El encuentro en Malta tuvo lugar tras reiteradas condenas retroactivas por el Soviet Supremo. El presidente Bush había anunciado por televisión su viaje a Malta reivindicando el legado acumulado por EEUU con la aplicación de la doctrina Truman y proclamando la perennidad de la OTAN: "ayudamos a reconstruir un continente a través del Plan Marshall y construimos un escudo, la OTAN (...) América es fuerte, y cuarenta años de perseverancia y paciencia están dando finalmente resultado". Lo que no dijo es que ellos también lo destruyeron. Ofrecía ayuda a Hungría y Polonia si se ajustaban "a una sociedad de mercado libre, abriendo el camino a la inversión de EEUU". Dijo más: "Estoy extendiendo la mano a Gorbachov, pidiéndole que trabaje conmigo en derribar las últimas barreras a un mundo nuevo de libertad. Permitidnos ir más allá de la contención y, de una vez por todas, acabar la Guerra Fría (...) Podemos ayudar a los pueblos de Europa a alcanzar un nuevo destino, en una Europa pacífica, entera y libre". Con la frase "entera y libre", ya utilizada en el 40 aniversario de la OTAN en Bruselas en mayo de 1989, la Administración Bush aparentaba inclinarse ante la marcha alemana hacia el Este pero de hecho se ponía al frente, reconduciéndola a expandir la CEE y la propia OTAN hacia Oriente.
Una Europa "entera y libre". Querían decir, así lo expuso el secretario de Estado James Baker III: "una comunidad de naciones libres (...) Sus fronteras no han sido puestas por la geografía (...) sino por el logro de las libertades democráticas". ¿Formaría parte de esta "Nueva Europa" los EEUU? Este era el propósito. Tal Europa comprendería los Estados de la OCDE e incluso algunos neutrales: "Hoy corre desde Montreal, San Francisco, y Roma hasta Tokio, Helsinki y Melbourne (...) En Bruselas, los líderes de la OTAN se han comprometido a realizar una Europa entera y libre". Era una formulación a propósito de retroceder el sistema económico-ideológico del poder estatal de la URSS. De nuevo se percibía aquí, en trasfondo, constantes estratégicas británicas: lograr retroceder los beneficios territoriales que obtuvo la URSS del Pacto de no Agresión y Neutralidad de 23 de agosto de 1939 con Alemania; restablecer alguna versión del "cinturón sanitario" emergido en Versalles en 1919; desintegrar la URSS en tanto que Estado. Se trataba no sólo de no poner fin a la división de Europa sino de crear las condiciones para una nueva confrontación. Gracias a la libertad de prensa de EEUU se conoce que la Administración Bush pretendía "encarar probablemente una Europa modelada tanto por la influencia económica y el potencial alemanes como por la presencia militar rusa".
El concepto "paneuropeo" francés de lograr encorsetar a Alemania imponiendo la plena integración político-económica de la CEE para 1992, era una concepción que entroncaba con los esfuerzos posteriores a la revolución bolchevique tendientes a separar Rusia de la Europa capitalista. Ahora, explicaba ambiguamente el secretario de defensa del Pentágono Richard B. Cheney: "queremos una Europa entera y libre de intimidación. (...) los intereses soviéticos no van a coincidir con los de EEUU, sus objetivos a largo plazo van a permanecer, de continuar siendo el poder militar más fuerte en el continente euroasiático (...) Si nos obligamos nosotros mismos a salir de Europa, no volveremos fácilmente".
Estaban alumbrando los viejos rescoldos de la Conferencia de Versalles en 1919, es decir, la división de Europa entre Potencias cuyo "equilibrio" reposa en repartirse los pueblos en zonas de influencia.
