A la hora de realizar un análisis de la estructura social de la comarca nos encontramos con dificultades conceptuales y de las delimitaciones clasificatorias, pues el campesinado, elemento humano ampliamente mayoritario, es un conglomerado heterogéneo con diversas categorías que se entremezclan y con intereses contradictorios entre grupos. “La relación con la tierra es el factor clave en la configuración del sistema de clases. Su posesión marca la primera diferencia social: propietarios y jornaleros; pero ninguno de estos dos grupos es uniforme. La mayor o menor extensión de terreno establece una clara división entre pequeños, medianos y grandes propietarios. De la misma forma es obligatorio distinguir entre obreros fijos y temporeros. El arrendamiento y la aparcería dan lugar a otras categorías y figuras que amplían y complican el espectro social” 112 .
De este modo se produce una sociedad rural tan compleja como la urbana y que surjan los intereses antagónicos, primero entre los que poseen la tierra y los que sólo tienen su fuerza de trabajo, es decir, entre labradores propietarios y jornaleros, pero también aparecen otros antagonismos como los debidos a la diferente calidad de las tierras, la desigual distribución de ingresos, el precio de las rentas, etc., que suponen enfrentamientos entre latifundistas y pequeños propietarios, arrendadores y colonos. Todo ello origina una serie de conflictos, que podemos clasificarlos en dos tipos como realiza Carlos Hermida: “externo, como respuesta del mundo rural a problemas comunes -bajo precio de los productos agrarios, presión fiscal, falta de créditos, etc.- e interno, provocado por los desajustes y desigualdades de la sociedad campesina, y que se desarrolla entre sus miembros” 113 .
Por ello, las clases populares campesinas englobarán desde pequeños propietarios de parcelas que generalmente no sirven para la manutención, a pequeños propietarios y arrendatarios a la vez, a pequeños propietarios, que en épocas se convierten en jornaleros (la siega) forzados a trabajar en las fincas de los labradores medianos y grandes. De este modo los ingresos familiares, explotando a su propia familia en competencia desigual con los hacendados ricos (sin abono, ni maquinaria, ni medios técnicos), se complementaban trabajando como asalariados de los grandes con el peligro de descuidar su propia parcela o trabajando otros pedazos de tierra en arrendamiento o aparcería. Con ello se produce una mezcla de las categorías campesinas 114 pues una misma persona trabaja parcelas con varios sistemas, e incluso a veces tiene que contratar mano de obra, provocándose verdaderas situaciones contradictorias de clase, llegándose al extremo, cuando tiene varios hijos y la tierra que labra no es suficiente, que tengan que ir a “servir” para otros labradores o trabajar de obreros durante temporadas, a la vez que se necesitaba algo de mano de obra externa a la familia durante la siega.
Según cálculos de Carlos Hermida habría unos 467.704 individuos dedicados al sector primario que, descontados los jornaleros, obtendríamos una cifra de 350.000 pequeños propietarios en Castilla y León 115 . Se trata de un campesino muy pobre, propietarios de pequeñas parcelas que en general no sirven para la manutención o pequeños propietarios y arrendatarios simultáneamente y que parte del año trabaja como jornalero y que vivía en condiciones precarias con menos de 10 Has. (el mínimo que fijaban los organismo oficiales eran 15 Has. para el sostenimiento de una familia), teniendo en cuenta que se labran la mitad cada año, ante la necesidad del sistema de dos hojas.
En las localidades de la comarca esta situación era la norma. Así en Gallegos del Pan nos señalan las fuentes orales que “en los años 30 vivíamos de la agricultura, tierras de secano y además de renta. Propiedades pocas, en arriendo todas. La mayoría del pueblo llevaba las tierras como nosotros, había a lo mejor 4 ó 6 mayores contribuyentes que tendrían alguna propiedad más, pero lo normal era de renta. Lo normal era tener una pareja de mulas, como nosotros, no siendo tres o cuatro casas del pueblo, los demás una pareja” 116 . Con este testimonio coinciden plenamente otros: “nos dedicábamos a la agricultura. Teníamos a medias, en propiedad, algunas arrendadas y otras compradas. Teníamos dos mulas, después se puso mala una de las mulas y como eran caras, vendimos las mulas y compramos tres vacas de labor. Eran más baratas, bastante más y es que además las vacas daban un ternero todos los años. El ternero lo vendíamos a un tratante de Zamora. Labrábamos, pues eran seis cargas más o menos en cada hoja, seis por cuatro veinticuatro, unas 50 fanegas en las dos hojas, labrando al año 25 fanegas” 117 .
