuestro Partido. Contra nosotros y contra las demás organizaciones democráticas lanzan su carroña de chivatos entre los cuales figuran los perros titistas y comoreristas.

 

(De Mundo Obrero, diciembre de 1953).

 

«El traidor y sus amos» (Mundo Obrero del 30 de junio de 1954):

 

Días pasados, la prensa franquista dio a conocer que se había «detenido» al traidor Comorera. Para que no faltase nada en la propaganda a la americana con que los franquistas han pretendido revestir esta «detención», un periódico de Barcelona incluso llegó a publicar una foto de Comorera en la comisaría conversando con los periodistas. Para muchos trabajadores revolucionarios que han pasado por las comisarías y han sido molidos a palos y torturados salvajemente, no ha pasado inadvertida la vil estratagema que persiguen los franquistas y su agente Comorera.

Para que los hechos queden en su verdadero lugar, frente a la inmunda leyenda que los servicios policíacos franquistas y otros extranjeros han hecho circular, es necesario decir que el traidor Juan Comorera se ha entregado a la policía después de haber estado viviendo durante años en Barcelona, a donde fue llevado para actuar como delator de los comunistas.

Habiendo sido denunciado por el Partido Socialista Unificado de Cataluña y por el Partido Comunista de España como traidor al movimiento obrero, encontrando la mayor repulsa de los comunistas y trabajadores revolucionarios, ahora la policía franquista monta esa tramoya de la «detención» para hacer desempeñar a Comorera el papel de «resistente» y así poder pretender engañar a trabajadores y otros antifranquistas.

Los trabajadores y nuestro pueblo han podido comprobar la justeza de la medida tomada por el Partido Socialista Unificado de Cataluña al arrojar de sus filas al traidor Comorera por ser un enemigo de los trabajadores y un agente policíaco.

Esta experiencia debe servir para mantener bien despierta la vigilancia revolucionaria no sólo de los comunistas, sino de todos los trabajadores y antifranquistas en general, y mostrarse implacables en la denuncia y en el aislamiento de perros policíacos al servicio de los enemigos, como el traidor Comorera.

 

¿Quienes son los delatores? ¿Comorera, que vive y lucha en Cataluña, o los que le acusan desde fuera? Cuatro años vivió clandestinamente Comorera en Barcelona. Y después de otros cuatro en prisión, murió en el presidio en Burgos el 8 de junio de 1958. Murió dignamente, como dignamente había vivido, mientras sus acusadores quedarán ante los verdaderos comunistas y ante el pueblo catalán y español como vulgares calumniadores.

Y no tratamos ahora de examinar las posiciones políticas de Comorera durante los años en que fue secretario general del PSUC. Sin duda, en la actividad de este camarada hay aciertos y también errores. Pero lo que denunciamos ante los comunistas y toda persona decente es el método carrillista para deshacerse de una persona honrada cuya principal «delito» fue negarse a decir amén y a convertirse en un pelele de Carrillo y Antón.

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