Otro colectivo social sería el grupo de labradores “medianos” que disponía de más tierra en propiedad, pero que también llevaba en arrendamiento tierras de propietarios, en muchos casos absentistas y que contaban con cuatro mulas o dos mulas y dos bueyes para la labranza, y a veces un obrero ajustado gran parte del año. Y finalmente un escaso número de grandes labradores, de un potencial económico muy importante en las pequeñas localidades, que contarían con tres parejas de mulas o más y dos o tres obreros durante gran parte del año y una cuadrilla de segadores en el verano.
Las fuentes orales aportan datos e información suficiente para conocer esta situación y comprender su magnitud:
“Vivíamos de la agricultura, éramos propietarios, llevábamos unas treinta fanegas de tierra, todas en propiedad. En el término había grandes propietarios. Había uno que se llamaba Sixto, un tal Ballestero, vivía aquí [...], los Gallegos, Sixto Gómez, Germán Enríquez, que era abogado.
El padre de Manuel Gallego tendría 80 cargas de tierra propias sólo en la finca de Grajalejo, más después las que tenían en el término. Durante el año tenían casi siempre tres obreros ajustados, y tenía dos pastores de ovejas y tres parejas de bueyes y una pareja de yeguas grandes. Los demás tenían de todo, mulas, vacas, bueyes. Mi padre tenía dos parejas de bueyes y una de mulas, y un caballo.
Aquí había bastante gente que tenían una pareja, les llamaban “parejeros”, llevaban la tierra toda en colonía, no tenían ellos nada. En fin se defendían, vivían decentemente, mataban sus cerdos, tenían un poco de todo, se mantenían” 136 .
“Agricultor siempre, toda mi familia, andar arando, detrás de cuatro mulas todos los días, con la mancera y los arados romanos de madera con una reja de hierro que se le ponía. Y por el verano acarrear, segar, en fin. [...] La mayoría de las tierras en propiedad, pero eran pequeñas, de una fanega, de dos, de tres. Labraríamos unas veinte cargas a cada hoja, se sembraban veinte y otras veinte quedaban en barbecho. En casa de mi padre teníamos cuatro mulas, otras veces tres mulas y dos vacas,...” 137 .
Otro testimonio, incide en la misma circunstancia, sintetizando la situación de la localidad de Peleagonzalo: “Propietarios fuertes, fuertes, no había; ahora pequeños propietarios, había muchos, cuatro fuertes y obreros bastantes. Después muchos propietarios de una pareja [de mulas], y una pareja de burros también muchos y una parejita de mulas pequeñas y se vivía malamente, como se vivía antes” 138 .
Luego estaban los «ricos, ricos», los propietarios que no trabajan y los labradores acomodados que tienen varios obreros ajustados y se dedican a vigilar a éstos y recibir unos beneficios considerables por sus fincas. Sus símbolos externos de riqueza y de status era tener caballo, llevar sombrero, algunos incluso tenían coche y, por supuesto, no realizaban ningún tipo de trabajo manual. El número de familias de este grupo era mayor cuanta más población tenían las localidades, siempre siendo un colectivo reducido numéricamente, pero fundamental política y socialmente.
“Había gente rica, pero no muy rica, gente que eran ricos que no hacían nada, tenían obreros, etc.
De no hacer nada había bastantes. Tenían una burra, venían los criados, caballos no había. Salían con una burra, después de que salían los criados, daban una vuelta por el campo y a comer a casa. Por la tarde salían también otro rato.
El Sr. Olimpio Alonso tampoco hacía nada. Salía con un bastón y un sombrero todos los días” 139 .
“Entonces sí, había muchos pobres y «ricos, ricos», había dos o tres que tenían buen capital, los demás pues eso, nada”. 140
“El abogado tenía de continuo tres criados y después en el verano seis, y después obreros en las viñas. Pastores tenía dos”.
“D. Manuel Alonso, era el abogado, venían con un burro y tres caballos [...].
Había tres o cuatro fuertes, que tenían seis o siete parejas de mulas” 141 .