Los asalariados rurales sufren el paro estacional por el tipo de trabajo (agrícola) y estructural por el aumento de la población y una mayor mecanización (lenta y localizada), llegando a encontrarse sin trabajo parte del año. Los bajos salarios y el paro provocan la miseria, el analfabetismo y la desnutrición como caldo de cultivo de conflictos sociales 118 . Ante ello las opciones existentes eran las siguientes: sobrevivir explotando a la propia familia (compitiendo en desiguales condiciones con los grandes hacendados -sin abono, ni maquinaria, ni medios económicos-), emplearse como asalariados de los grandes, “descuidando su propia parcela”; arrendando otras, “casi siempre en condiciones poco ventajosas”, y finalmente otros campesinos no les quedaba más solución que la venta de su parcela y emigrar 119 , principalmente a países de América Latina (Argentina y Cuba).
La vida de un obrero del campo era muy dura. “En casa de uno el verano y la primavera, de 15 años y dormía entonces en la cuadra con otro compañero que tenía. Y después nos levantábamos a las 3 de la mañana y a arar y estábamos arando hasta la “postura” del sol y después veníamos “pa” descansar a la fragua y en la fragua a lo mejor había dos o tres mulas; no entrabas en la primera y llegaban las 11 de la noche y no habías vuelto “pa” casa” 120 .
La época con más trabajo, era, sin duda, la siega, que también era la faena más dura, con jornadas de 14 y 16 horas, pues muchas veces se trabajaba a destajo para los labradores propietarios, ya que era la única forma de aumentar las ganancias.
“Aquí había muchos jornaleros, que iban a segar, de fuera no venían. Después vino la máquina gavilladora. Se iba a acarrear a las 12 de la noche, si estabas cerca había que echar tres viajes con el carro y si estaba muy lejos como es un término muy grande, pues echabas dos, pero a las 11 de la noche y ¡hala! después a trillar y comer poco, que no te hiciera daño. Le daba al tocino del marrano, los chorizos veías pocos” 121 .
“A hacer la siega, venían de San Pedro, de Villalonso, los de Pinilla no marchaban a ningún lado porque se necesitaban en verano obreros. El resto del año nada, alguno que cogía a un forastero, de Abezames, de Villalonso, uno un año; un año, otro. Estaban para arar con las mulas y en verano pues a hacer el verano con el amo” 122 .
“Los segadores entraban el día de San Pedro, que era cuando se ajustaban y sólo descansaban el día de Santiago y el día de la Virgen [15 de agosto]. No descansaban ni domingos ni nada. Se levantaban a las cuatro de la mañana a acarrerar, segaban, comían, dormían una hora de siesta, segaban y a la hora de la cena arreglaban el ganado y a dormir” 123 .
Cuando en una localidad no había suficientes jornaleros se contrataban de otros sitios para realizar la siega, que al fin y al cabo era para la economía rural el momento decisivo. Así se indica en Aspariegos. “Para la siega se traían obreros de otros pueblos, gentes de fuera. Entraban y salían, porque a Cerecinos iban muchos de aquí, venían y marchaban. Mi padre tuvo a uno todo el año de mayoral, que era de Arquillinos. Segadores, ¡bueno!, segaban con la hoz y venían de Galicia. Lo llamaban ellos hoces y venían un padre y un hijo, dos o tres hoces, individuales. Venían gallegos para Fradejas, vendrían a lo mejor..., yo no sé cuantos, pero menos de ocho, diez o doce no vendrían. Venían para tres casas, que tenían ciento y pico cargas de tierra cada uno, lo de Villachica, la dehesa de Fradejas son 900 cargas, de 900 a 1.000. Dormían en las tierras, como tenían que mantenerlos, les llevaban la comida a las tierras.” 124 .
Y esta situación afectaba también a los pequeños artesanos que vivían como los jornaleros del campo, en el límite de la supervivencia: “En el campo, a espigar, a coger legumbres, a pasar hambre y miseria. Nos pagaban, cuando yo empecé a coger legumbres, que todavía iba a la escuela, una peseta de noche a noche. Comíamos y dormíamos la siesta debajo el carro. Mi hermano era sastre y mi madre era sastra, pero sastre de un pueblo, ya sabes. Mi hermano no iba al campo, mi madre a coger legumbres, hacía pantalones, dos al día. y los ojales los hacía todos. Pero con todo y eso, había que ir al campo, pues no se ganaba jornal. No teníamos tierra” 125 .
