En 1977, a los españoles, después de 41 años de serles negado el derecho a elegir a sus gobernantes, los controles internacionales y filtros personales que prepararon las elecciones parlamentarias, se plasmaron en técnicas de mediatización del ejercicio del sufragio. De modo tal que el resultado del restablecido derecho de voto no escapara de las manos de los equipos cooptados y estipendiados para conducir la reforma política.
Se huyó como del diablo de restablecer la circunscripción electoral unipersonal existente hasta la dictadura; se reemplazó por la de Provincias. Al electorado se le obligó a escoger entre listas cerradas y bloqueadas en ocasiones con más de cuarenta nombres. La ciudadanía, no pudiendo elegir a su diputado nominalmente tampoco lo puede controlar, y ningún diputado específico tiene electores ante quienes responder del desempeño de su mandato... Su acceso al Parlamento es fruto de su cooptación por el jefe del partido; a partir de ese momento su preocupación es contentar al jefe.
Otra medida fue no poner techo ni control eficaz a los gastos electorales. Así, el marketing, la publicidad electoral pudo ser financiada desde los centros de decisión de la Coalición de la Guerra Fría. Después, se crearía una burocracia asalariada costeada por los presupuestos del Estado, aportaciones clandestinas de empresas privadas nacionales y extranjeras respaldantes de los equipos estipendiados. Las subvenciones del Estado a partidos, 1977-1994, directas y por gastos electorales, sumaron 111.548 millones de pesetas: más de 41.000 al PSOE, 30.000 al PP, 6.901 a IU, 6.000 a UCD, 4.936 al CDS, 1.842 al PNV, 5.250 a CIU, etc., etc.
Otra medida técnica consistió en evitar el sistema de representación proporcional integral. Se favoreció la conformación de mayorías absolutas que redujeran el pluralismo en la dirección del Estado y disminuyeran la representación parlamentaria de las opciones electorales no cooptadas. Señalado este objetivo, la ley electoral fue diseñada a su medida: proporcionalidad corregida; una sola vuelta; sobrerrepresentación de las provincias rurales menos pobladas en desmedro de las de mayor concentración industrial y urbana.
Fruto de estas técnicas han sido un Parlamento y partidos distanciados cuando no desacreditados en su función de representatividad. Hasta 1994 el Parlamento no fue autorizado a formar una comisión de investigación. Ni en los congresos y órganos de dirección del equipo de González, ni de los otros partidos cooptados, nadie arriesgó su salario pidiendo al jefe explicaciones acerca del origen de los miles de millones que financiaban la organización y sus campañas electorales; como tampoco osó preguntar sobre sus relaciones con el general Armada y el golpe de Estado para derrocar al gobierno de Suárez; o el porqué de ciertas opciones estratégicas y no otras, etcétera.
De nuevo Alemania
Europa termina el siglo XX en un contexto estratégico cuya comparación con el de comienzo del siglo es sugerente. Hoy, al igual que en 1904, Alemania es la potencia predominante en Europa; Gran Bretaña le contrapone su voluntad de alianza con preferente con EEUU; Francia explora en Moscú un equilibrio europeo autónomo de Alemania y compatible con la alianza con EEUU que contrapese el poder del nuevo Berlín. La diferencia respecto de 1904 es que, desde mediados de 1945, EEUU ha asumido las constantes básicas de la estrategia británica y de ello depende la evolución en gran medida del futuro de los pueblos del Viejo Continente.
Charles de Gaulle decía que la II Guerra la había ganado un país, "los demás hemos perdido todos". Truman sentó las bases de su política hacia el Continente euroasiático sobre conceptos estratégicos gestados en el Imperio británico, con el estímulo de los propios dirigentes británicos, ya enzarzados como Churchill contra la URSS (discurso de Fulton, Kansas, 5 de marzo de 1945), o los laboristas Atlee y Ernest Bevin favorables a renovar el respaldo a la dictadura del general Franco.
La Administración Truman y las siguientes sustituyeron a Gran Bretaña en el control militar de los mares en torno a Eurasia y sus pueblos costeros. La SEATO, CENTO, OTAN, las guerras por el control de cabezas de puente en Corea, Vietnam. Golfo Pérsico, configuran un diseño global en el que la pieza central continuaba siendo evitar una alianza independiente entre la Europa occidental y la Oriental.
1989: Los alemanes se reunifican
Roosevelt en febrero de 1945 en Yalta dirigió un mensaje extraordinariamente entusiasta al Congreso de EEUU: "Se acabaron las zonas de influencia". Veía la construcción de la paz en Europa y de la futura ONU, asentadas en la cooperación anglo-soviética-norteamericana. Tuvieron que pasar 45 años hasta el 9 de septiembre de 1990 en que Georges Bush, a su vuelta del encuentro en Helsinki con Gorbachov, anunciase otra vez al Congreso norteamericano el "nuevo orden que está naciendo en el mundo (...) ningún dictador puede contar ya con la confrontación Este-Oeste para impedir una acción concertada de la ONU contra la agresión". Tres días después se suscribía en Moscú el Tratado Final con respecto a Alemania, y le devolvían su soberanía. Al día siguiente, 13 de septiembre de 1990, Alemania y la URSS suscribían un Tratado de Amistad y Cooperación.