Ahora, tan pronto la URSS favoreció los cambios de regímenes en Polonia, Hungría, la RDA, Bulgaria y Checoslovaquia, el Kohl avanzó su plan de 10 puntos de anexión de la RDA. Francia se apresuró a declararlo unilateral. Miterrand avanzó otro gesto, su visita a Gorbachov en Kiev el 6 de diciembre y el respaldo a la iniciativa soviética de convocar una reunión de la Conferencia de Cooperación y Seguridad Europea para 1990. La cuestión alemana jugaría un papel nada despreciable en la decisión soviética de convocar una nueva conferencia de Helsinki. Curiosamente, se desataron una tras otra propuestas de retroceso de la reunificación alemana. El 3 de diciembre de 1989, Vernon A. Walter, general y embajador de EEUU en la RFA, desplazaba la unidad para "dentro de cinco años". Al día siguiente, lo hacía Margaret Tatcher aumentando el plazo a 10 o 15 años. Los franceses descartaban la idea misma de un calendario. Kohl acusaba recibo el 15 de diciembre: ""haremos bien en tener esto presente si queremos seguir tranquilos en el futuro". Para EEUU, la división debía terminar, pero en forma tal que las estructuras dependientes de EEUU no fueran reemplazadas por otras genuinamente europeas. Así, en el encuentro de Malta, se trataba de reforzar los pilares creados desde 1945 para construir una New Europe dentro de un New Atlanticsim, era constante, pese a las iniciativas en igual sentido a las de la propuesta unilateral de la URSS sobre reducción de armamentos y tropas, la idea de EEUU de reafirmar la continuidad de su esfera de influencia sobre Europa a través de la OTAN y una CEE ligada a EEUU "por tratados u otras formas", que mantuvieran su naturaleza de anexo de la OTAN. Europa unida quería decir, una OTAN con EEUU proyectada sobre las otras Europas provenientes de la EFTA, COMECON y no alineada, y también sobre los "conflictos regionales" del Tercer Mundo.
Pero ¿era posible una Europa independiente dentro de la OTAN? De Gaulle se lo preguntó y respondió no, ni siquiera la de Francia. Tanto es así que su preocupación le llevó a retirar las tropas francesas del mando militar integrado de la OTAN en 1966, paso previo al probable abandono de la Alianza Atlántica si no hubiera dimitido en 1969. Sin embargo, tres décadas después, la iniciativa de EEUU en Malta continuaba subordinando a la OTAN la definición de los intereses nacionales europeos". Bush pensaba en una estructura mundial con su centro no en una u otra modalidad de Naciones Unidas, sino en EEUU. Veía el continente euroasiático como un rival a mantener dividido: tres masas diferenciadas (china, la Europa occidental de la OTAN-CEE, y la central rusa, ligadas cada una de ellas por una alianza o entente bilateral con EEUU. América Latina, como una reserva hegemónica de EEUU, fuera de la influencia británica como la diseñó Roosevelt. Después de Malta Panamá fue invadida por enésima vez y sometida al control de EEUU el 20 de diciembre de 1989.
Las diferencias de concepto eran notables. Camino de Malta, Gorbachov había dicho en Roma que "todo intento de sacar provechos egoístas de la llegada de este cambio verdaderamente histórico, de usar lo que está pasando en provecho propio, de inclinar los acontecimientos en ventaja propia, está preñado de caos". Para Bush la libertad de Europa significaba incorporar la zona oriental al "mercado libre". Gorbachov ponía el énfasis en acabar la confrontación; construir la "casa común europea", la "comunidad de Estados democráticos y soberanos". Gorbachov proponía liberar el Mediterráneo de flotas bélicas. No aceptaba el proyectado Sistema de defensa Estratégico (SDI). Su razonamiento no era compatible con el proceso de desintegración de los Estados-Nación en la CEE-OTAN, ni con los modelos de hegemonía perpetua de EEUU mediante la división de los Estados de Europa y Asia. Bregaba por la disolución de las coaliciones bélicas. De aquí que ambas concepciones se dibujasen tan claramente divergentes. Camino de Malta, Gorbachov había dicho en Roma que "todo intento de sacar provechos egoístas de este cambio verdaderamente histórico, de usar lo que está pasando en provecho, de inclinar los acontecimientos en ventaja propia, esta preñado de caos". Bush, desde su estrecha perspectiva ideológica se limitaba a bregar por la incorporación de la Europa oriental al "mercado libre", a su esfera de influencia económica.
