Existe otro aspecto esencial que debemos comprender sobre los intereses: cuando uno pide un préstamo, el banco «crea», en forma de «crédito», la cantidad del «préstamo». Esto resulta obvio y sencillo, a excepción de una cosa. Uno no sólo devuelve el préstamo; devuelve el préstamo y el interés, y el interés no lo crean los bancos, sino sólo la cifra del préstamo. Eso significa que nunca hay siquiera el suficiente «dinero» en circulación para devolver todos los excepcionales préstamos e intereses. Es un error fatal con respecto a la libertad del ser humano, y se ha hecho a propósito para garantizar las quiebras de los bancos y la pérdida de propiedades y posesiones. Todo forma parte de la construcción energética de los Rothschild que arrastra la riqueza y la energía de las personas en su dirección. Una suma extraordinaria del dinero que pagamos con nuestros impuestos va a parar directamente a los bancos privados en concepto de los intereses que debe el gobierno por «dinero» que él mismo debería crear sin intereses. Aquello que llamamos «privatización» es la venta de bienes estatales en respuesta a la deuda creada por los bancos. Los países más pobres del mundo están entregando el control de su tierra y sus recursos a los bancos de los Rothschild cuando no pueden devolver los préstamos que se les ha concedido especialmente para atraparlos en esta misma situación. La «deuda del Tercer Mundo» se ideó para sustituir la ocupación física de los países ricos en recursos o situados en lugares estratégicos por la actual ocupación económica. En .. .And The Truth Shall Set You Free he descrito detalladamente cómo lo lograron. Tan pronto un país está endeudado con los banqueros Rothschild por créditos inexistentes, está forzado a entregarles el control de sus asuntos a los bancos, al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Entonces, éstos dictan la política social y económica en todos los niveles. El Banco Mundial y el FMI son filiales que poseen los Rothschild y siempre han tenido a sus testaferros dirigiendo el timón. Los países pobres endeudados que luchan por devolver la deuda están obligados a recortar el gasto en programas sociales, salud, educación y proyectos humanitarios para pagar a los bancos la «deuda» que deben. El mundo no tiene por qué estar sumido en la pobreza y el conflicto, sino que lo han manipulado para que así sea a fin de imponer el plan de los linajes: una dictadura mundial.
Los Rothschild, a través de su control de la emisión de «dinero» mediante los créditos, controlan la economía del mundo entero, tal y como se describe en el documento Quiet Weapons for a Quiet War. Pueden crear auges y crisis a voluntad. La crisis económica que empezó en el 2008 es otra creación de los Rothschild cuyo fin es centralizar todavía más la economía del mundo e introducir el banco central mundial que tanto tiempo llevan planeando. Los Rothschild han estado ideando los auges y las crisis económicas durante décadas con objeto de acercanos a sus objetivos, lo cual resulta muy simple cuando uno aplica intereses y controla la creación del «current-cy». La diferencia entre un auge y una crisis es la cantidad de «dinero» que hay en circulación y su valor percibido, y los Rothschild dictan tanto una cosa como la otra. Ellos y sus familias asociadas, por medio de su control de la banca y de los gobiernos, deciden la cantidad de dinero que se emitirá y circulará. Los Rothschild fomentan un auge facilitando los créditos (poniendo cantidad de «dinero» en circulación), lo que provoca que la población se endeude hasta el cuello en la llamada «buena época económica» (figura 40). Entonces, provocan una crisis en la economía buscando un pretexto para retirar el dinero de la circulación y dificultando la concesión de créditos. Las empresas y las personas no pueden devolver sus préstamos porque no hay suficiente dinero en circulación para generar actividad económica, y los Rothschild recogen los escombros con todos los avales proporcionados en los préstamos. Esto también reduce drásticamente la cantidad de empresas existente, y las empresas de los Rothschild se apoderan de sus productos y sus mercados a fin de centralizar más su poder sobre la economía mundial. Lo mismo ocurre con los gobiernos. Cuando una crisis diezma los ingresos estatales, los gobiernos siguen buscando más préstamos para mantener el gasto, expandiendo así el control de los Rothschild sobre los gobiernos y sus instituciones. De hecho, por lo menos muchos gobiernos, entre ellos el de Estados Unidos y el del Reino Unido, han estado en quiebra desde la década de 1930 a causa del conciliábulo de los Rothschild. He descrito, precisamente aquí, lo que ocurrió durante los «años de auge económico» desde mediados de los noventa, seguidos de la crisis en otoño del 2008 y la subsiguiente «contracción del crédito».
