Armada fue al Cuartel General de Tierra en las horas siguientes, también dedicado a cambiar impresiones con unos y con otros, por teléfono o personalmente. A las ocho y media, de nuevo expuso los planes del Gobierno presidido por él a los generales que estaban reunidos allí, para lo cual pidió un ejemplar de la Constitución, con objeto de poder señalarles con toda precisión cómo era aquéllo de que se podía dar un golpe de Estado dentro de la legalidad, basándose en el artículo 8. Al fin y al cabo, según él, "no había situación más anticonstitucional que la existente en aquel momento". También habló con Milans por teléfono. Y, aproximadamente a las 9, otra vez con el rey. El rey le pasó el teléfono a Sabino y éste tuvo una larga conversación con Armada. Después de esta última charla, Armada habló con el general Gabeiras, su superior, momento en que le propuso abiertamente el plan de ir al Congreso. Le explicó, como a los otros generales, que el Ejército estaba dividido, que la situación era peligrosa, que contaba con el apoyo de los socialistas y... en fin, que consentía en sacrificarse ofreciéndose para presidir el Gobierno. Hablaron también de la posibilidad de ofrecer un avión para que Tejero y sus oficiales salieran de España. Y Gabeiras, aunque no había estado en la conjura en el primer envite, quedó convencido de que lo que tenía que hacer era aquéllo. Pero antes de tomar ninguna resolución definitiva, tenía que volver a hablar con La Zarzuela. Así lo hizo, y a las diez menos cuarto Sabino confirmó que entre los partidarios de la "solución Armada" ya se hallaba también Gabeiras, que le aseguró, además, que estaba dispuesto a acompañar a Armada en su misión. El secretario de la Casa Real le recomendó que no lo hiciera, porque aquello significaría implicar a la JUJEM (Junta de Jefes del Estado Mayor del Ejército). Pero transmitió el consentimiento real para que Armada fuera al Congreso, aunque precisando que cualquier propuesta tendría que hacerla a título personal, sin hablar del apoyo del rey, y de acuerdo con su conciencia. Aquello era, según lo que preveían, el final de la aventura. No dudaban que todo quedaría resuelto con la visita de Armada a las Cortes, y en La Zarzuela empezaron a trabajar en la redacción del mensaje del rey a los españoles, que seria transmitido por televisión.
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