¿Quién paró al general Armada?

Publicado el 10 de febrero de 2022, 22:16

¿Qué supuestos permitían a Armada ingresar en el Congreso con un propósito tan preciso, y contar con la luz verde del mando militar y del Palacio Real? Armada declararía después ante el Fiscal togado que "Creía necesario resolver la situación de emergencia que se había producido, porque en aquella situación la Constitución estaba vulnerada por Tejero y habría que restablecer la normalidad"... Sin embargo, existía constancia de que Armada, dos días antes, el sábado 21 de febrero, se había descubierto ante Tejero como cabeza de la operación. Concluye el Fiscal togado que "en la madrugada del 21 de febrero se celebra en Madrid una reunión a la que asisten Armada y el procesado comandante de Infantería, designado en el CESID, José Cortina Prieto (...) Cortina informa que están redactados hasta los decretos-leyes que entrarán en vigor en su momento y que, transcurridas dos horas desde la ocupación del Congreso, llegaría una autoridad militar que sería aceptada por distintos grupos parlamentarios". En su comparecencia ante el Juez Instructor, Tejero declaró que en la reunión del día 21 "Cortina le indica que todo va a salir bien, que los socialistas no van a dar la menor guerra (...) Los socialistas del Congreso son más bien socialdemócratas y ven también la necesidad de un golpe de timón".

Prosigue el Fiscal togado: "Después de esta entrevista Tejero consulta por teléfono con Milans, quien le ordena que obedezca a Armada, y Tejero informa a Milans que se había fijado la fecha del 23 de febrero para la operación, y que precisamente la había fijado Cortina". El propio Milans parece haber intuido algo nuevo en Cortina: "mantiene una conversación con Armada, quien le confirma que Cortina era el hombre de su confianza". Sería esto el antecedente inmediato de la divergencia en la noche del 23 al 24 de febrero entre Tejero y Armada acerca del desenlace del golpe. A Tejero se le confió la misión de ocupar el Congreso y retener al Gobierno y a los diputados, pero no conocía el desarrollo planificado para después, le habían dicho que el nuevo "gobierno sería sólo de militares".

Si ésta fue la artimaña para instrumentar a Tejero como percutor para el golpe, la dirección del operativo subvaloró la autonomía de la oficialidad intermedia. Una vez rota la disciplina en la cadena de mando, Tejero sabía que su misión duraba "hasta que llegase una autoridad militar que pronunciase la consigna Duque de Ahumada".

Tejero tenía su confianza puesta en Milans de Bosch. Preguntó a Armada "si el general Milans formará parte del Gobierno. Armada contestó que ni él ni ningún militar, solamente él como presidente". Tejero debió ver claro en ese instante. Le habían ilusionado con un golpe militar "contra el sistema" y ahora descubría que había sido utilizado como estratagema. Pidió aclaraciones a Armada. Este le dijo que en el gobierno estarían Felipe González, Múgica Herzog, Solé Turá y otro de UCD. Tejero, desengañado, fue tan abrupto como su
respuesta: "Ordenó a dos guardias civiles que condujesen a Armada a la salida y que no entrara sin su permiso".

A partir de ese momento, Tejero intentó proseguir el golpe militar. Improvisó un manifiesto que pidió divulgasen por radio (La Voz de Madrid) los oficiales de la División Acorazada Brunete, pero no lograron salir al aire. Intentó que lo imprimiera El Alcázar, y tampoco lo consiguió. Recurrió a Milans. A las 01,35, llegaba al Congreso en apoyo del golpe el comandante Pardo Zancada, de la División Acorazada, al frente de 113 hombres y 4 capitanes.