Todo ha sido obra de los Rothschild y sus lacayos, como Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal estadounidense creada por los Rothschild, y su sucesor, Ben Bernanke, a quien, por supuesto, el «señor del cambio» Barack Obama volvió a nombrar (figura 41). Los Rothschild han estado ideando estos ciclos durante cientos de años, entre ellos el crac de Wall Street de 1929 y la crisis de la década de 1930. Los economistas y los corresponsales económicos, que reciben sueldos excesivos y que en su mayoría ignoran lo que está ocurriendo, dirán que los auges y las crisis forman parte de un «ciclo económico» natural. Es una insensatez. Se trata de una manipulación sistemática cuyo fin es robar las verdaderas riquezas del mundo.
La técnica de los Rothschild
Los Rothschild y los demás linajes mueven trillones de dólares al día en los mercados de valores de todo el mundo y dictan si éstos suben o bajan, ascienden o se estrellan. Las quiebras del mercado de valores no ocurren porque sí; se crean a propósito. Cuando uno sabe que se avecina una crisis porque él mismo la va a provocar, sabe vender sus valores en el punto más álgido y comprarlos de nuevo cuando la crisis ha comenzado. De este modo, puede engrosar sus participaciones porque adquiere empresas a un coste mucho menor del que tenía antes de que manipulara el colapso. Un ejemplo clásico es el de Nathan Rothschild durante la Batalla de Waterloo en 1815. Si el duque inglés de Wellington ganaba la batalla, la Bolsa de Londres subía; si prevalecía el líder francés, Napoleón, la Bolsa se desplomaba. Los Rothschild organizaron una operación informativa y de espionaje tildada de haber sido la más rápida y la más eficaz de Europa, con una extensa red de contactos que utilizaban códigos y palomas mensajeras para comunicarse secreta y rápidamente. Esta red inteligente finalmente evolucionaría hasta convertirse en el Mosad, la actual Agencia de Inteligencia israelí, y también en la CIA y en la versión moderna de la Inteligencia británica. En el nivel más alto son la misma organización, junto con muchas otras agencias de seguridad nacional y servicios de mensajero, como el Federal Express, que es propiedad de los Rothschild. Todo esto lo ha hecho posible la estructura de tela de araña, o el sistema de las pirámides dentro de pirámides más grandes, sea cual sea la analogía que uno prefiera. Los inversores de la Bolsa de Londres sabían que el Servicio de Inteligencia de los Rothschild era mejor que el del Gobierno británico, especialmente porque los mensajeros de los Rothschild eran los únicos que podían burlar los bloqueos de los británicos y los franceses. Con la batalla encarnizada, todos los ojos estaban puestos en Nathan Rothschild en busca de cualquier indicio sobre lo que estaba ocurriendo. ¿Había ganado Wellington o Napoleón? Rothschild dio la señal a sus agentes para que empezaran a vender sus acciones, y todos los demás hicieron lo mismo porque creyeron que Rothschild debía de saber que Wellington había perdido. El mercado se desplomó un 98 por 100 a causa del pánico y los inversores perdieron fortunas, pero no le sucedió lo mismo a Rothschild. Supo, por lo menos un día antes de que llegaran las noticias oficiales, que Wellington había ganado. Cuando el mercado colapsó, Nathan Rothschild dio otra señal a sus agentes y estos empezaron a comprar gran cantidad de acciones a precio de ganga. Cuando las hubo comprado, llegaron las noticias a Londres de que Wellington había ganado la batalla. El precio de las acciones aumentó, y se estima que los Rothschild multiplicaron veinte veces su riqueza y posesiones. Desde entonces han controlado la economía británica y, por consiguiente, también el gobierno, al margen del partido que esté «al mando» oficialmente. Cien años más tarde, el New York Times dio la noticia de que el nieto de Nathan Rothschild había pedido una orden judicial para prohibir la publicación de un libro que detallaba la estafa de «Waterloo», pero la orden fue rechazada.
Así es cómo funciona la manipulación, y ocurre cada día y en todo el mundo. La economía mundial, sea la banca, los mercados de valores, lo que sea, es simplemente una estafa. Cuando la gente está confiada, compra e invierte y la economía se expande; cuando pierde la confianza, no compra ni invierte y la economía se contrae. Lo único que se necesita es un pronóstico económico negativo de algún portavoz financiero controlado por los Rothschild, o que circule un rumor sobre problemas económicos, y el castillo de cartas puede desmoronarse de la noche a la mañana. Los Rothschild son expertos en esto. Ellos y su cártel de bancos también han financiado todos los bandos en prácticamente todas las guerras desde 1800, guerras que han sido ideadas por sus agentes del gobierno, del ejército y de los servicios de inteligencia. Todo esto ha costado la vida de cientos de millones de personas (75 millones sólo en las dos guerras mundiales) y ha permitido controlar a los gobiernos y a la gente por medio de la deuda. Cuando las guerras devastan los países, el cártel banquero de los Rothschild les presta más dinero para su reconstrucción; además de cobrar intereses, por supuesto. También poseen las empresas de armamento que proporcionan armas y cosechan extraordinarios beneficios, y todavía conceden más préstamos a los gobiernos para que las compren. Tal y como dijo Gutle Schnaper, la esposa de Amschel Rothschild, antes de morir en 1849: «Si mis hijos no quisieran que hubiera guerras, no las habría».
