La OTAN, clave de bóveda de EEUU sobre Alemania y Europa

Publicado el 18 de marzo de 2022, 21:31

John Mayor se comprometió ante la Cámara de los Comunes a no dar nunca su acuerdo a una "Europa superstate". William H. Taft. IV, delegado de EEUU ante la OTAN, igualmente opuesto a esa perspectiva, bajo la aparente concesión de acceder a que "la Unión Europea Occidental tenga un papel que jugar en la defensa de Europa, advertía el 8 de febrero de 1991 que "cualquier movimiento para desplazar a la OTAN como principal organismo para la seguridad regional, reduciría el respaldo de EEUU a la alianza (...) sólo la OTAN, y nada más que la OTAN, puede equilibrar el tamaño y la capacidad de la URSS, tanto en tiempos de cooperación como en tiempos de tensión. El público de EEUU no entendería lo que pasa si los europeos dejaran de usar la OTAN, o empezaran a reemplazarla con otras estructuras para llevar a cabo sus tareas históricas".

De la postura norteamericana derivaban proyecciones conocidas como las anteriormente señaladas: una Europa dividida; EEUU liderando el Continente desde el Atlántico al Pacífico a través de la OTAN; una UEO subordinada a la OTAN para facilitar a EEUU su actuación sobre los territorios de los antiguos Imperios austro-húngaros -Europa Central-, turco (Oriente Medio y Próximo), ruso (Europa oriental, Asia) y las antiguas colonias de países europeos, sin contar las de España en latinoamérica ya asignadas a la zona de influencia exclusiva de EEUU. La cooperación lograda por EEUU en la guerra del Golfo podría, así, servir de modelo para intervenciones futuras en otras regiones.

La orientación de EEUU posterior a la reunificación alemana y al segundo pacto germano-soviético no dejaba de ser entendida en Moscú. Vsevolod Ovchinnikov, una semana antes de los bombardeos sobre Irak escribía en Pravda (9/2/1991) un artículo titulado "Petróleo que huele a sangre": "Me temo que la misión aprobada por la ONU puede ser transformada en una acción neocolonial con fines diferentes. Es decir, ocupar posiciones clave en la lucha por los recursos energéticos, asegurando de este modo a los monopolios de UUEE una posición predominante en la economía mundial". Opinión que corroboraría el general Colin Powell, jefe del Estado Mayor conjunto, al asignar a EEUU el papel campeonísimo sobre todos los rincones del Planeta: "Uno tiene que dejar a un lado el contexto que hemos venido usando durante los pasados 40 años. (...) El objetivo de nuestros planes es que somos una superpotencia. Somos el actor principal en el teatro del Mundo, con responsabilidades alrededor del Mundo, con intereses alrededor del Mundo".

Son patéticas las palabras de Shevardnadze explicando en Washington las reacciones que observó en Moscú, que le llevaron a dimitir de Asuntos Exteriores el 20 de diciembre de 1990: "era criticado por hacer excesivas concesiones en el área de desarme sin concesiones de la otra parte", y así: "por la reunificación de Alemania (...) por echar abajo la estructura entera de la comunidad socialista (...) por dar preferencia en política exterior a valores humanísticos estratégicos contrapuestos a valores de clase o nacionales. Me decían que eso era distanciarse de los principios marxistas-leninistas. Lo que pasó fue que nadie me defendió, nadie rechazó tales críticas".

Lo que resulta inconcebible es que la intervención en el Golfo no provocara en la URSS el descarrilamiento de reformas de cuyo éxito dependía su desenvolvimiento como Estado. De hecho, no es casual que fuera en los últimos días de 1990 y principalmente de enero de 1991 -en las fechas que el Consejo de Seguridad de la ONU cedía la dirección militar en el Golfo (¿con el voto favorable de Shevardnadze!)- cuando en Moscú emergieron a los puestos dirigentes las cabezas del golpe de Estado de agosto siguiente: Gennadi Janayev, Valentin S. Pavlov, Booris K. Pugo. Como tampoco fue casual que durante el desarrollo del golpe contra Gorbachov, los servicios de información de EEUU estuvieran dando apoyo al presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin, manteniéndolo informado de la correlación de fuerzas en el ejército soviético. Ni que, abortada la insurrección, Yeltsin procediera inmediatamente a disolver el PCUS y confiscar sus propiedades. El PCUS creó el Estado soviético y sus FFAA, la estructura y la organización del primero sostenían las otras dos. Disuelto el PCUS el 22 de agosto de 1991, cuatro meses después se disolvía en consecuencia la URSS, fenecía el Estado soviético y comenzaba la desintegración de la URSS.

En 1991, Alemania (y Japón) dijeron no al envío de tropas al Golfo bajo mando norteamericano. Kohl, camino de Washington el viernes 17 de mayo de 1991, se proponía reafirmar ante Bush su fidelidad " a lo que todos los presidentes desde Kennedy han pedido: que creemos una política europea común de defensa y seguridad como medio de fortalecer el pilar europeo de la Alianza Atlántica". Pero esos conceptos habían sido elaborados cuando Alemania y Europa estaban divididas, ¿Tenían idéntico significado ahora, con Alemania reunificada y el Pacto de No agresión que había firmado con la URSS? Kohl, cuidadoso, no olvidó decir el mismo día que "los norteamericanos no tienen por qué angustiarse, los dos países necesitamos fortalecer la seguridad europea bajo el techo de la OTAN". Palabras sin el menor parecido con las pronunciadas por W. H. Taft, el embajador de EEUU ante la OTAN, claramente explicativas de que la UEO debería contribuir a mantener la división interna de Europa mientras EEUU, desde dentro de la OTAN, dirigía la Europa entera. Coincidiendo con la caída del "muro", el embajador universalizaba las competencias de la OTAN, propugnaba responsabilizarla de la combinación de todas las estructuras europeas y del Mundo, militares, políticas y económicas, de "la CEE, del Grupo de los Siete (que incluye Japón), del Grupo de los 24, del Consejo de Europa, del GATT (que incluye el Tercer Mundo)". Ni alemanes ni franceses recogieron la invitación. Parecía que en 1989 la realidad de, y entre los europeos había cambiado más que no la pervivencia de los clásicos conceptos estratégicos de origen británico. Kohl, en su discurso en Washington el 20 de mayo de 1991 procuraba tranquilizar: su "gobierno no desea de ningún modo ver debilitada a la duradera Alianza Atlántica, menos aún reemplazada por una estructura europea". Pero a pesar del escarmiento sobre la cabeza de Irak, también decía que "tropas alemanas estarán en el futuro en condiciones de actuar fuera del perímetro de la OTAN sólo bajo los auspicios de la ONU, o de la UEO." Dejaba  claro, que no bajo bandera o mando de EEUU (...) salvo que se creara una base constitucional para la involucración". Legitimación por último aportada en 1993 y 1994 al resolver el Tribunal Constitucional una consulta del Bundestag.

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