En Valencia, Milans, vacilante, a las 2,30 del martes 24, ocho horas después de que Tejero ocupara el Congreso, al manifestarle el propio Rey por teléfono y télex que no aceptaba la formación de un Gabinete Militar, retiraba los tanques de la calle, pero no levantaba el Bando militar. "Juro -había dicho el Rey- que no abdicaré la Corona ni abandonaré España, quien se subleve está dispuesto a provocar una guerra civil (...)". Mientras, Milans consultaba a otros capitanes generales. Entre las 04 y las 05 h. comprendió que no le secundaban ya ni sus propios oficiales. A las 05 retiraba el Bando y renunciaba a seguir. A medianoche, el Rey había transmitido un mensaje radio-televisado rechazando un desenlace que no respetase la Constitución. La intención del mando militar central que preparó la intervención era respetar la fachada de la Constitución. Pues, si Armada hubiera tenido éxito, la Junta de Jefes de Estado Mayor hubiera invocado el art. 8 que atribuye a las FFAA "la misión de defender el ordenamiento constitucional".

Tejero, desde dentro del Congreso, había dado lugar al desbaratamiento de la "operación Armada". Diez horas después, aislado y tras el abandonado también de Milans, pactaría su rendición con el propio Armada. Milans y Tejero, habiendo pretendido finalmente forzar la formación de un Gabinete Militar, que suspendería las libertades públicas, chocaron con la lógica del desarrollo previsto por los conspiradores para llevar a cabo, con Armada, el golpe de Estado…

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… el orden que la misma determina". El comunicado silenciaba la sublevación de Milans, su Bando militar y la ocupación de la calle con los tanques de la III Región. Describía como un simple "suceso" el secuestro de todo el Gobierno y de los diputados, y no se pronunciaba en contra de la operación Armada, ni del propósito de éste de personarse en el Congreso una hora después, está claro que con el acuerdo de la JUJEM, dispuesto a proponer la investidura de un Gobierno provisional que restableciera el "orden constitucional".

Al día siguiente del secuestro del Congreso, Adolfo Suárez -todavía presidente en funciones- "criticó a la JUJEM que hubiera reaccionado tan tarde y de manera tan confusa". La confusión podía derivar de las dos lógicas contrapuestas del golpe, la de Tejero y la de Armada, y quizás también de la inesperada reacción del Jefe del Estado, después de que la insurrección se hubiera iniciado invocando su nombre. Era cierto que los tres centros de la operación, el proyecto político-militar en torno a Armada, Tejero y sus hombres y el mando sublevado de la II Región, tenían en común que reconocían a don Juan Carlos de Borbón la Jefatura del Estado y de las FFAA. Pero la insurrección quedó sin cabeza política en cuanto el Jefe del Estado la desautorizó.

Cabe preguntarse de nuevo acerca del objetivo del golpe. Pues, a la inversa de otras experiencias golpistas determinadas por situaciones de aguda movilización social alrededor de reivindicaciones políticas, económicas y culturales, la de febrero de 1981 no tenía una justificación clara. En España, no sólo predominaba la pasividad popular, sino que a la actividad de los equipos políticos le favorecía la pasividad; no le preocupaba defraudar expectativas o reivindicaciones populares. La desmovilización cívica, desafiliación política, abandono de cuadros e indiferencia o retraimiento eran generalizados ante los gestos y obras de quienes protagonizaban la reforma política iniciada el 15 de junio de 1977. Así, un puñado de guardias civiles secuestraba a los dirigentes del sistema político en medio de la apatía de la población a la que, sin embargo, angustiaba la amenaza que encerraba el fácil y protegido golpe de fuerza.

Para Adolfo Suárez "al general Armada la idea de presidir un gobierno de coalición se la sugirió un destacado socialista". En el verano de 1980 abundaban los comentarios de prensa acerca de que desde el entorno de Felipe González se promovía a un general para la Presidencia de un gobierno de coalición. Suárez, desde Lima en Julio de 1980 había comentado a un periodista "que conocía la iniciativa socialista de situar a un militar al frente del Ejecutivo". Juan Raventós, diputado socialista por Barcelona, señalaba en la revista Interviú a Suárez como un obstáculo a eliminar de la Presidencia del Gobierno. A finales de octubre, Raventós y Enrique Múgica se reunían en Lérida con el general Armada. El 6 de noviembre, Enrique Barón Crespo, diputado socialista por Madrid, anunciaba que "es lógico pensar que en España puede haber Gobierno de coalición (con González) hasta el 2000", no obstante existir una resolución del Comité Federal contraria. En el mismo sentido se había manifestado Felipe González, él veía "como inexorable ser oposición (...) A la presencia socialista en el Gobierno se oponen radicalmente numerosas personalidades de la derecha sociológica". Sin embargo, todo cambió de repente. El mismo Felipe González, presentando un libro de Fernando Morán habló de la "formación, en breve plazo, de una nueva mayoría parlamentaria, con inclusión de los socialistas". ¿De dónde provenía la seguridad de González? La UCD no había dado ninguna señal de ofrecimiento. La única noticia de intranquilidad la había emitido Joaquín Prieto como una confidencia de Felipe González: "existe la sensación de que el estamento militar no soportará la actual escalada terrorista sin que se produzca algún tipo de intervención en los asuntos de la vida pública, que incluso podrían justificarse constitucionalmente".

