Como ya dije, las nuevas necesidades y satisfacciones tienen una base muy material. Ellas no han sido ideadas; son derivación lógica de las posibilidades técnicas, materiales e intelectuales de la sociedad industrial avanzada. Ellas son inherentes y resultan una expresión de la productividad en la sociedad industrial, avanzada, que hace mucho tiempo atrás volvió obsoletos todos los tipos de ascetismo del universo interior, toda la disciplina del trabajo sobre la cual se fundó la moralidad judeo-cristiana en pleno.¿Por qué esa sociedad está superando y negando ese tipo de hombre, el tipo tradicional de hombre, y las formas de su existencia así como la moralidad a la cual él debe tanto de sus orígenes y fundamentos? Esa productividad nueva y desconocida, que no fue anticipada, reconoce el concepto de una nueva tecnología de la liberación. En tal punto sólo puedo mencionar rápidamente lo que tengo en la mente: tendencias arrolladoras y, en verdad, aparentemente utópicas como la convergencia de la técnica y del arte, la convergencia del trabajo y del ocio, la convergencia del sector de la necesidad y del sector de la libertad. ¿Cómo? No sujetos más a los dictámenes de la lucratividad y de la eficacia capitalistas, a los dictámenes de la escasez que actualmente es perpetuada por la organización capitalista de la sociedad, al trabajo socialmente necesario, podrían volverse (se volverían, ya encontramos esa tendencia) cada vez más científicos. La experimentación técnica, la ciencia y la tecnología podrían volverse (se volverían) un juego con las potencialidades hasta entonces ocultas —metódicamente escondidas y bloqueadas— de los hombres y las cosas, de la sociedad y la naturaleza.Ello significa uno de los más antiguos sueños de toda teoría y práctica radicales. Significa que la imaginación creadora, y no sólo la racionalidad del principio de desempeño, se convertirían en una fuerza productiva aplicada a la transformación del universo social y natural. Significaría la aparición de una forma de realidad que surge de la tarea y del medio de desarrollo de la percepción y la sensibilidad del hombre.Agrego ahora un concepto drástico: esto significaría una realidad «estética» «, la sociedad como obra de arte. Hoy, esa es la posibilidad de liberación más utópica, más radical.En términos concretos, ¿qué significa eso? Como he dicho, aquí no estamos interesados en la percepción y en la sensibilidad aisladas, sino en que la percepción y la sensibilidad, la imaginación creadora, la acción, devengan en fuerzas de transformación. Como tales, ellas orientarían, por ejemplo, la reconstrucción total de nuestras ciudades y del campo; la restauración de la naturaleza tras la eliminación de la violencia y la destrucción de la industrialización capitalista; la creación de espacio interno y externo para la privacidad, autonomía individual, tranquilidad; eliminación del barullo, de los públicos hipnotizados, de la convivencia forzada, de la polución atmosférica, de la fealdad. Estas exigencias no son —y no hay manera de remarcarlo con vigor suficiente— pretenciosas y románticas. Hoy los biólogos enfatizan que se trata de necesidades del propio organismo humano, y que su represión, su perversión y destrucción por parte de la sociedad capitalista mutilan en realidad al organismo humano, no sólo en sentido figurado sino de modo bien real y literal.
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