Inglaterra aceptó en 1823 la autoridad de Francia sobre España, pero se reservó la hegemonía sobre la América española, Portugal y su Imperio. Estaba persuadida de que Francia mantenía el ánimo de recuperar la América hispana. Para impedirlo reconoció su independencia en 1824. La Alianza protestó. Rusia y Austria quisieron forzar a Inglaterra a restablecer el control sobre Hispanoamérica. El 4 de julio de 1824 Inglaterra se pronunció: lo tocante a la América española era una "cuestión enteramente marítima y comercial, y por consiguiente de la competencia de Inglaterra, la influencia de las Potencias (europeas) se terminaba allí donde se hallaban los límites del Continente". No obstante, en 1825 Francia intentó anexionar Cuba, lo impidió la Royal Navy. Cuba era la "perla de las Antillas" más deseada de EEUU, que se había opuesto a que interviniesen en la isla México y Colombia para liberar a los esclavos. El único acuerdo entre EEUU, Francia y Gran Bretaña era que Cuba no debía ser independiente, mientras continuaba bajo la jurisdicción de España.
Portugal había propuesto a España el 14 de septiembre de 1822 una alianza si Francia les invadía. Londres se pronunció en estos términos: "la firma de una alianza ofensiva con otro Poder (España) para actuar contra un tercero (Francia) privaría a Portugal de tener "derecho" a invocar la ayuda de su Majestad (británica)". Londres conocía que la Alianza iba a ocupar España".
Lo ocurrido en España y Portugal es sabido. Derrocados los gobiernos constitucionales en ambos países, el 27 de junio de 1823 Fernando VII decretaba la "purificación" de los empleados públicos, atormentaba y mataba a los constitucionalistas, exhibía al general Rafael de Riego en una jaula en su traslado a Madrid donde sería arrastrado por las calles y colgado de la horca. El gobierno legitimista reanudó la guerra contra los republicanos de América, hasta que las tropas realistas fueron derrotadas en Ayacucho en diciembre de 1824... En Portugal, el gobierno absolutista ofreció un ejército para recuperar Brasil de la independencia que se había dado con la cooperación británica.
La intervención en España en 1808 había sido el precipitante de la insurrección general. Con la segunda intervención por la Alianza el universo cultural hispánico terminó ingresando en una fase de fracturas internas económicas, políticas y militares. En 1823, Cannign, ministro inglés, resumía su política respecto a España: "Yo busqué materiales de compensación en otro hemisferio. Al contemplar España, tal como nuestros antepasados la habían conocido, resolví que si Francia tenía a España, ello no debería ser España con las Indias. Hice nacer el Nuevo Mundo para restablecer el equilibrio del Viejo". La España intervenida fue aislada e incluso enfrentados los españoles con los sectores democratizantes en las Repúblicas hispanoamericanas y éstas fueron a su vez divididas entre sí.
La frustración de Bolívar
La historia muestra el trato implacable recibido por los pueblos que entraron en contacto con otros de organización superior. En 1492 España sometió sucesivamente a todos los pueblos de América. No sustituyó sus estructuras por otra, sólidas y representativas, capaces de evitar a sus pueblos la suerte de ser subordinados al expansionismo de otros. España vivió lo propio. En 1808 contempló el hundimiento de su Estado. Las subsiguientes guerras civiles, en la Península y la América española, imposibilitaron la creación de una organización estatal digna de tal nombre. Fue un problema que percibió Bolívar tras su triunfo definitivo sobre los realistas. Desvanecido en Ayacucho vio desvanecerse y dispersarse los centros de decisión criollos. Al hacer balance de su obra en 1825, pedía a la Potencia europea que protegiese a la América española: "Este país no está en condiciones de ser gobernado por el pueblo (...), es el menos dotado de todos para gobiernos republicanos (...) Debemos buscar alivio en Inglaterra (...), y yo estoy dispuesto a dar mi apoyo a cualquier Soberano que Inglaterra pueda darnos".
El nacimiento de EEUU a fines del XVIII se vio al contrario, ciertamente favorecido, por la guerra que enfrentaba a Londres con Estados rivales (Francia y España). Fue decisivo para la unión de los colonos contra Londres, y para urdimbrar la política de George Washington, Thomas Jefferson y John Adams. Propuestos a impedir su intervención por una u otra Potencia imperial, aprovecharon las divisiones europeas para consolidar la independencia de la joven Nación.
Durante tres lustros, desde el derrumbe estatal de 1808, el destino de la América hispánica fue objeto de negociación entre Gabinetes peleando por concretar las zonas de influencia. Ingleses y franceses coincidían en dotar a los nuevos Estados de gobiernos monárquicos. Adams instruía a su embajador en Buenos Aires para que se promoviesen formas de gobierno republicanas con el fin de aislar la América hispana de Europa.
En contraposición, el primer ministro británico escribía el 8 de diciembre de 1823 a Wellington: "si permitimos a esos nuevos Estados consolidar su sistema, ello se demostrará en muy pocos años fatal para nuestra grandeza, si no peligroso para nuestra seguridad".
Adams estaba siendo informado de que con motivo del Congreso convocado en el Istmo de Panamá para 1926, "la influencia de Inglaterra en los asuntos de estos países era evidente (...) y si ahora se le permite ser un miembro (...), el destino de los nuevos Estados estará de una vez por todas en sus manos (...)".
Bolívar, favorable a la influencia de Gran Bretaña, abogaba por una "Federación de la América meridional" diferenciada de la de los EEUU, cosa que pedía evitar a su juicio "que los americanos deban entrar en el Congreso del Istmo".
Mientras, se cernía otro temor, el de los criollos atemorizados: la población de color hasta el momento sobrepasaba a la blanca, estaba amenazada la seguridad de esta última, cada clase de habitantes empezó a sentir que tenían los mismos derechos".
Quince años después de guerrear por su independencia, Bolívar llegaba a la conclusión de que debía poner a la antigua América española bajo la autoridad de Gran Bretaña "para su preservación y seguridad general".
El agente británico respaldaba el plan de Bolívar, pero por otras razones: "la consecuencia de rehusarles nuestra protección sería la destrucción de nuestra influencia en provecho del engrandecimiento de EEUU". Propusieron a Bolívar que debía ser designado Presidente vitalicio y, después, nombrar como sucesor a un príncipe europeo".
A finales de 1829 llegó a Lima el agente de EEUU Samuel Larned, e informaba que Bolívar tenía partidarios nuevos Estados que le reconocían como su "Jefe", miraban hacia él para la "consumación de sus planes", su influencia "se manifestaba por sí misma enemiga de los intereses y buen nombre de EEUU, y de su gobierno". Los agentes de EEUU se movían entre los muchos adversarios criollos de Bolívar. En 1830 estimularon que éstos se amotinaran en Perú contra los británicos, confiscaran sus propiedades inglesas y suspendieran el pago de la deuda contraída con Londres. En enero de aquel año Bolívar había renunciado a la Presidencia de Gran Colombia. Descorazonado, entre el sentimiento de soledad y el de haber "arado en el mar", buscó refugio cerca de Santa Marta y murió en diciembre siguiente, en casa de un amigo español.
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