Pero el precipitante de la caída de Suárez no pudo ser la actividad terrorista, que no manifestaba una intensidad particular por entonces. Cierto que Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, Presidente del grupo parlamentario de UCD estimulaba el reemplazo de Suárez, y que éste había reconocido que la división de UCD y el hostigamiento desde otros sectores le llevaron a dimitir, haciéndose a un lado ante la ofensiva militar en marcha. La novedad más bien procedía del seno de las fuerzas de seguridad del Estado, incluso cuando ya Suárez había caído: el 13 de febrero de 1980, por primera vez después de la muerte de Franco, un detenido político en manos de la policía fue atormentado hasta la muerte -Joseba Arregui, nacionalista vasco- como buscando provocar la respuesta violenta de otros vascos.

El 7 de noviembre de 1980, Felipe González descartaba la eventualidad de que su incorporación a una coalición de Gobierno derivara de una oferta de UCD: "el PSOE solamente asumirá tareas de gobierno en coalición en una situación de extrema gravedad. El PSOE no quiere esa coalición, pero el agravamiento de la situación puede hacerla necesaria a corto plazo". Pero, cinco días después, apenas pasados dos días del paso por Madrid de Willy Brandt, la prensa publicó una insólita carta personal de González afirmando que no se trataba de negociar con UCD una coalición de Gobierno, sino que su acceso a éste se daría en una eventual emergencia peligrosa para la democracia".

Quienes han estudiado este golpe de Estado son casi unánimes en afirmar que en la conversación de Armada con Múgica y Raventós en Lérida transcendió "la disposición de Armada favorable a la formación de un Gobierno PSOE-UCD, presidido por un independiente, presumiblemente militar, y con el apoyo del Parlamento. Los socialistas se manifestaron de acuerdo". Calvo Sotelo declararía a la prensa (23/02/1996) que Raventós ofreció al general Armada la presidencia del Gobierno, en un golpe que se llamaba blando o constitucional. El 25 de junio de 1990, había declarado a la revista Tiempo que "la operación Armada era un montaje constitucional en el que estaba previsto una segunda moción de censura y un gobierno de concentración". Después se sabría que Armada tenía previsto asignar carteras ministeriales a miembros del equipo de González.

A mediados de enero de 1981, González había anunciado en El Socialista (2101/1981): "esta primavera la derecha atravesará una fuerte crisis y para junio podría producirse una nueva configuración de la derecha (...) pero para el mes de mayo los socialistas presentaremos actualizado un programa con una política económica más contundente y más audaz"...

Una de las líneas de la conspiración original tenía programada su culminación precisamente en mayo de 1981. ¿Quién instrumentaba a quién? En todo caso, en la mañana del martes 24 de febrero Adolfo Suárez propuso al Rey y a los partidos que le permitiesen continuar tres meses al frente del Gobierno para desmantelar la trama del golpe. González se opuso y explicó al día siguiente que había llegado el momento para el acceso del partido a un gobierno de coalición, y así se ofreció a UCD, a Calvo Sotelo y a Jordi Pujol para integrar en el gobierno autónomo al partido de González, lo que hizo ratificar por el Comité Federal de su partido. Pero... dos días antes el general Armada había sido arrestado, y el nuevo presidente de Gobierno, al igual que la Ejecutiva de UCD y el presidente de la Generalitat, rechazaron la solicitud de González.

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