En las poblaciones menores el número de acomodados también era menor y las diferencias sociales menos hirientes. El caso de Gallegos del Pan es demostrativo de tal situación:
“Los más ricos tenían cien fanegas propias, pero eran cuatro en el pueblo. El propietario más fuerte era Ausibio Esteban, y también estaban dos hermanos, Damián y Miguel Gómez. D. Jacinto Morillo, de Castronuevo, tenía cuatrocientas fanegas que arrendaba” 142 .
En Valdefinjas podemos hablar sólo de dos familias, en Matilla la Seca también de tres o cuatro propietarios, en El Pego deberíamos hablar sólo de uno, en Argujillo también dos o tres, etc.
En algunas localidades, sobre todo las mayores (y principalmente en Toro), habría representantes de una burguesía agraria que vivía de las rentas que recibía por arrendar sus heredades dividiéndolas en fincas o en quiñones a un considerable número de colonos que pagaban en trigo o en dinero la renta, o a un gran arrendatario (que era además un labrador acomodado con propiedades) que a su vez subarrendaba las tierras empeorando las condiciones del arrendamiento para los colonos. Lo normal es que estos representantes de la burguesía agraria habitasen en las ciudades (Zamora, Valladolid, Madrid o en el propio Toro) y tuviesen un administrador que se encargase de los arrendamientos (generalmente un abogado o un procurador), en caso de no tener un gran arrendatario.
Y finalmente, por debajo de los jornaleros, en el último escalón social estaban los que llamaban pobres, que realmente eran miserables absolutos, entre los que había de todo, enfermos, tullidos y ancianos que ya no podían ir a trabajar al campo y que vivían (?) de lo que la gente les daba y de la limosna de los sábados.
“Ya antes de la guerra había muchos pobres pidiendo, era normal” 143.
“Un obrero que estaba a jornal, llegaba a los cincuenta y tantos, sesenta años, ya no podía trabajar, no había nada, a pedir un cacho pan. Aquí venían de los pueblos y de aquí iban a otros a pedir” 144 .
“Venían de San Román, de Toro, de Villavendimio, hasta de Pedrosa, pero de más lejos no. Que a lo mejor sacaban cuatro cachos de pan duro” 145 .
“Entonces sí, había muchos pobres y ricos ricos, había dos o tres que tenían buen capital, los demás pues eso, nada. Labranza agrícola de poco volumen. Ahora, pobres, había muchos. Recuerdo que los sábados salían a pedir por las casas, les daban un cacho pan y era de lo que tiraban, era lo que comían, lo que les daban. Aunque no había capitales grandes, todo el mundo daba un cacho pan, porque producía el trigo la harina, aquí no faltaba el pan y es lo que se le daba a los pobres, un cacho pan, 10 céntimos, una perra chica, que en aquellos tiempos era dinero” 146 .
La alimentación era muy similar entre las distintas localidades, existiendo diferencias entre grupos sociales, más en la cantidad que en la calidad o variedad, no entre las poblaciones, aunque es evidente que había unas localidades de mayor nivel de vida que otras. Éste es el caso de Belver (“los propietarios de Belver de los Montes, hacían de obreros de los de Bustillo, que el término es más rico” 147 ); el caso de Gallegos del Pan- (“este pueblo era bastante pobre, comparando con Benegiles, que siempre ha tenido algo de regadío y Coreses igual. Los pueblos de para allí arriba [Malva, Bustillo] recolectaban más que aquí, tenían mejores términos” 148 ) o también el de Fresno de la Ribera.
A pesar de las diferencias entre jornaleros, pequeños propietarios y colonos y labradores-propietarios medianos, esta alimentación estaba basada, como no podía ser de otro modo, en los cereales y legumbres y en los derivados del cerdo y de los otros animales domésticos (gallinas, conejos), bases tradicionales de la nutrición de la población de la comarca.
“Se comía poco, de todo poco. El cocido por el mediodía y por la noche unas patatas con una poca carne, con un pescado. Teníamos dos cerdos, pero éramos ocho o nueve en casa” 149 .