Más allá de la “contención”
Los conceptos teóricos de la guerra fría no podrán considerarse abandonados mientras los estrategas del Pentágono mantengan vigente el supuesto de estar listos para la guerra total y absoluta en cada instante.
Tras la intervención de Panamá por EEUU, el Reino Unido la respaldó y la Francia socialdemócrata se sumaba contra el veto de la ONU que deploraba la invasión y ordenaba la retirada de tropas. EEUU ensayaba el bombardero F-117 indetectable por radar, mataba a más de tres millares de civiles y doscientos soldados panameños. Los tres gobiernos que vetaban en la ONU la condena de la intervención de EEUU en Panamá, el mismo día manifestaban al gobierno de la URSS que "entenderían que el Pacto de Varsovia enviara ayuda militar a Rumania". EEUU, Reino Unido y Francia reafirmaban así el principio de Palmerston según el cual si a cada Potencia le correspondía su zona de influencia, cualquier intervención había que considerarla "estabilizadora", incluso legítima. Los tres parecían decir que necesitaban de la complicidad de la URSS para mantener los basamentos del edificio salido de la guerra fría. El fiasco fue tremendo cuando los diputados del Soviet Supremo aprobaron enviar auxilio humanitario a Rumania y rechazaron por unanimidad enviar tropas. Quedaba claro que el mayor interés por prolongar la división de Europa (y el Mundo) en zonas de influencia guardaba coherencia con las posiciones de los gobiernos de las tres Potencias occidentales.
El 24 de diciembre de 1989, Gorbachov se dirigía al Soviet Supremo: "la opción es entre libertad y reforma (...) Hemos escogido la primera y no vamos a abandonarla". En la misma sesión, significativamente, aprobaban la legitimidad del Pacto de Neutralidad y No Agresión suscrito el 23 de agosto de 1939 entre Alemania y la URSS, pero condenaban el protocolo secreto anexo por el que se repartían el Este de Europa. Querían decir, que reafirmaban retrospectivamente la política de no haber iniciado la guerra de 1939. EEUU, Gran Bretaña y Francia se encontraban, así, sin contraparte alguna en el Este para seguir justificando su empecinado intervencionismo en Europa y fuera de Europa.
Días después, el 31 de diciembre, el presidente Miterrand innovaba y evocaba, por primera vez, el horizonte "No demasiado lejano" de una confederación europea incluida Rusia. ¿Había advertido que así podía evitarse la hegemonía alemana? En los años treinta, los gobiernos franceses, incluso el de León Blum socialdemócrata rechazaron cualquier acuerdo con la URSS. Desde 1940 los gobiernos franceses hasta el de Miterrand (salvo Charles de Gaulle), practicaron el seguidismo respecto de EEUU, y cuatro décadas después Francia llegaba a un estadio comparable al dilema que conoció la generación Blum: facilitar la emergencia de Alemania como superpoder europeo, o inclinarse ante ella. Todavía, Miterrand, como si de pronto tuviera prisa, el 6 de diciembre en Kiev se sumó a la iniciativa soviética de convocar la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea. Gorbachov le había pedido que le ayudase "a evitar la reunificación alemana (...) Kohl la quiera a cualquier precio, no entiende que a corto plazo eso conducirá a la militarización del poder en Moscú y a la guerra en el continente". Diez días después, el mismo Miterrand aceptaba el deseo de EEUU de atribuir un papel político a la OTAN - como confiándole la tutela sobre la RFA, cuando esta última hacía tiempo que se apoyaba en EEUU. Simultáneamente, franceses y británicos intentaban limitar los acuerdos de desarme entre la URSS y EEUU.
El 2 de febrero de 1990, en un impresionante zigzag, Gorbachov abandonaba a su suerte a la RDA, a cambio de apoyo económico de la RFA a la URSS. El 3 de abril, aceptaba reunificar Alemania dentro de la OTAN -para que "quede firmemente sujeta tanto por las tropas americanas como por las soviéticas". ¡Era consciente Gorbachov de que estaba permitiendo a EEUU alcanzar la meta que se había fijado desde Truman en Alemania!.
Añadir comentario
Comentarios