Actualmente, los Rothschild dirigen su sistema monetario por medio de una red de superordenadores que conecta con la de los mercados de valores y los mercados monetarios, y administra un monopolio virtual llamado «transacciones de alta frecuencia» que representa el 70 por 100 del volumen de intercambios y puede procesar millones de transacciones por segundo. Desde el 2005 ha expandido un 164 por 100 el volumen diario de transacciones y ha incrementado drásticamente la velocidad a la que puede confiscar la riqueza del mundo y destruir la economía mundial a voluntad. Mediante un sistema llamado «algoritmos predatorios» basado en inteligencia artificial, los principales protagonistas pueden dominar la economía del mundo como nunca antes habían podido. Pagan grandes sumas de dinero para acceder a los ordenadores de la bolsa y poder ver las posibles operaciones antes de que éstas se realicen, y luego utilizan la fantástica velocidad de sus propios superordenadores para ser los primeros en efectuar las operaciones. Los pequeños operadores no tienen ninguna oportunidad de competir, puesto que el conciliábulo de los Rothschild lo controla todo. Joe Saluzzi dijo en Themis Trading, en Nueva Jersey: «Sólo somos ratones que bailan entre los elefantes del capital y sus superordenadores».
Cuando los comentaristas hablan sobre un momento terrible para la industria de la banca, es que no han captado la idea. Sí, es terrible para aquellos que pierden sus ahorros, hogares y empleos. Sin embargo, los Rothschild y su red de familias entrecruzadas poseen el sistema, el juego. Como he dicho antes, si uno es propietario de un campeonato de fútbol, no importa que un equipo gane a otro o no, porque ocurra lo que ocurra, seguirá siendo propietario del juego. Merrill Lynch tal vez fracasara, pero fue absorbida por el Banco de América que, cuando uno sigue el rastro de propiedades ocultas, resulta ser otro banco de los Rothschild. El juego continúa, sólo que con menos nombres. Cuando Lehman Brothers colapsó, otros adquirieron sus activos y sus negocios. Lehman Brothers no fue absorbido por el Gobierno estadounidense porque los Rothschild todavía necesitaban que quebrara un importante banco más, a fin de instigar el miedo y el pánico que colapsó todavía más el sistema e hizo que el vergonzoso «rescate» de la banca fuera mucho más fácil de aceptar. Los Rothschild precipitaron el crac de Wall Street de 1929 y la crisis banquera de la Gran Depresión, y provocaron la quiebra de numerosos bancos pequeños, a los que los grandes bancos les robaron sus activos y clientes. Este proceso está en curso. Los Rothschild y los linajes no quieren diversidad ni competencia en la industria banquera ni en ninguna otra. Quieren tener todo el control. Tal y como lo expresó John D. Rockefeller, el testaferro de los Rothschild: «Competir es un pecado». Estos bienes que quieren conservar, o bien son absorbidos por sus bancos, o bien son rescatados con dinero del gobierno -nuestro dinero- porque también poseen a los gobiernos. Los bancos fastidian a la gente cuando le prestan dinero inexistente y le cobran intereses por ello; y luego la fastidian otra vez cuando utilizan el dinero de la gente para su rescate. ¿Todavía seguimos
creyendo que los gobiernos controlan los países? Los gobiernos siempre tienen una cantidad extraordinaria de dinero para dos cosas: las guerras y los bancos. No es sorprendente, por lo tanto, que los Rothschild y los Illuminati estén detrás de ambas.
Andrew Jackson, presidente estadounidense entre 1829 y 1837, se encargó del cártel banquero de los Rothschild y de su Second Bank de Estados Unidos. Los llamaba «guarida de víboras». Jackson fue un desagradable peón, pero en esa declaración dio en el clavo. Su uso de la palabra «víboras» era mucho más preciso de lo que jamás hubiera creído, tal y como explicaré cuando hable del origen de los linajes. Jackson dijo que si la gente supiera cómo actuaban las «víboras» en Estados Unidos, «habría una revolución al día siguiente». Los Rothschild trataron de hacerle a Jackson lo mismo que a Lincoln y a Kennedy cuando también representaron un «problema». El 30 de enero de 1835 un asesino trató de disparar a Jackson, pero falló. Jackson dijo más adelante que sabía que los Rothschild estaban detrás de aquello. Al asesino en potencia, Richard Lawrence, no lo declararon culpable por razones de locura. Iba a declarar que había sido contratado por personas poderosas de Europa que prometían protegerlo si lo cogían. Ahora, me pregunto ¿quién le habría dicho aquello? Ejem.
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