Pero, por supuesto, los jornaleros hacían todo tipo de tareas relacionadas con el campo. “Aquí había muchos obreros sin tierra. Tendría Aspariegos 1.300 habitantes, había por lo menos 200 obreros, se dedicaban a la agricultura, a los bacillares. En el invierno a las labores de la viña, la poda, etc. En el verano la siega, la limpia pero había ya bastantes máquinas segadoras “ 126 . Y también con otras ocupaciones que podían llevar a cabo en estas localidades: “los obreros cuando no tenían que hacer hacían adobes”; “sobraban albañiles entonces, se dedicaban a la albañilería, iban a gaviar”; “eran jornaleros de todo, si les salía de albañil de albañil”; “hacían eras, también empedraban. Había muchos jornaleros” 127 .
En definitiva existía un proletariado agrícola relativamente numeroso, que a la vez cultiva una, dos o tres fanegas de su propiedad y generalmente de baja calidad, labra alguna otra tierra en arrendamiento y realiza trabajos de todo tipo para subsistir. Pero, sus principales recursos procedían de las tierras que labraban a renta y del trabajo asalariado. Vivían al día, a veces incluso en casas de alquiler, sin agua ni electricidad y con jornadas laborales de sol a sol. Según el tipo de trabajo que realizaban había hortelanos, cavadores de viñas, sacadores de vino, segadores, etc. o todo a la vez según la época: durante el verano la siega; en el otoño la vendimia o el melocotón (en el caso de Toro); en invierno trabajar sus cereales, la poda y arreglo de viñas, olivar árboles, o la preparación del vino en la bodega, y muchos días quedarse en casa por las condiciones meteorológicas; y en primavera abonar, escardar y gradear cereales y legumbres. Y durante todo el año, empedrar eras, recoger cantos de tierras, hacer tudas, elaborar adobes, arreglar caminos si existía un plus obrero, etc. Muchas de estas ocupaciones se realizaban a veces sólo por la comida.
Por otra parte, debemos hacer constar la diferencia entre el jornalero, esto es, el que vive de ir a jornal para otros y el obrero (o criado o mozo de mulas) que trabajaba durante temporadas para un labrador acomodado y llegaba a un acuerdo económico con el mismo, lo que se denominaba “ajustarse”. Y había dos modos de ajustarse con el “amo”: una al seco, es decir, sólo un jornal (tanto en dinero como en especies), y otra “mantenido”, es decir, un jornal más la manutención. Para dormir, si se ajustaban mantenidos en casa de un labrador solían ir a dormir a las cuadras, junto con las mulas y las condiciones de trabajo eran penosas. “Lo único que me pasó a mí, porque otros estaban toda la vida durmiendo en la cuadra en aquellos tiempos y yo no, nada más dormí en la cuadra una vez, cuando me ajusté la primera vez, después a dormir a casa. Entonces se empezaba en febrero. ¿Dinero? 1.000 ptas. por ahí, porque tenía unas tierricas y las araba. En el invierno a podar, que hacía un frío por allí, que tenía que almorzar paseando, que hacía un frío que no me tenía de los pies” 128 .
Y el ajustarse era por una temporada, con pequeñas variaciones en las fechas entre las distintas localidades:
- En Fresno de la Ribera: “Propietarios fuertes había unos cuantos, tenían obreros a cargo todo el año. Iban a San Pedro, se presentaba allí gente de cualquier pueblo, a Zamora, se ajustaban. Normalmente se ajustaban de Navidad a San Pedro, por eso decía el refrán: «Pues ha hecho San Pedro» cuando a un amo se le iba un criado, que quería decir que se había marchado como si le hubiera llegado el plazo del trato” 129 .
- En Morales de Toro: “Los criados los solían coger por temporadas, la temporada del verano, pues metían más personal y en el invierno se quedaban con uno, con dos. Se decía «en febrero mete obrero», que era cuando se podía coger obrero porque los días eran más grandes y ya, pues entonces no valía eso de las horas. Me parece que eran tres temporadas. Estaban hasta,... Vamos a ver. Una hasta que empezaba el verano, hasta San Juan; luego hasta San Mateo; y luego hasta que terminaba la sementera. Había muchos propietarios pequeños, la mayoría del personal tenía algo” 130 .
De este modo, los jornaleros sufrían unas durísimas condiciones de vida, no sólo por los jornales tan bajos que recibían y las largas jornadas de trabajo, sino también por la pésima alimentación, la escasa higiene y por tener que estar en bastantes casos fuera de casa. “Había mucha gente sin tierras, era un pueblo pobre, había bastantes jornaleros. Vivían unos, los que no valían para ir a arar, de las viñas, a sobacar, tapar, podar, a coger leña. Había algunos que no salían casi de las viñas. Y los más jóvenes, los que podían actuar todavía en la agricultura los ajustaban por temporadas, para arar con una pareja y a dormir en casa del amo, que era normal. A veces traían alguno de fuera, de Villaseco venían mucho, los gallegos a segar a mano, de Perilla y Villaseco venían bastantes a servir. Los de aquí venían a la siega, los había que se dedicaban a la siega, lo normal era que se quedaran. Lo general era una pareja para segar y un alguacil, un muchachico pequeño, atropil se llamaba, para recoger y hacer montones, haces o morenas, el atador. Hacían las gavillas y venían a buscar la comida” 131 . “Para los segadores se dejaba lo malo de la matanza, pues se ajustaban mantenidos” 132 .