“En la cena un arroz con bacalao, con patatas, con alubias, con lentejas. A mediodía el cocido castellano todos los días, todos, todos. Primero una sopa, que a lo primero en vez de ser de fideos, era de pan, pan migao en una cazuelica, se le echaba el caldo del puchero, que tenía un trozo de tocino y de chorizo, luego los garbanzos y después un trozo de tocino y un trozo de chorizo. Para desayunar las sopas, sopas de ajos. La leche no existía entonces.
Cuando había cabras, se migaba la leche, pero la mayoría sopas de ajo. Miseria y hambre” 150 .
“Por la mañana desayunabas leche de cabra que teníamos una, si no sopas de ajo y después el cocido, pero el cocido. Los buenos labradores, mataban tres o cuatro marranos, pero nosotros los garbanzos y algo de tocino. Muchas noches para cenar, la mayoría de los obreros, suero con pan y le dabas vueltas y vueltas.
Los días de fiesta, en Carnaval, hacía mi madre con chorizo gordo el cocido, iba por seis perras de carne y en vez de fideos solos, migas y fideos y ¡qué rico estaba!
En Semana Santa bacalao en raciones. Decía mi hermano «hemos comido toda la vida de vigilia». Había mucha miseria” 151 .
“Un día normal se comía cocido: unos garbanzos, con un cacho de tocino y un cacho de chorizo. La carne no todos los días y carne de oveja. Y la mayoría si había pan pues unas sopas. Migábamos el pan para hacer sopa, entonces comíamos fideos los días de fiesta. Por la noche patatas y bacalao, pero bacalao poco. Antes era muy barato.
Se comían las gallinas y los pollos en Navidad” 152 .
“En casa comíamos regular. Sopas, una tortilla con huevos, carne poca y fresca menos. Estaba vedado para la mayoría de los del pueblo, aunque tuvieran algo, no había dinero entonces [...].Fuera de los pobres, todo el mundo mataba para el año, un cerdo o dos. Era lo que se comía y se mataba “pa” todo el año” 153 .
“Todo el mundo procuraba tener el cerdo, el vino y un poco de legumbres para el año. Normalmente comíamos garbanzos y mi padre mataba tres o cuatro cerdos y una vaca. Tenía uno [obrero] todo el año, después tenía dos o tres durante primavera y verano, nos juntábamos en casa nueve o diez, un tío mío soltero, otro casado que no tenía hijos y cuatro que éramos en casa. Por la mañana desayunábamos torresnos [sic] y sopas de ajo, al mediodía cocido y por la noche alubias, o patatas o tortillas, como había muchas gallinas, cosas de ésas” 154 .
Las diferencias son, por tanto, más de cantidad, que de variedad, lo que no obsta para señalar unas matizaciones entre la alimentación diaria de la familia de un labrador acomodado como estos dos últimos testimonios y el resto pertenecientes a pequeños propietarios y jornaleros. La dieta sólo variaba en épocas como Navidad y Semana Santa, donde como hemos visto se introducían la carne blanca (los pollos) y el pescado (bacalao).
En cuanto al resto de la población, además de su escaso número (artesanos, ganaderos, comerciantes), la norma es seguir esta regla general lógicamente con las diferencias económicas entre un ganadero propietario y un pastor a jornal, entre un artesano acomodado con sus aprendices y un barbero o zapatero de clase baja y entre un comerciante o industrial de cierto nivel económico (harinas, acopiador, serrería, taller textil) y los escasos obreros existentes de esas protoindutrias.
Los ganaderos acomodados, propietarios de rebaños de ovejas o de alguna vacada importante, ajustaban salarios de miseria a sus pastores, ya fuera mantenidos (que solía ser lo normal) o “al seco”, si bien es cierto que su número era reducido. Las condiciones de vida eran deplorables: numerosas horas de trabajo, días y días sin volver a casa con sus familias, durmiendo en las casas de pastores de las fincas y dehesas, soportando condiciones meteorológicas adversas propias de la Meseta (heladas en invierno, lluvias en otoño y primavera, altas temperaturas en verano), higiene insuficiente y una alimentación similar a la de los jornaleros.