Era el fin de la guerra de 45 años de EEUU y la URSS. La ONU parecía retornar a sus orígenes y EEUU haber perdido la hegemonía absoluta con que se encontró en 1945. El canciller Kohl hablaba de "el país más poderoso de Europa". ¿Quién había ganado tan larga guerra? Según Gorbachov, el Mundo. Según los norteamericanos, ellos. Otros pensaban que Alemania y Japón. William Apleman William, historiador de la Universidad de Wisconsin, antes de su fallecimiento en 1989, planteaba a sus discípulos un interrogante: "lo relevante no es si EEUU ha ganado la guerra, sino que la URSS de súbito ha decidido no continuarla. La gran cuestión es saber por qué".
El siglo XX es el siglo de Alemania. Termina como empezó. Revigorizada la infraestructura industrial alemana, remilitarizado el país por Truman para ponerlo al servicio de la guerra fría, nueve lustros después, ante la resignación del Kremlin y la impotencia de Londres, la RFA terminaba absorbiendo la "zona" soviética -la RDA. Las estructuras y el mapa estratégico económico de Europa empezaban a cambiar de nuevo. La Thatcher describe en sus Memorias (1993) el desconcierto y temor que la imparable unificación alemana en 1989-1990 provocaba tanto a ella como a Francois Miterrand. Alemania, que fue aplastada dos veces por una coalición apoyada en EEUU, hacía depender su renacimiento de que EEUU entrara en conflicto con la URSS. Luego de reunificada necesita mantener su entendimiento simultáneamente con EEUU y con Rusia, en una Europa, donde la RFA pueda prolongar sus relaciones más allá de los Urales, hasta Vladivostok. El Tratado firmado en 1990 en Moscú lo permitía, al renunciar a la guerra como instrumento de política exterior, al armamento nuclear, biológico y químico, y comprometerse a reducir sus FFAA hasta un techo de 370.000 hombres. 1898-1990 era el comienzo del fin de la "pequeña Europa" de la CEE construida durante la guerra fría. (pág. 229)
1990: El segundo pacto germano-soviético
Pocas veces un acto diplomático fue seguido de efectos tan devastadores, mundiales, como la firma del Pacto de No Agresión y Neutralidad (23/08/1930) entre Alemania y la URSS. Cayó el gobierno Suzuki del Japón y con igual rapidez la política pro germana de Chamberlain. Ocho días después, Gran Bretaña declaraba la guerra a Alemania. Por entonces, los Estados Mayores europeos, aunque temían la influencia de la revolución social soviética, menospreciaban olímpicamente la capacidad económica y militar de la URSS. La conciliación británica hacia Alemania había tenido como único objetivo, no solamente aislar a la URSS o reprimir a las organizaciones obreras del resto de Europa, sino también evitar la guerra y continuar así excluyendo a EEUU de Europa y del Imperio británico.
Pasados 51 años, la RFA y la URSS (13/09/1990) volvían a firmar un Tratado de Amistad y Cooperación por veinte años renovables. El pacto bilateral, nada resaltado, reingresaba a la URSS en la política europea y condicionaba de inmediato y para el futuro las relaciones externas del Viejo Mundo, en particular con las Potencias anglosajonas. Una primera derivación cabe verla en la exhibición militar con que el Reino Unido y EEUU resolvieron la crisis del Golfo. Demostración de fuerza que parecía dirigida no tanto a impresionar a un país del Tercer Mundo como a Europa y Japón. Cierto que el pacto, distinto del convenido el año 1939 tras fracasar los intentos de la URSS de establecer con Londres y París una estructura colectiva de seguridad europea, nacía integrado en el marco colectivo de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea. Pero, al mismo tiempo, entrañaba la desvitalización de la estrategia angloamericana desde la primera presidencia Truman, la institucionalizada a partir de 1949 en la OTAN.
¿Había variado el posicionamiento anglo-norteamericano adverso a una Europa unida en su independencia? Sin duda, no. Pero ahora tal Europa sería "entera y libre" en la medida en que el Este y Rusia quedaran integrados dentro de la zona de influencia norteamericana. Era la visión del gobierno Bush al hablar de "la unidad de Europa". Por esa "unidad", militar, Alemania (y Japón) y la URSS no apostaron decididamente ni se situaron abiertamente en contra, cuando EEUU decidió la acción militar contra Irak (1989-1990) por el control del petróleo. De haber procedido negativamente hubieran promovido a primera línea la potencialidad económica-política de la emergente "gran Europa", potencialidad, que, además, aparecía incompatible con los conceptos estratégicos británicos tradicionales.
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