Finalmente, señalar que la cantidad que ganaban, era de inmediato gastado, pues tenían que abonar, normalmente en torno al 15 de agosto o en septiembre la renta en trigo, si es que llevaban alguna finca en renta, y en septiembre devolver las deudas que tenían de todo el año con los tenderos y comerciantes, así como pagar la iguala del barbero, el médico, el herrero y el veterinario.
“Había bastantes obreros en el pueblo, la mayoría. Eran trabajadores del campo. Siempre comprando fiado y en verano (que era cuando más ganaban), en septiembre, pagaban al comerciante (a veces ni siquiera les alcanzaba) y de inmediato, vuelta a comprar fiado, con lo cual, vivían muy estrechamente. En primavera trabajaban las viñas y en verano segaban, de sol a sol” 133 .
A su vez, muchos de los pequeños propietarios-colonos también ejercían de obreros o jornaleros para complementar su precaria economía y sustentar a sus familias. “Bastantes jornaleros que sólo vivían del jornal, había cuatro o cinco que sólo vivían del jornal, no tenían ninguna tierra. Iban a las viñas. Incluso la gente que tenía algunas tierras tenían los hijos que ir para otros a trabajar como nosotros. Mi padre araba las tierras y nosotros nos ajustábamos, en vez de ir por jornal, nosotros éramos obreros que íbamos por temporadas. Se ajustaban con gente del pueblo o de fuera, como Villalube, Benegiles. Mi hermano estuvo varios años en Benegiles. Se quedaban a dormir en casa del amo y venían los sábados por la noche y el domingo por la noche para allá, a pie o en bicicleta” 134 . “Yo tenía otro hermano y los dos teníamos que estar en casa la mitad del tiempo de más. Si nos salía algo, un jornal, pues íbamos a jornal y me acuerdo que un verano segamos algo para fuera, aunque fuera poco, hacíamos lo nuestro y el tiempo que sobraba íbamos para otro” 135
112 HERMIDA REVILLAS, C.: Op. cit., p. 2.
113 HERMIDA REVILLAS, C.: Op. cit., pp. 2-3.
114 Estas categorías y su significado político y social están ampliamente tratadas por CASTILLO, J.J.: Propietarios muy pobres. Sobre la subordinación política del pequeño campesino (La C.N.C.A. 1917-1942). Madrid, Ministerio de Agricultura, 1979, pp. 24-25.
115 HERMIDA REVILLAS, C.: Op. cit., p 7.
116 Entrevista con N.P.P.
117 Entrevista con I.P.P.
118 LÓPEZ CASTELLÓN, E.: Op. cit., pp. 305-306.
119 LÓPEZ CASTELLÓN, E.: Op. cit., pp. 308.
120 Entrevista con L.S.C. (Belver de los Montes)
121 Entrevista con L.S.C. (Belver de los Montes)
122 Entrevista con J.P.G. (Pinilla de Toro). San Pedro se refiere a San Pedro Latarce, pueblo de la provincia de Valladolid que limita con la provincia de Zamora.
123 Entrevista con A.S.V. (Toro)
124 Entrevista con L.G.G.
125 Entrevista con P.C.M.
126 Entrevista con L.G.G. (Aspariegos)
127 Entrevistas con A.M.G.R. y O.P.P. (Morales de Toro). Gaviar es plantar viñas.
128 Entrevista con L.S.C. (Belver de los Montes)
129 Entrevista con E.V.S.
130 Entrevista con J.S.
131 Entrevista con N.P.P. (Gallegos del Pan)
132 Entrevista con H.T.L. (Gallegos del Pan)
133 Entrevista con S.G. (Belver de los Montes). La iguala era la cantidad en metálico o en especie (generalmente era en especie, una cantidad de trigo) que se ajustaba por los servicios prestados durante el año. La cobraban los artesanos (herrero, barbero, carretero) y las profesiones como médicos y veterinarios. Se pagaba en septiembre.
134 Entrevista con I.P.P. (Gallegos del Pan)
135 Entrevista con N.P.P. (Gallegos del Pan)
Añadir comentario
Comentarios