“Pagaban a los pastores 1.000 ptas. al año. Te daban una fanega de trigo todos los meses, las cuernas de las vacas, un poco de sal y unos pimientos cada quince días, a lo mejor medio kilo de tocino a la semana y tenías cuatro o cinco mecas tuyas que te las cuidaba el amo de balde y para el pastor era el cordero y la lana y para el amo era la leche y el estiércol. Y si moría alguna meca pues entonces al pastor le daban el pescuezo y la cabeza, la asadura, los callos y las patas; lo demás era para el amo. La piel la vendía el amo y la carne la echaba en sal y después la comía” 155 .
Mejor era la situación del pequeño ganadero propietario con su rebaño de 150 ó 200 ovejas. Su nivel de vida era algo mayor que el de los labradores propietarios o colonos de dos mulas, aunque también existían variaciones según las localidades y, sobre todo, según el número de miembros de la familia que hubiera que mantener.
“Había bastantes ovejas. Braulio Manso igual tenía doscientas ovejas. Y los tres hijos siguieron con las ovejas. Olimpio Pinto tenía 120 ovejas. No contrataban pastores, sólo la familia. Ganaderos con tres o cuatro pastores, no había nada” 156 .
“Ganaderos habría 10 ó 12. Tendrían de media 160 ó 180 ovejas. Entonces se salía todos los días, porque había que darles de comer. Ellos sólo llevaban el ganado y vivían de esto, pues terreno tenían muy poco. Vivía mejor el ganadero que un labrador de dos mulas. Era más esclavo, porque hay que ir todos los días. Vivían de vender la leche, que recogía un tal Manzano. Tenían que ir con los cántaros a la plaza y allí iba el lechero a recoger la leche. Tenían destinada una hora, las ocho o las nueve de la mañana. Antes de que vinieran a buscar la leche, hacían ellos los quesos y los vendían” 157
“Vivían bien, porque la mayor parte de ellos vivían bien, pero que tuvieran criados,... Uno con 150, con 200 [ovejas] tenía bastante. Estaban mejor que un labrador de dos ó tres mulas” 158 .
136 Entrevista con L.G.G. (Aspariegos)
137 Entrevista con A.F.C. (Matilla la Seca). Una carga equivale a cuatro fanegas reales, que a su vez son doce celemines.
138 Entrevista con A.R.S.
139 Entrevistas con A.M.G.R. y O.P.P. (Morales de Toro)
140 Entrevista con J.P.G. (Pinilla de Toro)
141 Entrevistas con L.S.C. y A.M.C. (Belver de los Montes)
142 Entrevista con H.T.L.
143 Entrevista con F.S.V. (Morales de Toro)
144 Entrevista con J.S. (Morales de Toro)
145 Entrevista con F.S.V. (Morales de Toro). San Román es San Román de Hornija y Pedrosa es Pedrosa del Rey, ambas poblaciones de la provincia de Valladolid limítrofes con Morales de Toro.
146 Entrevista con J.P.G. (Pinilla de Toro)
147 Entrevista con A.M.C. (Belver de los Montes)
148 Entrevista con N.P.P.
149 Entrevista con A.M.C. (Belver de los Montes)
150 Entrevista con A.F.C. y V.R. (Matilla la Seca)
151 Entrevista con P.C.M. (Pinilla de Toro)
152 Entrevista con A.M.G.R. (Morales de Toro)
153 Entrevista con J.P.G. (Pinilla de Toro)
154 Entrevista con L.G.G. (Aspariegos)
155 Entrevista con G.B. (Matilla la Seca)
156 Entrevista con J.S. (Morales de Toro)
157 Entrevista con I.P.P. (Gallegos del Pan)
158 Entrevistas con B.L.T. y J.S. (Morales de Toro)
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